Cuentos únicos vuelve a Saki. Es inevitable. Saki es tan breve, tan agudo, tan certero, tan irónico, que es una bebida literaria que conviene tener siempre a mano. Si además estamos en tiempos de tribulación, la razón es más fuerte. Encontré este relato entre sus cuentos, y también en una traducción de Marta Salís para la antología de Relatos del Mar que hizo la editorial Alba. El subtítulo de aquel tomo es «de Colón a Hemingway». No podía faltar este relato de duquesas y golfos de la aristocracia con gracia para el sablazo.
El relato
Es un motivo clásico de la literatura de aventuras: el banco hundido, El barco del tesoro. Pero Saki le da un giro totalmente inesperado, y lo priva de todo romanticismo. La duquesa de Dulverton ansía descubrir la fortuna que esconde un barco hundido. La duquesa conoce, a través de una pariente que ha sido dama de honor en la corte de Mónaco, un invento que permite rastrear los fondos marinos. Y le encarga la tarea a Vasco Honinton, un sobrino sin oficio ni beneficio, un experto en vivir del cuento. El final es de una comicidad inolvidable.
El autor
Saki es Hector Hugh Munro. Saki es el seudónimo con el que firmaba sus obras este hombre nacido en el golfo de Bengala en 1870. Su madre murió cuando tenía tan solo dos años y fue criado por dos tías solteronas, ignorantes y crueles, lo que le dejó una profunda aversión por el mundo de los adultos. Se alistó en la policía de Birmania, pero la malaria le impidió seguir viviendo en aquellas regiones. Volvió a Inglaterra y se dedicó a escribir artículos. Fue corresponsal en Europa para varios periódicos. Cultivó la sátira social, y fue un maestro en ese género. Al llegar la Primera guerra mundial se alistó como voluntario y murió en 1916 en combate muy cerca de Beaumont-Hamel.