El Centro Botín en Santander expone hasta el 9 de marzo de 2025 la obra del artista japonés Shimabuku, comisariada por él mismo y por Bárbara Rodríguez Muñoz. Las relaciones entre objetos, el juego, la anécdota, la curiosidad, son los puntos de partida de una colección de instalaciones diversa, abigarrada, en la que cada una de las obras cuenta una historia. Pulpo, cítrico y humanos incluye videos, fotografías, esculturas, instalaciones y textos, realizados desde principios de los años noventa hasta la actualidad. A Shimabuku (1969, Kobe, Japón) le mueve aquello de Borges: «dije sorpresa donde los demás dicen costumbre». «Observar la vida diaria y hallar algo especial es algo natural para mi», añade el artista japonés. La muestra del Centro Botín es una traslación a lo concreto de esa idea.
En una de las instalaciones de Pulpo, cítrico y humanos, un grupo de cactus rodean una gran pantalla de video en la que se proyectan imágenes de un grupo de monos en Texas, que juegan con una montaña de hielo picado. Los monos son descendientes de macacos japoneses que fueron trasladados al desierto para un experimento científico en 1972. A los monos les costó adaptarse. En los primeros años la comunidad disminuyó su población. Pero una vez que se hicieron al rigor del calor, los monos se reprodujeron hasta aumentar en número. Shimabuku descargó un día en el desierto una pila de hielo para comprobar si los primates tenían recuerdo genético del frío. En la pantalla, los monos juegan con el hielo. Este y otros cuentos, forman Pulpo, cítrico y humanos
En Remix de samba cubana la música sale del suelo, de un grupo de latas. La idea, explica Shimabutu, surge de una exposición en La Habana. El lugar donde se celebraba era un coladero oxidado y roto. Las goteras eran múltiples y para evitar la inundación, el artista colocó unas latas viejas que recogieran el agua. «Oí música. Se me ocurrió la idea de que unos músicos tocaran junto a esos sonidos. Y fui a ver a mi amigo músico Nomura Makoto». En Shimabuku’s Fish % Chips un video muestra el viaje submarino de una patata que navega hasta encontrarse con un pez.
Nómada y efímero
Shimabuku altera las relaciones del arte con el público o con la naturaleza. La muestra se abre con Gente volando (2024), un gran mural en el que cuelgan las siluetas de papel hechas por personas que pasaron por el Centro Botín y colaboraron con el artista. Se trataba de construir cometas de papel con dibujos pintados y ponerlas a volar. Un video documenta el festivo momento en el que el viento impulsa hacia el cielo las cometas.
El juego es una de las líneas maestras de la obra de Shimabuku. Sobre una mesa encontrarás una caja con gomas elásticas, de esas que se utilizan en las oficinas. Y un asistente del Centro Botín te explicará que se trata de que intentes pasar por el interior de la goma con todo tu cuerpo sin que la goma se rompa. Así que empezarás a hacer contorsiones como un niño para lograr el desafío. Me fue imposible, y allí dejé, como otros, mi goma rota. Algunos lo consiguen. Shimabuku juega con la atención y la sorpresa. Documenta un viaje por Europa con una ceja afeitada, lo que provoca numerosas conversaciones y algunas amistades. Su orientación es nómada, su concepto del arte es efímero.
Desde los años 90 Shimabuku ha tomado al pulpo como un animal con el que tejer múltiples relaciones, con otros animales, o con objetos. De esa interacción continua surgen obras como Encuentro entre un pulpo y una paloma: si la gravedad desapareciera de la Tierra, un pulpo y una paloma podrían encontrarse en igualdad de condiciones. O Luchar con la gravedad (1993); Entonces decidí llevar al pulpo de Akashi a dar una vuelta por Tokio (2000) Pulpos en Japón, pulpos atrapados en vasijas en Italia, y finalmente Ir a conocer a los pulpos de Santander (2024) un video en el que se narra cómo Shimabuku puso 50 vasijas de cristal en el fondo de la bahía de Santander para grabar las interacciones de los pulpos con los objetos.
La exposición termina con Algo que flota /Algo que se hunde (2024), compuesta por una serie de tanques de agua donde flotan o se hunden una selección de cítricos de otoño de Todolí Citrus Fundació, una organización que estudia y divulga el conocimiento de los cítricos y la citricultura. A la vuelta de esos recipientes, el espectador encontrará la última instalación: Paz en la cama, 50 años después, que recrea la célebre foto de John Lennon y Yoko Ono en la cama de un hotel de Amsterdam y la canción Give peace a chance. Aquí el juego entra de lleno en la ironía de encontrar sobre el lecho dos figuras hechas de tierra y piedras.