‘Antiespecista’, la nueva ideología que convierte a los animales en una minoría política

Antiespecista. La nueva ideología. Ariane Nicolas. Editorial Rialp. Colección Actualidad.

El veganismo triunfa en el espacio público. Las campañas de las asociaciones en defensa de los animales, la investigación científica sobre la «vida secreta de los animales» y las redes sociales, legitiman el discurso antiespecista en los ámbitos públicos. El veganismo forma parte de los «comportamientos virtuosos ostentosos» que proliferan en Internet. Hashtags como #Vegan y #VeganFood tienen millones de partidarios. El veganismo es el nuevo vegetarianismo. Vaya por delante que Ariane Nicolas se toma la ideología antiespecista muy en serio. El antiespecismo es la ideología que ha dado a luz el modo de vida vegano. Se trata de un pensamiento que hunde sus raíces en la filosofía utilitarista de Jeremy Bentham que «afirma que el ser humano y los animales dotados de sensibilidad física y emocional merecen igual consideración en la medida que unos y otros están sometidos al imperio del placer y del dolor».

Un asesinato alimentario

Antiespecista, la nueva ideología es un libro serio, profundo y riguroso. Ariane Nicolas es periodista, y escribe de forma habitual en Philosophie Magazine, que es una revista de filosofía que en Francia es popular. Se compra en los kioscos. Francia siempre ha sido un país en el que la filosofía se lleva en la cesta de la compra al lado de la baguette. El libro bucea en las raíces de esta nueva tendencia en el pensamiento, y salta de Bentham a Peter Singer. Singer es el autor de Liberación animal, que es la biblia de los antiespecistas. Para Singer, el dolor animal merece la misma consideración que el humano, aunque a la vez reconoce que es imposible comparar el dolor en dos especies distintas. Ariane Nicolas se toma muy en serio este movimiento, es más reconoce que «el antiespecismo hace buenas preguntas aunque aporte malas respuestas».

El caso es que, convertido en un activismo furioso, el antiespecismo se lanzó al asalto de las granjas y de las carnicerías. En 2018, dieciocho mil carniceros y charcuteros franceses reclamaron protección de las autoridades ante ataques violentos. Como toda ideología, el antiespecismo fabricará su propio lenguaje. Sacrificar a un animal pasará a ser un «asesinato alimentario». Inseminar a una vaca se convertirá en una «violación». Un consumidor de carne será, simplemente, un cómplice criminal.

Los animales como minoría política

El siguiente paso es dotar a los animales de derechos políticos. El ser un zoon politikon ya no es privativo de los humanos. Los animales no humanos se convertirán en animales políticos. El hecho político pasa a ser propio del animal en general. De este punto de partida surgen muchas corrientes dentro del antiespecismo, desde los que abogan por eliminar a los animales domésticos a los que propugnan que perros y gatos, por ejemplo, no puedan comer a otros animales. Y terminamos en el gran oxímoron de esta ideología: pretender hacer «libres» a animales que nunca lo van a ser. Los animales pueden ser independientes, pero hablar de liberación animal es un sinsentido desde el punto de vista filosófico.

Pero el antiespecismo no se detiene en el mundo animal. La publicación de La vida secreta de los árboles, de Peter Wohlleben y La Vida de las plantas de Emanuele Coccia amplió el campo a los vegetales. Así que es probable que asistamos pronto a otro movimiento de liberación de las plantas. Estos espasmos ideológicos están llenos de anécdotas. Por ejemplo, cuando la vegana Sonia Sae capturó un zorro del desierto y lo sometió a una dieta vegetariana. Quería cambiar su naturaleza de cazador. Lo transmitió por la red. El zorro estuvo a punto de morir, deprimido y exhausto. Como en el caso del zorro, el antiespecismo «ataca esa parte maldita de la animalidad que subsiste en cada uno de nosotros». Lo mismo ocurre con las veganas de Gerona que montaron una campaña para «liberar» a las gallinas de la opresión reproductora de los gallos.

Crítica y propuestas

¿Cuáles son las objeciones de Nicolas al movimiento antiespecista? Sobre todo tres. La primera es una retórica sentenciosa y un estilo impositivo. El antiespecismo ve imperativos de justicia donde en realidad solo hay consideraciones morales sin fundamento. El antiespecismo tiene además un deseo absoluto de radicalidad que conduce a una relectura del pasado y de nuestros modos de vida. Y por último, el antiespecismo, que prefiere la relación con las máquinas a la relación con los animales, es en el fondo un antihumanismo que llevado al extremo nos aboca a disolvernos «en la cadena indiferenciada de los animales no humanos».

Nicolas no se queda en la crítica. Reconoce la necesidad de «cuidar del hogar de nuestra infancia», de cultivar una armonía sabiamente construida con la Tierra y el mundo animal. Por eso termina con una serie de propuestas: prohibir la cría de animales para obtener su piel y las granjas industriales, prohibir la mutilación estética de animales, prohibir los mamíferos salvajes en circos y zoológicos y la caza de animales introducidos de forma artificial. «El objetivo final de los antiespecistas no es mantener a todas las especies vivas, sino privar a los animales del contacto con la especie humana, lo cual sería esencialmente inútil y perjudicial» Hacer que los humanos sean dignos de la compañía de los animales.

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Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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