El Museo Thyssen ha inaugurado una gran exposición de la obra de Rosario de Velasco, después de muchos años de olvido. La muestra es la culminación del sueño de la sobrina de Rosario, Toya Viudes de Velasco, que se lanzó a las redes en la busca de obras de su tía. Toya cuenta en sus mensajes de la red X que el cuatro Lavanderas, pintado por Rosario de Velasco en 1936 ha estado presente en su vida de una forma constante: “nunca en mi vida he dejado de ver este cuadro, primeo en casa de los abuelos de Valencia, luego en casa de la abuela en Murcia cuando quedó viuda y ahora en casa de mis padres”. Cuando Toya descubrió en Madrid el Adán y Eva en el Museo Reina Sofía, se propuso organizar la gran exposición que su tía nunca tuvo. Comenzó entonces la ardua tarea de reunir esa obra, dispersa en colecciones particulares.
Rosario de Velasco Belausteguigoitia nació en 1904, hija de un oficial de caballería y de una mujer de familia vasca tradicional. Tradición carlista y religiosa, con convicciones católicas fuertes. Rosario comenzó a pintar a los siete años, y a los 18 era alumna de Fernando Álvarez de Sotomayor, maestro que le descubre a Tiziano, Velázquez y los volúmenes escultóricos en la obra de Andrea Mantegna. En 1924 se presentó a la Exposición Nacional de Bellas Artes, y en 1931 al Salón de Otoño. Un año después, en 1932, aparece de nuevo en la muestra organizada por la Sociedad de Artistas Ibéricos. Obras como El baño o el famoso Adán y Eva la convierten en una de las pintoras destacadas en esos años.
En los años treinta, Rosario de Velasco frecuenta a los grupos de vanguardia y pertenece a la Sociedad de artistas ibéricos, con la que pintores y escultores buscaron incorporarse a las vanguardias europeas y exponer sus obras en París o Berlín. Rosario frecuenta círculos en los que se encuentra con la generación del 27, con Ortega y Gasset, con Ramón Gómez de la Serna, Eugenio d’Ors, o José Bergamín.
Se casó con el médico Xavier Farrerons y vivieron parte de la Guerra Civil en Barcelona, donde Rosario termina en prisión, con riesgo de ser fusilada. Consiguieron después pasar a Burgos y San Sebastián, donde nacerá su única hija, y finalmente a Francia. Después de la guerra regresaron a Barcelona.
Entre las muestras y museos que exponen su obra se encuentran la Bienal de Venecia entre 1932 y 1942, el Museo Carnegie de Pittsburgh, Pensilvania (EE. UU.) en 1935, el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires en 1947, el Palacio Velázquez de Madrid en 1954, importantes galerías de Madrid y Barcelona (Biosca, Gaspar, Parés, Syra…) y el Centre Pompidou de París en 2013, por citar algunas.
Su obra es la de una pintora con acentos clasicistas, figuras de volumen escultórico, que nos recuerdan a la obra de Maruja Mallo, o a la pintura de Tamara de Lempicka. Pinta escenas costumbristas, y evoluciona después hacia una pintura en la que el color y la textura se van imponiendo sobre lo figurativo. En 1942 pinta los murales ya desaparecidos de la Capilla de la Residencia de Señoritas de Madrid, que fue el primer centro oficial destinado a fomentar la enseñanza universitaria para mujeres en España. También fue ilustradora de libros.
La muestra que abre el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza está comisariada por Miguel Lusarreta y por la sobrina de la artista, Toya Viudes de Velasco, con obras de su primera época (1920-1940) y una sección dedicada a su trabajo como ilustradora gráfica. Aunque es su etapa de mayor reconocimiento nacional e internacional, se ignoraba el paradero de muchas de estas pinturas. Aquel llamamiento que hizo la periodista Toya en la red X ha hecho posible esta exposición. Después de inaugurada la exposición, siguen apareciendo en Twitter obras de Rosario, guardadas en colecciones particulares.