Sonoma. Compañía: La Veronal. Idea y dirección artística: Marcos Morau. Coreografía: Marcos Morau en colaboración con las intérpretes. Texto: El conde Torrefiel, La Tristura y Carmina S. Beldae. Espectáculo para 9 bailarinas: Lorena Nogal, Marina Rodríguez, Sau-Ching Wong, Ariadna Montfort, Núria Navarra, Àngela Boix, Laila Duran, Julia Cambra, Alba Barral. Teatro Central, Sevilla, 6 de marzo de 2021.
Cuando uno se sienta en la butaca para ver un nuevo espectáculo de La Veronal sabe perfectamente lo que se va a encontrar. Sabe que verá algo único, espectacular y personal. Su director, Marcos Morau, posee un lenguaje absolutamente reconocible, con una serie de códigos propios que repite de forma insaciable, pero que sigue sorprendiendo en cada una de sus creaciones.
Por ello, cuando uno se sienta en la butaca para ver a La Veronal, sigue sintiendo ese cosquilleo de saber que, en realidad, no tiene ni idea de lo que va a pasar. Y lo que ocurre con Sonoma, el espectáculo que comenzó su andadura el pasado 2020 y que tuvo que ponerse en pausa por el motivo que todos conocemos, es que desde antes de empezar, desde que aún no se han apagado las luces de sala, una música poderosa hace retumbar el suelo y las paredes del teatro, avisando que en los próximos 80 minutos vas a asistir a algo muy, muy intenso.
Buñuel, el surrealismo, la vida y la muerte
Sonoma es un perfecto ejemplo de lo que significan las artes escénicas contemporáneas, en las que la música, la escenografía, el vestuario y la interpretación se dan la mano para transportar al espectador. ¿A dónde? En realidad, no se sabe. A un lugar en el que las historias transcurren sin que sepamos cuál es la trama, pero en la que lo que se cuenta es perfectamente reconocible, y en donde los sentimientos, que son los que en el fondo importan, están siempre a flor de piel.
Sonoma habla de la vida y la muerte, de la juventud y la vejez, del inexorable declive y de la pasión por la que merece la pena vivir y dejar este mundo. Sonoma habla de todo ello en un lenguaje en blanco y negro, con unas coreografías extrañas y con referencias e inspiración en Buñuel, en el surrealismo y en el Mediterráneo, en el que las intérpretes hablan angustiosamente en francés, bailan como si fueran dervish y se dejan la piel entre la danza y el teatro físico y expresionista.
La feminidad y el Mediterráneo
Y es que estamos ante el que es, quizá, la creación más mediterránea de su autor, con músicas que parten en el Magreb y deambulan por la costa en ambos sentidos, y con referencias estéticas y visuales reconocibles por todo el sur de Europa. Viejas de luto, gigantes y cabezudas, jóvenes de blanco lunar, oscuridad absoluta, luces pálidas y luces deslumbrantes. Un espectáculo femenino, realizado e interpretado con algunas de las mujeres de las que se ha rodeado el autor desde que empezó su andadura, antiguas intérpretes de La Veronal, y algunas de las que actualmente integran la compañía.
Y si Buñuel sobrevuela sutilmente el escenario durante todo el recorrido, aparece de forma evidente en un final estruendoso, con unos tambores que imitan al pueblo natal del cineasta aragonés y en el que las intérpretes tuvieron que hacer un último esfuerzo que no pasó desapercibido al público del Teatro Central. Y es que si Sevilla despide el espectáculo con palmas a ritmo de sevillanas, es que lo que ha visto le ha entusiasmado.
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