Madrid, en 36 horas

Hay libros que responden a un problema. La inquietud que mueve 36 hours world. 150 cities from Abu Dhabi to Zurich es la de cómo visitar 150 grandes ciudades del mundo en una vida. La solución: dedicar un fin de semana a cada una de ellas. De ahí lo de las 36 horas. Prometo hacer lo mismo con España y con algún país vecino y contarlo en este FanFan.

De momento, nos vamos a quedar con Madrid. Vamos a ver qué ha elegido Charly Wilder, que es quien firma el epígrafe, para pasar sus 36 horas en la capital de España. En la introducción al capítulo madrileño ha dibujado un jamón, y hace referencias al Lavapiés multicultural, a la Plaza Mayor, a la plaza de Oriente y a la Gran Vía. Hay menciones a Madrid Río y a Goya, Velázquez y a El Greco

Bocadillo de jamón, sin calamares

Charly empieza el viernes a las tres de la tarde con un homenaje al bocadillo de calamares, esa delicia madrileña que a todos los que hemos venido de provincias nos ha costado comprender. Hasta que llegamos a El Brillante, en un mediodía de prisas, o en una noche de farra. Cuando hay hambre, el elástico calamar es delicioso, y la miga del pan no puede la crujiente corteza del cefalópodo. Pero Charly debe de ser muy fino porque después de abrir el apetito del lector con el «crusty baguette and squid fried in olive oil» se inclina por un local de foodies que se llama Bocadillo de Jamón y Champán, que está en la calle Fernando VI, en el barrio de justicia. Justicia es subrayar que jamón y champán tienen un matrimonio desigual, mal avenido, forzado. Ha habido muchos intentos de que se lleven bien, pero tan solo el genial Joselito ha conseguido una alianza duradera. Para que la pareja funcione, el jamón tiene que ser sublime, y el caldo debe ser marca Dom Perignon. Perdonen el abuso.

36 hours world
36 hours world

El viaje urbano continúa por las tiendas de las proximidades de Las Salesas, por Chueca, por el barrio de Salamanca. Se detiene en Do Design (otra vez calle Fernando VI) la pastelería La Duquesita (insiste en la calle Fernando VI) y Jápines, una tienda de joyas, perfumes, velas. También en la calle Fernando VI. El lector aquí ya piensa que Charly ha pasado demasiado tiempo en lo del jamón y el champán y está haciendo tiempo para que se le pase la curda, o quizá no encuentra la salida de la calle Fernando VI y Madrid, su Madrid, se va a ver reducido a dos aceras, una calle, eso sí, muy bien regada. A las diez de la noche llega a Celso y Manolo en la calle de la Libertad número 1 donde le espera un «chuletón de tomate» a base de papaya, mango, aceite de oliva y hierbas. Algo así como un pasto para ovejas con un toque tropical. La tasca es castiza y moderna, porque la modernidad en Madrid siempre se ha basado en una reactualización del casticismo. Eso era, por ejemplo Gabinete Caligari.

La Venencia: finos y amontillados

Wilder caerá a las 11.30 por La Venencia, en la calle Echegaray, donde dicen que paraba Hemingway. El bar mantiene la misma decoración que en los años de la guerra civil, y en alguna de sus capas de mugre debe de haber, si es que estuvo, algo de rastro del escritor, además de las huellas de toreros y flamencos. La Venencia sirve finos y amontillados, palo cortado y olorosos. Acompañan los vinos con mojama, cecina y aceitunas, y anotan lo que se debe en la barra de madera, con una tiza muy académica. De ahí nuestro Charly pasa al Bar Cock en la calle de la Reina, bar frecuentado por Sinatra, Almodóvar o el pintor Francis Bacon

tapas en Madrid
Tapas en Madrid

La siguiente nota tiene hora de sábado, a las once de la mañana. No hay rastro de lo que hizo Wilder en la madrugada. Quizá le dio por volver a la calle Fernando VI. Y aquí uno comprueba que el horario de visita está muy mal aprovechado. Charly desayuna en Pum Pum Café, en la calle de Tribulete, unos huevos Benedict. Y luego se da una vuelta para cazar algo de cultura, que no todo va a ser beber. La cultura madrileña de Charly está en La Casa Encendida, en la Tabacalera de Lavapiés, un poco en el Prado, el Reina Sofía, y el Círculo de Bellas Artes. La noche empieza con una cena en Amazónico. De nuevo hay una gran laguna en sus notas porque después de Amazónico se pierde su pista. ¿Qué hace Charly por las noches en Madrid? ¿Dormir? El domingo no madruga. El día comienza para nuestro guiri con un chocolate en San Ginés a las diez y media de la mañana y después un paseo por el Rastro. Y aquí se acaba la historia. Ya lo dijo el castizo: Madrid son cuatro calles.

Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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