Las edades de la globalización. Geografía, tecnología e instituciones. Jeffrey Sachs. Traducción de Verónica Puertollano. Deusto. Grupo Planeta. 19,95 euros
Conocer la historia de la humanidad y sus procesos para entender los desafíos a los que nos enfrentamos. Este es el propósito central de esta obra de Sahcs, que tiene muchas virtudes. La primera de ellas es una combinación de mirada global con un gusto exquisito por los detalles. El punto desde el que observa la historia completa de la humanidad le permite señalar y sintetizar las grandes corrientes de la evolución humana. Pero también le permite despejar el ruido de la actualidad y poner en una paisaje con perspectiva los grandes cambios y la explicación de las corrientes de fondo. La obra de Sachs es, con ese sistema de trabajo, un antídoto contra adanistas y buenistas, contra los progres de nuevo cuño, contra los ingenuos que piensan que en el estado natural el hombre era bueno, piadoso y estaba dotado con un alma seráfica. La historia se ha hecho con violencia y quiebras desde el inicio de los tiempos.
Las siete edades de la globalización
La historia de la humanidad es la historia de la globalización, desde la dispersión de los humanos modernos desde África, hace unos setenta mil años. Así comienza Las edades de la globalización, que Sachs divide en siete: «La Edad Paleolítica, cuando los humanos aún iban a la búsqueda de alimento; la edad Neolítica, cuando empezó la agricultura; la Edad Ecuestre, cuando la domesticación del caballo y el desarrollo de la protoescritura permitieron el comercio y la s comunicaciones a larga distancia; la Edad Clásica, cuando surgieron los primeros grandes imperios; la Edad Oceánica, cuando los imperios empezaron a expandirse a través de los océanos y más allá de las habituales zonas ecológicas de la patria; la Edad Industrial, cuando algunas sociedades, con Gran Bretaña a la cabeza, marcaron el comienzo de la economía industrial; y la Edad Digital, nuestro tiempo, en el que casi todo el mundo está interconectado de forma instantánea mediante los datos digitales»
Para Sachs, hay tres condiciones fundamentales cuya interacción determina la naturaleza y el ritmo de los cambios. «El sistema económico de cualquier época se basa en tres pilares: la geografía, la tecnología y las instituciones». Tres factores que son mutuamente dependientes. Como ejemplo, Sachs pone la máquina de vapor. Produjo un gran aumento de la productividad, aceleró los cambios, modificó la calidad de vida de muchas personas, pero desplazó a otras, a las que empobreció. El invento de la máquina de vapor fue posible en el Reino Unido porque había mucho carbón y podía ser extraído a bajo coste. Watt, su inventor, era un hombre al que movía el afán de ganar dinero. Y las leyes de protección de propiedad intelectual le facilitaban el marco legal en el que desarrollar esa ambición con su ingenio.
Mirar atrás para ver lo que hay delante
Con esas condiciones, Watt fue capaz de realizar una invención que es la gran responsable de la modernidad económica: «sin ella no habrían sido posibles la mayoría del resto de avances tecnológicos de los dos últimos siglos».
Sachs es muy claro en su propósito: la mirada al pasado nos advierte sobre el futuro. «Muchos de estos cambios decisivos tuvieron su origen en cambios tecnológicos que produjeron nuevas desigualdades de poder que, a su vez, provocaron nuevas guerras. Esta es una realidad de la globalización que debe ser fundamental para nuestra investigación». La globalización también nos ha permitido ampliar nuestra perspectiva y nuestra interdependencia, nos ha enseñado a pensar de una forma global.
Tres grandes retos
Sachs está convencido de que el mundo de la Era Digital, la última de sus siete etapas, nos lleva a una convergencia de las áreas geográficas del mundo. «La nueva oleada tecnológica – la inteligencia artificial, los sistemas inteligentes, la robótica, la banda ancha inalámbrica de alta velocidad- estimulará probablemente un mayor crecimiento económico convergente. Y, con la convergencia, crece el peso geopolítico de los países en desarrollo en los asuntos mundiales».
El mundo se enfrenta, en opinión de Sachs, a tres grandes retos de nuestro tiempo. El primero es la desigualdad económica en un momento en que la tecnología nos promete acabar con la pobreza. El segundo riesgo es la devastadora crisis medioambiental, y el tercer riesgo global es la guerra. «En este momento puede parecer inimaginable, por lo terribles y devastadoras que serían sus consecuencias. Sin embargo lo mismo se dijo de la posibilidad de una guerra en 1910, en vísperas de la primera Guerra mundial». Cada edad de la globalización ha acompañado los grandes cambios en el podre geopolítico con guerras.
Sachs promueve la idea de un mundo sostenible, a través de la transformación de la tecnología en conductas para crear riqueza con menos impacto ambiental. Su mirada al futuro es optimista, partidaria de un sistema socialdemócrata de estilo nórdico, promotora de una reforma de Naciones Unidas que refleje la convergencia de áreas geográficas y políticas hasta ahora marginales, y favorable a una «ética en acción» a partir del conocimiento de nuestros intereses comunes. La gran pregunta es si toda esta evolución desde nuestra aparición en la sabana africana nos permitirá crear una época de colaboración global.
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