Atlas de Infortunios en el mar. Cyril Hofstein. GeoPlaneta. 23,95 €
Expertos e investigadores han removido cielos y tierra para buscar el Oiseau blanc. El enigma de la desaparición del avión en el que volaban Nungesser y Coli sigue siendo eso, un enigma envuelto en un misterio. El Pájaro blanco desapareció sin dejar rastro. Era un biplamo, un Levasseur PL.8, en el que intentaron llegar hasta Nueva York, atravesando el Atlántico Norte. El 8 de mayo de 1927 los dos héroes despagaron del aeropuerto de Le Bourget. Charles Nungesser era todo un símbolo de la Gran Guerra, un icono resplandeciente de victorias. François Coli era un oficial de marina mercante. Tenía el récord de distancia en vuelo en línea recta. Había volado desde Paris hasta Kenitra, junto a Rabat. Un hombre sereno, tranquilo, discreto. El copiloto ideal para Nungesser. Es una de las historias del Atlas de infortunios en el mar.
El primer vuelo trasatlántico
El Atlas de Infortunios en el mar no cuenta que en 2017 la Ciudad de Paris reconoció a Nungesser y Coli la paternidad del primer vuelo trasatlántico. Fue un acto oficial para hacerles justicia. Habitualmente esa hazaña se le atribuye a Charles Lindbergh. Los dos aviadores partieron en un aparato sin radio. Se trataba de ir más ligeros. Partieron para un vuelo programado de unas 32 a 35 horas.
El combustible en el tanque había sido calculado para esa travesía. Minutos después del despegue pasan por Étretat, luego cerca de Cowes en Inglaterra, más tarde Irlanda. En Nueva York les esperan decenas de miles de personas. Varios periódicos lanzan ediciones especiales. El Aéro-Club de París se apresta a anunciar la llegada triunfal, pero el Oiseau Blanc nunca llega. Había desaparecido.
Los servicios de rescate peinan el mar sin encontrar nada. Ni rastro. Encuentran algunos testigos. Pierre Marie Le Cheavalier, un pescador de San Pedro, dice que escuchó un ruido de motor bruscamente interrumpido. El 9 de junio la búsqueda termina. Solo un aviador australiano, Sidney Cotton, continúa buscando a bordo de su hidroavión.
Accidente o error
La hipótesis es que el avión de Nungesser y Coli se perdió en la niebla, o en alguna tormenta. Quizá en alguna zona remota de Maine. Varios barcos lo habrían visto bordear la costa norteamericana camino del sur. Hay quien sostiene que fue derribado por guardacostas americanos que lo habrían confundido con un avión de lso que se usaban para el tráfico de alcohol. Eran los años de la prohibición. Doce días después del despegue de los franceses, Charles Lindbergh completaba su hazaña y pasaba a la historia.
El holandés errante y otras historias fascinantes
El holandés errante
El Atlas de Infortunios en el mar está lleno de historias fascinantes. Algunas son conocidas, otras menos. La del Holandés errante es un clásico que tiene que figurar en toda antología del mar. Forma parte de las leyendas de buques fantasmas. El Holandés Errante era un capitán ansioso por doblar el cabo de Buena Esperanza. No dejaba descansar a su tripulación. En medio de una tormenta desafía al destino y mata a todo aquel marino que le pida prudencia. «Voy a pasar ese cabo aunque tenga que navegar hasta el fin de los tiempos», grita al viento salado.
Desde entonces, presa de un viento tempestuoso perpetuo, su barco vaga por el mar entre los cabos de Hornos y de Buena Esperanza. El poeta Heine completó la historia. El capital tiene derecho a pasar un día en tierra cada siete años. Será liberado de la maldición si encuentra una mujer que le ame y le acompañe hasta la muerte. Hollywood convirtió la historia en una historia de amor entre Ava Gardner y James Mason. En el libro hay historias de tesoros, como el del buque Nuestra señora de las maravillas, que naufragó en el Caribe en 1970. O el del Vrouw Maria que se hundió en el Báltico en 1771, y que llevaba una colección de arte del siglo de oro holandés, comprada por Catalina de Rusia. Esos cuadros siguen en el fondo del océano, encerrados en cajas herméticamente selladas.
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