Flesh and Blood. Filmin. Ocho episodios
Francesca Annis encarna a Vivien, una mujer que ha enviudado hace 18 meses y que sorprende a sus tres hijos al anunciarles que se ha enamorado. Así comienza la investigación policial del suceso con el que la serie arranca: la policía y una ambulancia haciendo girar sus sirenas recogen un cuerpo, no sabemos de quien, de las inmediaciones de la casa familiar. Los sucesivos interrogatorios, cuatro, uno por episodio, son la fuente que va desgranando los conflictos entre los personajes: una trama de celos, secretos y medias verdades. Como en cualquier familia, vaya.
Un caos destructivo
La historia de Flesh and Blood es algo engañosa. Es imposible que los interrogados pueden revelar todo lo que se desvela en cada episodio porque ellos mismos desconocen los interminables recovecos de la vida de los demás. Salvo el papel que interpreta Imelda Staunton, quien encarna a Mary, la amable vecina de Vivien, con su aburrida existencia, los demás personajes viven en un caos que oscila entre el alcoholismo, la ludopatía, el adulterio reiterado y la abulia. Y sorprende que estos tres hijos, que no saben gobernar sus vidas, se permitan ser paternalistas con su madre y juzgar sus actos por el mero hecho de que tenga ya 70 años. Sospechan que su enamorado Mark (Stephen Rea), la quiere llevar al huerto para liquidarla y quedarse con su dinero.
El espectador no lo tiene claro, podría ser y también no serlo. Vivien tiene una buena casa pero la peluquería a la que dedicó su vida laboral tampoco parece que desencadene las alertas de los cazafortunas… La edad, aunque los jóvenes no lo crean, no convierte a las personas en menos agudas, ni les narcotiza la inteligencia. Algún día deberíamos escribir un artículo sobre los estereotipos en las series y en el cine. Y hablar de esas esposas que los guionistas perfilan invariablemente como unas quejicas inmaduras que cubren de reproches a sus maridos cuando éstos están intentando salvar el mundo… O a esos adolescentes, como en el caso de Flesh and Blood, capaces de colgar en su Instagram una grabación de su madre vomitando tras una borrachera.
Lo mejor, los veteranos
Lo mejor de la serie son los protagonistas veteranos. Francesca Annis, que físicamente no puede estar mejor a sus 75 años, encarna de forma impecable su papel. El siempre inquietante Stephen Rea borda su ambiguo personaje, entre el impulsivo enamorado y el buscavidas. Pero quien realmente sobresale es Imelda Staunton. Este mujer físicamente menuda y anodina lo dice todo con su presencia, no necesita hablar para que sepamos qué siente y qué piensa.
Tras el dramático desenlace, la escena final parece esconder más de lo que muestra y está rematada por un inquietante último fotograma. Sería un grave error dejarse llevar por la tentación de una segunda temporada como en el caso de Blood, porque la historia de Flesh and blood no tiene más recorrido.
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