‘Pénte’: cinco mujeres hablan de valores e ideas en el mundo líquido

Pénte. Conversación entre mujeres. Vicente Prada. Editorial Círculo Rojo.

Pénte es un diálogo de cinco mujeres. Cada una de las cinco representa un punto de vista predominante sobre las ideas. Armonía se llama la que adopta la conciliación, la integración y el equilibrio desde la moderación. Serenidad es escéptica; Karossa se mueve en el dualismo, el contraste de los opuestos; Alma mira al interior de sí misma o de la sociedad y Renée se sitúa en la razón utilitarista como brújula del comportamiento humano. Cinco mujeres hablan en un diálogo que aborda el mundo de hoy, las grandes palabras como la libertad, la religión, la verdad, la virtud, la justicia y el conflicto permanente entre lo social y lo individual. Vicente Prada, el autor de esta conversación, continua en Pénte una obra de impulso filosófico, que insiste en la imprescindible necesidad del pensar, más allá de la tiranía de lo inmediato.

La literatura dialógica tiene una gran tradición en la filosofía y en el pensamiento. No es necesario entrar en detalles para situar a Pénte entre las obras que han abordado las ideas con un formato conversacional. Es un esquema clásico, poco habitual en este tiempo. También el pensamiento es algo raro en nuestros días. La filosofía es desterrada de las escuelas, y las ideas se han reducido a una sopa ideológica que tiene poco que ver con el pensamiento de verdad, y nada que ver con la realidad.

Los hechos ya no cuentan, tan solo son válidas las interpretaciones. La profecía de Nietzsche se ha hecho real en nuestro tiempo. Y sin embargo hay autores, como Vicente Prada, que insisten en la filosofía como necesidad, como forma de combatir el prejuicio, más peligroso que las fake news, porque estas se asientan en el terreno abonado por aquel. Lo dice Karossa en un momento de reflexión: el prejuicio «es la mediocridad como seguidora de la costumbre sin cuestionamiento alguno»; «la moda efímera como pensamiento y forma de actuar. Y en el caso de nosotras, las mujeres, el prejuicio llega a ser calificado de la forma más despectiva».

El diálogo está hilvanado por algunas ideas fuerza que Vicente Prada mantiene en sus libros: la necesidad de construir al individuo como sujeto social a través de una educación crítica: «constituir una nueva alma más enriquecida y más libre». Es decir, lo contrario de lo que ocurre en nuestro tiempo. La educación busca hoy profesionales de alta cualificación técnica y escaso espíritu crítico, y al poder, dotado más que nunca de herramientas de confusión y niebla, no le interesa en absoluto un individuo que proyecte en su ser social una posición humanista, sino una ovina obediencia. Y si para ello tiene que recurrir al miedo, no duda en difundirlo.

Tiene el ensayo de Prada un tono volteriano, presidido por la libertad y la tolerancia, aunque no desprecia el valor de la religión, ni el de la verdad histórica, y mucho menos el valor de la experiencia como sustrato de la razón. En el epílogo recuerda a Jovellanos y su afán por dar «guerra a la ignorancia» y desarmar a los enemigos del pensamiento, siempre muchos y emboscados, y en nuestro tiempo enmascarados en la continua y rápida satisfacciones de los estímulos. Pénte señala a la mujer como sujeto pensante, en un siglo que promete terminar con discriminaciones y prejuicios. Ya veremos el resultado de esa promesa. De momento tenemos la oportunidad de entrar en un diálogo de altura, sintético (apenas tiene el libro 60 páginas) en el que se abordan cuestiones universales a las que se da una respuesta de un enorme valor social.

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Marianne Échiré
Marianne Échiré
'Gourmet' y 'gourmande', adoro cocinar y disfrutar de la buena mesa, sobre todo en compañía. Soy exigente y quiero pensar que también justa en mis críticas. Y sé que hasta del más humilde tengo algo que aprender.

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