De qué huyen las putas, y dónde quieren llegar

Sigo atento cada capítulo de la serie Condenadas a la clandestinidad que el periodista Alfredo Urdaci publica en las plataformas de podcast. Me consta también que los policías de la sección de extranjería los escuchan y analizan. Incluso algún académico está suscrito al canal en busca de casos que confirmen sus tesis o para encontrar tendencias novedosas en ese mundo fluido y mutante del llamado «trabajo sexual». En los últimos días se han añadido a la serie las historias de dos mujeres que nos llevan a la pregunta del titular: ¿de qué huyen las mujeres que se dedican la prostitución?, y ¿a qué lugar quieren llegar? Es importante saberlo, porque el partido que más consume prostitución, el PSOE, vuelve a la carga con intención de cerrar todo lugar donde estas mujeres puedan ejercer su trabajo con seguridad y protección, justo lo que los socialistas quieren negarles.

Fijémonos en primer lugar en el caso de Milena. Tiene 48 años. Vino a España, como dice ella, «con una maleta cargada de sueños». Enfermera especializada en unidades de cuidados intensivos, trabajaba en Colombia. No le pagaban. Había meses que no cobraba. Tiene dos hijos en la universidad y una madre enferma. Huye por tanto del hundimiento de la clase media en su país. Llegó en mayo del año pasado.

No tiene papeles de residencia, ni permiso de trabajo, ni puede, por tanto, convalidar su título. Cayó en un piso donde le dieron cama. Creía que era por caridad, pero enseguida le dijeron que tenía que pagar con servicios sexuales. Salió corriendo. Llegó a un lugar del norte, y encontró un club donde dice sentirse cómoda. Cuando consigue dinero, lo envía a casa. A su madre, a sus hijos, no les falta lo fundamental. Y ella espera reunir el dinero para volver a casa, antes de que su madre muera.

Milena tiene miedo de que cierren los clubes. Sabe que la realidad de los pisos es mucho peor. Y ni se le ocurre pensar en que tenga que dedicarse a la prostitución en la calle. Hoy su sueño es un «lotecito», es decir un trozo de tierra para hacerse una casa cerca de su madre para asistirla en sus últimos años y que sus hijos terminen los estudios. Ahí quiere llegar. Una ley como la que plantea la ministra de igualdad sería para Milena un desastre. Milena es su nombre real. Como no sabía cómo funcionaba el mundo de las putas, ni se le ocurrió ponerse un nombre de guerra.

Cerca de Milena está Dana. Llegó del mismo país, Colombia. Ya en Colombia fue puta durante un tiempo para montar un negocio de ferretería que sigue abierto. Tiene estudios, y una buena educación. Vino a España para ganar dinero y sacar a su hijo y a su madre de la zona donde viven. Están amenazados de muerte por denunciar a unos atracadores. En Cali le vida no vale nada. Y si recurres a la policía, tu sentencia de muerte está escrita. Milena no huye de la pobreza, no es pobre. Escapa de la violencia, y sueña con traerse pronto a su madre y a su hijo. Para conseguirlo, necesita dinero rápido, tener una casa, y reunir los fondos necesarios para que cuando ellos lleguen se pueda dedicar a otra cosa, porque no quiere que sepan que lo ganado viene del trabajo sexual.

Si el oyente repasa los audios, en casi cien capítulos, con más de 120 entrevistas, verá que las mujeres huyen de la precariedad, de la pobreza, de la destrucción de la clase media, de trabajos como la limpieza o la hostelería, donde les pagan poco por muchas horas, de los horarios en los que no pueden ver y cuidar a sus hijos. Y buscan tener un negocio, comprar una casa, atender a padre enfermos, pagar carreras de hijos. Si el PSOE, el partido más putero de España, consigue cerrar cualquier lugar donde puedan trabajar, su huida continuará, en condiciones de clandestinidad, de riesgo, de violencia. El anuncio de la ley ha hecho que se movilicen y que estén, de nuevo, dispuestas a defenderse. Otra cosa más: las putas huyen también de las promesas de la llamada «industria del rescate» y de la policía.

Marcelo Brito
Marcelo Brito
Nací en 1960 en Matanzas, Cuba. Hijo de gallegos. Crecí entre pocos libros, pero con una curiosidad insaciable. Estudié cine en La Habana y salí de Cuba en cuanto pude porque el mundo era limitado, estrecho, pobre, áspero y poco higiénico, para el cuerpo y para la mente. He colaborado en múltiples publicaciones. Primero en Miami Herald, luego en Caretas de Perú, y ahora en FANFAN.

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