Afirma Fabrice Hadjadj en su ensayo sobre la pornografía que ésta es «la mala conciencia del mundo tecno-liberal. Es la mala conciencia de un mundo para el cual la naturaleza es solo un conjunto de datos de los que gozar como uno quiera y tan rápido como sea posible. Eso-en lo que se han convertido hombres y mujeres en los videos X-refleja lo que ya son en el trabajo y en el tiempo libre, en un mundo que se percibe como enteramente disponible, fuera de la historia y de la sucesión de las generaciones«. El mundo trata a la naturaleza como un medio para producir diversión, una huida ante la angustia de la muerte, un «olvido de cualquier sentido de la creación y de cualquier ecología integral». Es obvio que Adult Material no es una serie creada para traducir en imágenes esta idea pero la refleja desde el principio hasta el final.
Porno y violencia
Jolene (Hayley Squires) es una madre y ama de casa subida a unos tacones vertiginosos. Todo en ella es aderezo postizo. Pisa fuerte en los platós del porno. Y se siente madre adoptiva con el último fichaje que llega a la productora donde trabaja, una joven negra que aspira a convertirse en una estrella del porno. Jolene es su modelo. El juego tiene una segunda versión, porque Jolene se sentirá ya un producto en decadencia cuando compara su carne con la tersura de la joven Amy (Sienna Kelly)
Hayley Burrows tiene 33 años, cuida de sus hijos y de un marido cómodamente instalado en la explotación comercial de su mujer en todas sus vertientes. Él gestiona las redes sociales, y las relaciones con los clientes virtuales. Anota sus vicios y perversiones y elabora el catálogo de respuestas de su esposa, de nombre artístico Jolene Dollar. Con esa marca se venden juguetes para el bricolaje sexual.
La mirada de la cámara
La llegada de Amy y sus primeras escenas provocan el primer conflicto en la desinhibida Jolene. Comienza a tener conciencia de las fronteras entre el consentimiento y la sumisión violenta. Y hay algo en ella que se rebela. Jolene tiene valores y coraje para defenderlos. Mientras su mundo profesional se tambalea su vida familiar se convierte en un infierno. Sus hijos sufren burlas en el colegio por la profesión de su madre. Su marido es un tarado sin más interés que una vida muelle y su sexualidad, la de Jolene, está orientada solo a la mirada de la cámara.
Jolene ve su futuro y quiere dejar el mundo del porno. Pero los estigmas son demasiado fuertes. En su enfrentamiento con la industria, comprobará que los hombres son la parte fuerte del negocio, y que los medios de comunicación no le conceden ninguna credibilidad. Quieren diversión, escándalo y noticias con sal gorda. Mientras, ella sufre las heridas por haber perdido la conciencia sobre qué significa un abuso. La serie no juzga ni responde a algunas preguntas fundamentales. Pero da los argumentos suficientes para que cada uno explore en sí mismo una respuesta sobre en qué ha convertido el porno la sexualidad contemporánea. Hablamos de una industria muy lucrativa, de consumo habitual, de acceso fácil, y cada vez a más temprana edad.
Me gustaría terminar con otra cita de Fabrice Hadjadj de la que hemos sacado en parte el título de esta nota. «La pornografía es la exaltación de esta dominación tecno-económica, porque el cuerpo se encuentra ausente, el sexo queda expropiado de sus poderes más específicos, la carne se ve aplastada en una pantalla».
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