‘Puta y libre’, la denuncia de Valérie May contra la prensa y la industria del rescate

Puta y libre. La prostitución como nunca te la han contado. Valérie May. Editorial Almuzara

La cita estaba prevista en la sede de la editorial, pero nos hicieron el favor de tener el local cerrado, así que cambiamos el lugar por el salón Pictura del Mandarin Oriental Ritz, un reino adecuado para recibir a esta dama que viene con un libro bajo el brazo en una tarde en la que todo refugio nos parece poco para tanto frío, tanta lluvia, tanto viento. Valérie es elegante, tiene una simpatía moderada por la corrección y una mirada aguda, como de águila. Es franca pero mide muy bien la distancia máxima y la mínima con el interlocutor. Viste como para ir a ver a un grupo de diputadas del PP, sector puritano, o a cualquier señoría socialista.

La risa de Valérie estalla en este enorme salón por donde transitaron, en estados variados de ebriedad, Dalí o Ava Gardner. May, ajena a la seducción del lugar, toma solo agua, sin burbujas. Quizá porque ha visto la grabadora y sabe que estamos en un momento profesional en el que debe transmitir con certeza lo que es su libro: Puta y libre. Dos palabras que la opinión pública nunca pone juntas, y menos con una conjunción copulativa.

Copular por dinero ahora va a estar perseguido por los señoros y las señoras del Congreso de los diputados. Socialistas primero, populares después, nos atacan con una de las ofensivas más puritanas que hemos visto en décadas de democracia. En el Congreso dicen que no se puede ser puta sin perder la libertad, que las violan, las maltratan. Bien, aquí en Fanfan nos hemos dedicado unas semanas a escuchar a las mujeres, transexuales y hombres que ejercen este trabajo.

También a los que han estudiado esta forma de ganarse la vida. Los primeros aseguran que son libres, que lo hacen de forma voluntaria, que dentro de sus opciones, han elegido la más rentable. Los segundos, sociólogos y antropólogos, aseguran que las cifras que se manejan son falsas. Es falso que el 90 por ciento lo hagan por coacciones o amenazas.

Pero hay muchas otras falsedades, estigmas, prejuicios, que el libro de Valèrie May desmonta. El primero: que este es un trabajo fácil y al alcance de cualquiera. Nos lo había contado alguna colega suya: hay que ser muy fuerte y tener mucha psicologìa para dedicarse a la prostitución. Si te gusta el trabajo con personas, tienes una parte ganada. Pero no es nada fácil. May combate las contradicciones de la opinión general sobre su trabajo. «Ganan dinero fácil» se dice. Primero, no es fácil ganarlo así; segundo, no hay nada delictivo ni inmoral en que al final del día la cuenta corriente tenga más ceros.

May cuenta su camino hacia la prostitución, la relación con los clientes, de los que no traza un perfil, porque no existe, pero describe suficientes ejemplos como para que sepamos que los clientes son como es la sociedad, y que buscan diversión, relajación, afecto, comprensión, evasión. Su idea sobre el sexo es clara: «debe ser un lugar de respeto, pero sobre todo un lugar de tolerancia hacia los deseos propios y ajenos. Un lugar de disfrute y, absolutamente y sin lugar a dudas, un lugar donde podamos fluir sin sentirnos juzgados o juzgadas». Un lugar de libertad.

Puta y libre tiene además dos denuncias relevantes. La primera es contra la llamada industria del rescate, donde descata APRAMP. Son el origen de esa falsedad de que el 90 por ciento lo hacen por coacciones. Una gran industria que encaja suculentas subvenciones, y que en el caso de que llegue la abolición se convertirá en un monopolio del rescate, con dinero público, para sacar de la prostitución a mujeres que no quieren salir porque han decidido que es su mejor estrategia para mantener a los suyos. Las denuncias de trabajadoras de la organización no se investigan, y caen en los agujeros mediáticos de la omertá. Tan solo alguna se ha atrevido de decir que utilizan a las mujeres para engordar las estadísticas que les permitan ingresar más subvenciones.

La segunda denuncia es contra los medios de comunicación: «cuando empecé a hacer activismo nadie me avisó de que tendría que protegerme de los periodistas. Para los medios de comunicación las trabajadoras sexuales somos puro morbo televisivo, y ellos en su mayoría, y no los clientes, son quienes más nos han hecho sentir vejadas, humilladas, y engañadas». Malinterpretan palabras, cortan declaraciones, buscan solo el morbo, o después de una entrevista llaman a la mujer para decirle que no van a dar el tema, «porque no encaja en el perfil de víctima que buscamos». Cuando la realidad no encaja en tu prejuicio, el manual del periodista de hoy dice que debes despreciar la realidad.

Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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