‘Que no te quiten la corona’, de Haenel, o el milagro que nos salva

Que no te quiten la corona. Yannick Haenel. Traducción de Pablo Martín Sánchez. Editorial Acantilado.

El Jean de Haenel es un sociópata, un tipo que vive solo, y que dedica sus días a cultivar una obsesión por Herman Melville y su ballena. Jean ha escrito un guion al qu ha titulado El gran Melville. La primera frase de la novela nos pone en situación mental: «En aquella época yo estaba loco» Loco como Ahab. El protagonista piensa que solo Michael Cimino podrá apreciar el destello de verdad que hay en su historia, y se lanza de una forma compulsiva a la búsqueda del director de El cazador y La puerta del cielo.

Haenel

El Jean de Haenel, es un antihéroe que habita en un mundo propio decorado con películas de DVD y botellas de vodka. En sus ratos de lucidez ve una y otra vez Apocalipse now de Copola, la versión del montaje que hizo el director, bastante más larga que la edición comercial. Jean es víctima de una idea fija: «todo por culpa de leer a Melville, al gran Melville, y de haber encontrado en sus libros, en su vida, y en sus ideas algo que me parecía fundamental, algo por lo que había renunciado insensiblemente a mis amigos, a la alegría, a las novelas que escribía, es decir, a la vida misma».

Jean busca, en esa zona común del cine y de la literatura, «el gamo blanco», la verdad que huye a esconderse en el bosque, según Melville, el destello de una verdad ante la que bajar las armas, cesar la caza, como en la escena final de El cazador. Jean intuye que ha encontrado el camino para llegar a ver el gamo blanco. La novela gira en torno a las metáforas de la caza. Jean tiene un vecino, Tot, un cazador furioso, jugador de póker, al que tiene que cuidar su perro, Sabbat, cuando Tot viaja para sus torneos internacionales.

Jean conseguirá una cita con Cimino, en nueva York, y ante el cuadro de El jinete polaco, de Rembrandt. El encuentro no hará sino confirmar que está en la senda correcta. Cimino, el director maldito, escenificará ante él una película irrealizada. Jean pasea por Nueva York con el hombre que mantiene su corona, como dice el título francés de esta obra: Tiens ferme ta couronne, es decir, sujeta con firmeza tu corona.

De regreso a París, tiene que contar su encuentro con Cimino a Pointel, el amigo productor de Jean que le facilitó el teléfono de Cimino. El pasaje, que se desarrolla en un largo capítulo en la marisquería Bofinger, en la Bastilla, es desternillante. Haenel tiene un humor ácido, una comicidad grotesca, una capacidad para el contraste brutal. Jean tiene que entrar en Bofinger con un perro, Sabbat, para el que no tiene correa, para sentarse en la mesa del rico Pointel, que le descubrirá su epifanía, el momento de su vida en que se dio cuenta de que corría demasiado, sin sentido, en busca de nada, una vida animada solo por «el vicio de no detenerse nunca».

«El fuego que animaba a los seres humanos ha desaparecido», afirma Jean, que terminará la gran borrachera que comienza en Bofinger en un museo de caza, entre los brazos de su directora. Sabe que «la liberación llega cuando hemos tocado fondo», pero no sabe si en su caso queda algún trecho por bajar. Que no te quiten la corona es en el fondo y en la forma un viaje, en busca de la luz, de unos personajes que siguen creyendo en el milagro, que buscan ser el Rey del bosque, que asumen la belleza y la violencia de un mundo regido por los dioses del rito sacrificial, desde las pinturas rupestres de Lascaux hasta los atentados de Bataclan: «la esencia misma de nuestro tiempo era el crimen. Cada acto contiene, secretamente, un crimen».

Lleno de referencias al cine y a la literatura, a la mitología o a la antropología, Haenel combina con maestría todas las referencias cultas de su caja de herramientas de escritor con un tono muy de cómic, muy Charlie Hebdo, irreverente, a veces cínico y ligero, que convierte al personaje central de su novela en un tipo cercano con el que uno quisiera pasar una noche de farra, escuchando las peripecias y los tropiezos de su viaje en busca de la luz. Un rebelde que se niega a perder el fuego.

Fanfan y Ludiana te mantienen al día de las novedades en entretenimiento, y te ofrecen servicios de comunicación y herramientas estratégicas para gestionarla. Si quieres estar al día de la actualidad de FanFan y enterarte antes que nadie de todo lo que publicamos, síguenos en nuestras redes sociales: Facebook, Twitter, InstagramIvoox, Spotify YouTube

Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

Read more

Otras historias en FANFAN