‘Caza de brujas’, una mujer sola contra un mundo de villanos corruptos

Heksejakt es el nombre en noruego, que aquí se ha traducido como Caza de brujas. La serie se puede ver en Filmin. En la plataforma la anuncian como la mejor de la temporada. Quizá. Lo cierto es que se ve con un interés creciente, mientras se despliega un enorme escándalo de proporciones colosales. Todo, a partir de una factura que no encaja en los esquemas de la directora financiera de un despacho de abogados. Ida Waage se enfrenta a un mundo donde todos son corruptos. Los pocos que no lo son son débiles, unos por impericia, otros por su afición al vino. ¿Quién dijo que la noruega era una sociedad pura, limpia, de buenos sentimientos y economía sostenible? El retrato que la serie hace del sistema noruego es demoledor.

Una espiral de corrupción

Caza de brujas crece en espiral. El punto de partida podría llamarse el efecto mariposa. Una directora financiera de un despacho de abogados donde todos son ricos, van perfectamente planchados y no tienen un pelo fuera de lugar, encuentra un día una factura que no cuadra. Pide explicaciones. No se las dan. Pide el justificante contable. No lo encuentran. Tira del hilo y lo que está al otro lado es un claro caso de blanqueo de capitales. Casi todos los ingresos del despacho vienen de un único cliente. Se trata de un empresario sin escrúpulos que tiene comprada la voluntad de todos los que en Noruega tienen algo de poder.

Esa factura acaba desatando una crisis nacional. La serie es un juego de ajedrez en el que los villanos mueven sus fichas mientras el resto intenta activar las suyas. El triángulo del honor esta formado por Ida Waage (Ingrid Bolsø Berdal), un policía en sus peores momentos, y una periodista de origen paquistaní con contrato temporal. El cuarto en discordia es un abogado con mejores intenciones que talento, aficionado al Barolo más que a los códigos, que siempre está borracho cuando más se lo necesita. La banda de los buenos no es precisamente una organización sólida y férrea

Una escena de Caza de brujas
Una escena de ‘Caza de brujas’

El dinero antes que el honor

En Caza de Brujas Ida está sola. Su marido muestra signos de debilidad preocupantes. Vacila y busca siempre la solución más práctica. Elige siempre el dinero antes que la honra. Un día tenemos que analizar esta debilidad masculina que prolifera en algunas series, sobre todo en las nórdicas y en la británicas. En Caza de brujas el resto de los hombres muestran todo tipo de taras que les convierten en ayudantes muy secundarios de la víctima, que es a la vez la heroína.

Con esa compañía, la victoria no puede ser por goleada. No desvelamos el desenlace. Los malos aquí son tan malos, tan ricos, tan sin escrúpulos, tan marionetas del poder económico que producen entre risa y asco. Los medios de comunicación tampoco salen muy bien parados. Disfrutan con fruición cuando consiguen una exclusiva y se arrugan cuando el poder les pisa los pies. Se mueven según los vaivenes de la opinión pública, tan maleable, tan fácilmente manipulable por las emociones. La historia crece en interés conforme avanza una trama compleja que se mueve en torno a tres o cuatro personajes. Brillante la actuación de Ingrid Bolsø, que da vida a Ida Waage. Una serie más que recomendable. Amarga, de tenso suspense, y sin concesiones al amarillismo.

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