Viatge del condottiero. Cap a Venècia. André Suarès. Editorial Quid Pro Quo. Traducción Patrick Gifreu
Nos hallamos en el presente caso ante un escritor francés que tiene nombre de escritor portugués y que nos escribe un libro que podríamos llamar de viajes, pero también un libro que funciona como una introducción a la historia del arte italiano, un poco en la línea de lo que fue realmente el boom de este tipo de libros en el siglo anterior.
Este libro forma parte de una trilogía que completa Siena y Florencia. El libro está dividido en 33 capítulos no excesivamente largos. Es esta la crónica de un viaje que se realiza a ritmo lento pues se hace a pie y en carro y Suarès está meses en el camino. El libro se inicia con una descripción del viajero.
El viaje parte de Basilea con una descripción impresionista. A continuación, nos habla de Holbein, puesto que gran parte de su obra está en el museo de Basilea. Suarès llega a la conclusión que Holbein era ateo por la forma como tiene de pintar a Cristo.
A continuación, Suarès entra en Italia, por la región que rodea el lago Como, luego en Milán y su exuberante duomo y procede a hacer una descripción de Leonardo da Vinci como personaje y, al hacerlo, no tiene ningún empacho en criticarlo. A continuación, visita Cremona y aprovecha para hablarnos de Monteverdi y de los lutieres de violines. Luego de Cremona visita una desierta cartuja de Parma, para seguir viaje hasta Mantua. Suarès nos describe a Stendhal gracias a la descripción que le hizo alguien que lo conoció, aunque nunca sabremos si se lo ha inventado. Y procede a acudir a Pérgamo, y aquí aprovecha para meterse con Donizetti, al que califica de la diarrea de la música. El viaje continúa hacia Verona, la ciudad de Julieta, y después hace parada en Padua y en la figura de Donatello.
Y, por fin, llegamos a Venecia. Aquí sí sus palabras solamente pueden ser de una admiración sin límites y sin excusas. Nos habla de San Marcos, del Gran canal, de Tiziano, de Tintoretto Pero el viaje no termina en Venecia, porque el viaje termina donde uno quiere. Así como el camino de Santiago no termina en Santiago sino en Finisterre, aquí el camino no termina en Venecia, sino que sigue más allá. Suarès sigue hasta Rímini y Rávena. ¿Y qué mejor lugar para terminar el viaje que acercarse hasta el lugar donde César y decidió cambiar el rumbo de la historia?: El Rubicón.
Como se dice en el prólogo, Suarès tiene un estilo un tanto recargado que ha sido dejado de lado en esta época moderna, y yo diría que recuerda la escritura de Stefan Zweig, que para las obras de no ficción también hace uso del presente para dar mayor agilidad al texto, lo que en Suarès se acentúa por el uso de frases muy cortas. Una prosa que busca subyugar al lector con amorcitos, cornucopias, surtidores de piedra, edificios de mármol, jazmines, cornucopias e infinitas referencias culturales. Un estilo rimbombante, culto, con tendencia a tener una actitud crítica, analizadora, relacional, y también a veces telegráfica, apurada por la necesidad de tomar notas y seguir el camino.
Es un libro lleno de frases que pueden utilizarse como citas en otros libros. A título de ejemplo transcribiré dos de estas frases: «El odio envuelve la riqueza como un río baña una ciudadela» y «El desprecio es el más despiadado de los sentimientos».
Viatge del condottiero es un libro para amar Italia.