‘Salir de la noche’, la voz de las víctimas del terrorismo italiano

Salir de la noche. Historia de mi familia y de otras víctimas del terrorismo. Mario Calabresi. Prólogo de Enric González. Traducción de Carlos Gumpert. Libros del asteroide.

En Salir de la noche hablan las víctimas del terrorismo italiano. La primera matanza tiene fecha: el 12 de diciembre de 1969. Piazza Fontana. Las sospechas se dirigen a la izquierda extraparlamentaria, pero el atentado fue obra de tramas de extrema derecha relacionadas con los servicios secretos. En el transcurso de la investigación muere el anarquista Giuseppe Pinelli, que cae desde una ventana y se estrella contra el suelo. La ventana era la del comisario Calabresi. La pesadilla de la familia comienza aquí. A pesar de que Calabresi no estaba en su despacho en el momento de la muerte de Pinelli, la extrema izquierda le apunta como culpable. Lotta Continua le señala públicamente como asesino. Las cartas de amenaza se suceden. El clima se hace irrespirable para los Calabresi. Piensan en marcharse a otro lugar. El padre lo rechaza. El 12 de mayo de 1972 un terrorista le pega dos tiros al salir de casa. Dos años antes se habían fundado las Brigadas Rojas. Estamos en los llamados «años de plomo».

salir de la noche

Salir de la noche es un libro breve, intenso, coral. La noche de los Calabresi es una noche oscura. Durante décadas, su padre fue el asesino de un anarquista al que el comisario conocía, trataba, con el que intercambiaba libros. Nadie escuchó los detalles, las razones, los datos que convertían a Calabresi en inocente. Lo asesinaron. Él sabía que lo iban a asesinar. Todos lo sabían. Durante décadas, el «estado italiano» fue un cascarón vacío.

No ha habido recuerdo ni memoria de las víctimas, su voz ha estado ausente, mientras al otro lado, las placas en las calles para recordar a terroristas y pistoleros proliferaban por la geografía de sus atentados. Es más, todavía se puede escuchar la voz de antiguos militantes de Lotta Continua, como Erri de Luca que no muestran el más mínimo arrepentimiento, que piensan que con Calabresi, incluso, fueron demasiado suaves.

¿Suaves? Sí, Salir de la noche es una lección moral y de civilidad sobre cómo se mira al futuro y cómo seguir viviendo juntos. Sin duda. Pero no pierdan de vista el relato escueto, detallado, intenso, de los mecanismos de linchamiento que se pusieron en marcha para acabar con la vida de Calabresi. Su hijo lo narra así: «detrás de esa campaña no había un publicista sino muchas cabezas, entre las más ilustres del periodismo, del teatro, de la cultura y de los movimientos sociales, aunadas por un furia vengativa que los llevó a construir un monstruo, a pesar de las pruebas, del sentido común y de los datos de la realidad».

Libertad por responsabilidad

Desde su propio dolor, el Calabresi de Salir de la noche visita a otras víctimas. Viaja a Nápoles para conversar con Antonia Custra, hija de un policía asesinado a tiros por un joven pistolero. Olvidados por el estado. Habla con la hija de Luigi Marangino, médico milanés, asesinado a tiros por haber denunciado a varios militantes de Autonomia Operaia, por desconectar las neveras que contenían las bolsas de sangre donada, para que fuera una sangre inservible.

El libro está plagado de detalles personales, de momentos en los que se encadena la emoción. Calabresi practica una retórica de la memoria que es la que recomienda para las conmemoraciones: ir al detalle, hablar de personas que sentían pasión por las cosas, «hombres con los que es posible identificarse, que amaban su trabajo y lo hacían escrupulosamente».

Y ojo a los que enseguida quieren llevar el agua de Salir de la noche al molino español. Calabresi constata que quedan muy pocos terroristas en la cárcel. Non se opone a esa libertad, pero sí concluye que «el estado debería haber intercambiado la libertad provisional por un claro compromiso en aras de la claridad y de la definición de responsabilidades». ¿Quieren más? «En esto, los medios de comunicación tienen una particular responsabilidad. Los periódicos y las cadenas de televisión no tienen demasiados escrúpulos a la hora de poner un foco sobre los terroristas, de facilitarles el acceso al escenario, incluso cuando es claramente inorportuno». Calabresi añade que el hecho de haber cumplido años de cárcel no cancela la responsabilidad. Como dice una víctima: «el terrorismo nunca terminará mientras esté vivo mi hijo, que lleva su marca encima. Los efectos negativos continúan en nuestra vida todos los días, no podemos olvidarlo».

Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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