The Animals. Estela de Castro. Prólogo de Ruth Toledano. La Fábrica
Enfocada su carrera hacia el retrato fotográfico, The Animals de Estela de Castro es una prolongación natural de un oficio, el de la fotografía, que tiene una profunda capacidad de orientar nuestra mirada, de individualizar a los seres que retrata, y de centrarnos en el conocimiento de lo que mira. En este caso, animales. Animales heridos por el abandono, la explotación, el maltrato, la cosificación. Comprometida con el cuidado de los animales, con el rescate de aquellos que sufren porque han dejado de servir a propósitos mercantilistas o de capricho, el arca de los animales de Estela de Castro reúne a cabras, leones, pollos, pájaros exóticos, burros, cerdos, y un gallo que en la portada nos interpela con su mirada de viejo serio y airado y el orgullo rojo de su cresta.
The Animals es un libro bello, directo, que destaca la belleza individual de cada uno de estos seres y no esconde el dolor que ha cicatrizado en cada una de las vidas animales que comparecen en páginas de fondo negro. La pintura, la de Caravaggio, la del tenebrismo de José de Ribera, parece haber inspirado la forma de acercarse a estos seres salvados. Como la autora afirma en el pórtico de su trabajo, se trata de un «proyecto que pone en valor el trabajo que realizan protectoras, santuarios, centros de recuperación y reservas. Sin su lucha diaria, todos los animales que forman parte de este proyecto no habrían tenido una segunda oportunidad».
Las imágenes del libro, todas realizadas con luz natural y fondo negro en algunas de las fundaciones que se dedican a proteger a estos animales, desde Santuario Vegan a Granja Natura. Plumas y pelajes se despliegan con toda su belleza en las imágenes, pero sobresale siempre la mirada. Los ojos melancólicos de un primate que ha vivido años en la oscuridad de un sótano, la tibia serenidad de los ojos color miel de una oveja, la fiera seriedad de un león.
La autora, en sus comentarios explicativos, apenas se refiere a los animales por su especie. No está el cordero, está Milka; no está el perro sino Mara, una dulce podenca. Macacos de Berbería, perdices, ratas de laboratorio que simbolizan el maltrato de las empresas dedicadas a experimentar en cobayas medicamentos o a analizar patologías.
Ramón es un cerdo crecido que en la foto parece soñar, Perla es una coneja negra de ojo azabache y orejas doradas en su interior. Aarón es un cabrito e Igu a la iguana. Muchos de los que aparecen en The Animals fueron entregados como regalo a niños que los tomaron como juguetes mecánicos y que los abandonaron en cuanto crecieron. El mensaje está claro: las imágenes convierten en individuos, en seres concretos e identificados, a los animales a los que nos solemos referir como grupo: los cerdos, los pollos, los gallos. En sus historias está el dolor, en sus cicatrices, el sufrimiento. Nadie negará, a la vista de estos retratos, que sufren y sienten. Nos lo dice una certeza interior que no necesita de confirmación científica.
El prólogo de Ruth Toledano es más bien un manifiesto antiespecista. No invita al debate, más bien expone con radical contundencia una serie de hechos y consideraciones sobre la situación de los animales y nuestras relaciones con otras especies. Se trata de un texto apocalíptico en el que los humanos son asimilados con una tiranía que ha construido un sistema de explotación y dolor. Convertir al bebedor de leche en un cómplice del sistema de explotación que ha agotado las vidas y los cuerpos de las vacas es un despropósito.
Es cierto que debemos revisar nuestra relación con los animales, y eliminar todo maltrato innecesario para una finalidad alimenticia y por el rito. Pero pensar que el mundo natural es de una equilibrada pureza que solo el hombre con su presencia altera y enturbia, nos remite al rousseaunismo. No podemos caer en la deificación de la animalidad. Los animales que Estela de Castro retrata con una técnica de una belleza radical, y con el espíritu de que nos acerquemos a su existencia herida, son y serán siempre animales, nunca humanos. En la vida animal, en un contexto silvestre, su vida sería corta y atroz, zaherida por una necesidad permanente de encontrar sustento y evitar a las rapaces devoradoras de especies inferiores en capacidades agresivas. Por muchas arcas que construyamos, eso no cambiará. Por mucho que intentamos que el zorro se haga vegano, el zorro seguirá comiendo conejos. The Animals es un libro bello, tierno y valiente, un fotolibro con alma de clásico. Sobra en él lo que no es fotografía, sino ideología.