Demasiado tarde para despertar. Slavoj Zizek. Traducción de Damià Alou. Editorial Anagrama
El pensador esloveno es uno de los pensadores más prestigiosos y populares de la época contemporánea, aunque es cierto que a veces es un tanto complicado de entender por su peculiar uso del lenguaje. En el presente caso, sin embargo, probablemente nos encontremos con su libro más asequible, donde realiza un análisis de los tiempos actuales, en especial de la guerra de Ucrania.
El libro se inicia con la siguiente pregunta: qué podemos hacer para que el futuro sea como nosotros deseamos. Para responder a ello, Zizek nos cuenta distintas historias, distintas anécdotas, que luego analiza. Es decir, aplica la técnica del storytelling, un modo entretenido de explicarse.
Zizek sostiene en relación con la guerra de Ucrania que, tanto Rusia como Estados Unidos son imperios en decadencia, pero eso no los hace menos peligrosos sino al contrario, porque no aceptan el estado real en que se encuentran. Europa no ha entendido que en la situación geoestratégica actual ella es la víctimaa repartir entre los distintos actores internacionales. El autor sostiene la necesidad de adoptar medidas de confrontación serias como único modo de evitar que la confrontación vaya a más. No se puede intentar evitar un desastre haciendo una evaluación continua de los costes, porque si no, al final, nos quedaremos sin nada. En este sentido, se muestra contrario a los planteamientos pacifistas en la medida en que considera que esto solo hace que alimentar la agresividad y la falta de control del agresor.
El esloveno pone manifiesto como las grandes decisiones de empresas o estados están tomadas desde un punto de vista de irrealidad, como si estuviésemos en un videojuego, siendo conscientes por un lado que las decisiones pueden provocar miles o millones de víctimas, pero, por otro lado, es como si eso solo fuese un tachón en una libreta.
Finalmente nos habla sobre el caso Assange como símbolo del camino que debemos tomar. Los actos de Assange son una grave amenaza para el poder en la medida en que establece unos principios morales que acabarían por destruirlo.
La conclusión es que siempre hay una oportunidad para cambiar las cosas. El mayor riesgo es no hacer nada y dejar que la historia siga su curso.
Un libro plagado de frases memorables como, por ejemplo:
«Un patriota es alguien que se avergüenza profundamente de su país cuando este hace algo malo».
«La insaciable necesidad derechista de tener un enemigo contra el que afirmar su propia identidad».
«El wokeísmo funciona de facto como un dogma religioso secularizado».
«La embarazosa paradoja que la forma más cómoda de mantener la propia altura moral es vivir en un régimen moderadamente autoritario».
«El capitalismo global ha cambiado tan radicalmente que algunos, como Varoufakis, ya ni siquiera llaman capitalismo al nuevo orden emergente, sino neofeudalismo corporativo».
«La red es hoy nuestro bien común más importante, y la lucha por su control es la lucha de hoy»
Como él mismo dice, el libro «es un poco como el neurótico -como yo- compulsivo que habla y gesticula todo el tiempo no para conseguir algo, sino porque tiene miedo que, si se detiene un instante, los demás se den cuenta de la inutilidad de lo que está haciendo y puedan plantear una pregunta realmente importante», aún y así, no deja su discurso no deja de ser provocador, estimulante y divertido.