‘Diario de duelo’, de Mary Shelley, el desconsuelo de la pérdida.

Diario de duelo. Mary Shelley. Edición de Gonzalo Torné. Segunda edición corregida. Hermida editores.

Publica Hermida Editores una edición de los diarios íntimos de Mary Shelley. La curiosidad enfermiza que sentimos por todos los escritos de autores famosos trae hasta nosotros estos diarios cuya lectura, como el propio editor reconoce, son una obscenidad: los diarios fueron escritos para la propia autora, sin intención de que fueran nunca leídos por otros ojos que los suyos. Por eso, los pasajes finales son tan perturbadores.  Revelan el atormentado estado de ánimo de una mujer que ha perdido al compañero de su vida y que no tiene ni fuerzas ni deseos para seguir viviendo.

Diarios de Mary Shelley
Diarios de Mary Shelley

Este escueto volumen queda dividido en dos por los propios avatares de la vida de Mary Shelley. En una primera etapa, el diario refleja su vida cotidiana desde que unió su destino al de quien fuera su esposo, Percy Shelley y una segunda, dominada y oscurecida por el tremendo impacto que tuvo en ella la repentina muerte del poeta.

Diarios de viaje

El diario comienza relatando, en ocasiones a cuatro manos, las vicisitudes de  la huida de los Shelley a Francia. Es esta primera parte, es casi un libro de viajes, en el que los franceses no quedan muy bien parados. En un pasaje afirman: Consigno mi sorpresa al descubrir que los habitantes de este pueblo no parecían tener la costumbre de lavarse ni al acostarse ni tampoco al levantarse”. Un poco más adelante señalan: “Ninguna descripción puede hacer justicia al tugurio en el que descansamos. He oído hablar de la suciedad de las tabernas irlandesas y sé, que los escoceses menos escrupulosos temen comer en una de ellas, pero las echamos de menos en este entorno”. Tampoco los suizos quedan airosos, y la autora se queja de tener que compartir el barco en el que viajan “con estos seres repugnantes como enredaderas podridas”.

Vida cotidiana y tragedia

De regreso a Londres durante una temporada, asistimos a la vida cotidiana, en ocasiones anodina y en otras, trágica de los escritores: los Shelley están acosados por las deudas y pierden a su primer vástago. Llegan después sus estancias en Suiza, en casa de Lord Byron, un viaje a Francia para recalar finalmente en Italia. Allí una tormenta hace naufragar el barco en el que Shelley viajaba con su Edward Ellerker Williams. La prematura muerte del poeta hunde a su esposa en un duelo desconsolado y desolador.

El dolor privado expuesto

Al leer éstas páginas, el lector siente una compasión culpable: compasión por la hondura del sufrimiento de Mary Shelly y culpabilidad porque sabe que no tiene derecho a leerlas: estas palabras no fueron escritas para nadie, son el único desahogo de una mujer desesperada por  encontrarse de nuevo con su esposo. Alguien que cuenta los días para su propia muerte y que solo se obliga a vivir por el hijo que aún le queda con vida.  

Es tal la angustia de Mary que dice no soportar estar cerca de Lord Byron, porque cada vez que éste habla, ella espera, con el aliento contenido la réplica de Percy, como cuando charlaban en madrugadas interminables. Se lamenta en estas páginas del futuro con Shelley que es el que ya no viviré”. La hondura de su dolor transmite un desasosiego y una tristeza que solo puede comprender quien ha perdido para siempre a alguien muy querido. Sin embargo y a pesar de la angustia que transmiten el lirismo y la fuerza expresiva de estas páginas confirman la altura literaria de Mary Shelley.

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Mar del Val
Mar del Val
Lectora desde la tierna infancia, aprecio el arte en los relatos y también la honestidad. Cautivar al lector con trampas es una tarea compleja, por eso una se siente un detective en el ejercicio de desentrañar los trucos retóricos, los falsos espejos, los fondos de ilusionista de novelistas y cuentistas. Creo que el público con el tiempo se ha hecho crédulo y poco crítico. No estamos en la vida para ser amables, aunque a nadie le amarga un dulce.

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