Disponible desde el 12 de julio de 2019 en PlayStation 4 y Nintendo Switch
Me he tomado mi tiempo para jugar a Dragon Quest Builders 2. Aunque no había jugado al primero, esto no afecta en la experiencia final de esta secuela. Una segunda entrega que pensaba que sería un Minecraft con aspecto de Dragon Ball, pero después del tutorial queda claro que este juego es algo más.
Lo cierto es que me encanta hablar de este tipo de juegos. Títulos agradables con el jugador y en los que perdemos horas y horas de nuestra vida construyendo lo que se nos viene a la cabeza. Sin embargo, no nos arrepentimos de nada porque no nos fuerzan a jugar con sus reglas. De hecho, nos invitan a crear las nuestras propias y a que seamos nosotro los que planteemos el ritmo de nuestra partida. Todo eso es Dragon Quest Builder 2 y, todo lo que se diga de él, será poco para expresar lo inmenso de este «tapado» del año.
La historia
Dragon Quest Builders 2 nos pone en la piel de un aprendiz de constructor del que podremos elegir género, nombre y paleta de colores. Pero al mismo tiempo nos traslada a un mundo donde la destrucción es el status quo gobernado por los hijos de Hargon. Una secta religiosa que ha seducido a la población y ha conseguido implantar la opinión de que los constructores solo traen pesar y desgracia al mundo.
Con esta tesitura empezamos la historia, siendo presos en un barco de los hijos de Hargon, quienes nos obligan a usar nuestras habilidades como constructores para realizar el reparaciones en la nave, que servirá como tutorial. Una vez la tormenta hace naufragar la embarcación, llegamos a una isla desierta donde conoceremos a Malroth, nuestro extraño y amnésico compañero de aventuras. Así comenzara nuestro viaje para, siguiendo los símiles religiosos, evangelizar los diferentes pueblos que visitemos en el arte de la construcción.
La construcción
Malroth es un negado para la construcción, por mucho que nuestro personaje le intenta enseñar no aprende nada, pero sirve para muchas otras cosas. Me gusta especialmente como esta programada la IA de nuestro peculiar compañero porque en un juego en el que necesitamos tanto combatir como recolectar, esta se ciñe a lo que estamos haciendo como jugadores y se adapta a la perfección.
Cuando estamos juntando recursos Malroth recolectara el mismo bloque o alimento que nosotros estamos recogiendo y cuando combatimos, nuestro irascible amigo saca su garrote y prioriza los objetivos que más beneficie al desarrollo de la batalla, esto es especialmente útil porque da pistas de como deberíamos afrontar cada combate, que, sin esta mecánica, no sería más que machacar botones. El sistema de batalla parece estar implementado simplemente porque ser parte de la franquicia Dragon Quest conlleva luchar contra los monstruos insignia de la franquicia.
La construcción como contraparte del combate es espectacular, tratándolo como lo que es, un clon de Minecraft, este juego presenta un par de cambios que hacen que sea una delicia construir y que nos ayuda a organizarnos mentalmente a la hora de meternos en proyectos de construcción importantes. El primero de estos cambios es añadir algo de rigidez a la imaginación obligándonos a crear varias estructuras que se hacen con formulas especificas de bloques de construcción, bloques de decoración y un tamaño especifico.
Esto dotara de un nombre y una función a nuestra estructura. Las habitaciones necesitan por ejemplo montones de paja en los que dormir y cierta altura para no estar a la intemperie, el comedor necesita una mesa y unos taburetes para poder comer y así una cantidad considerable de estructuras totalmente necesarias que como ya he dicho nos ayuda a crearnos un plano mental de como tendría que estar organizada nuestra base.
Game Design
El segundo cambio en Dragon Quest Builders 2 es una decisión de diseño en la historia que afecta directamente en la construcción, los personajes secundarios. Cuando llegamos a una nueva zona siempre la encontramos en ruinas debido a el mensaje que promueven los hijos de Hargon de destrucción y junto con algún personaje declarado en rebeldía nos pondremos manos a la obra y recuperaremos el antiguo esplendor de la zona en cuestión y convertiremos al «construccionismo» a todos los NPCs que encontremos en la aldea, la prospección minera o el refugio que toque en ese momento.
Precisamente son estos aldeanos los que nos invitaran a realizar ciertas misiones que nos enseñaran a recolectar, forjar armas y construir según avancemos en la historia. Lo interesante es cuando nos piden una estructura especifica para mejorar las condiciones de todos los vecinos y es donde entra ese segundo cambio. Las construcciones no nos afectan solo a nosotros como jugadores, si no que afecta a todo el poblado y le da un componente de construcción por el bienestar social que da una sensación de unidad del grupo que esté trabajando en esa zona y que casa a la perfección con la actitud optimista y bonachona de nuestro personaje protagonista.
El (inexistente) sistema económico
Esto ultimo hila con una de las decisiones más importantes en este título, no existe una moneda. Nuestros trabajos como constructor no son remunerados, es algo que tiene sentido porque todos los pueblos que visitamos son zonas en ruinas y no tendría ningún sentido que pudieran pagar nuestros honorarios. Error en el que caen bastantes RPGs en los que nos pagan miles de monedas de oro o la divisa en cuestión personajes que claramente no deberían disponer de ese capital.
Esto marca la diferencia de forma notable respecto a otros del genero de gestión de recursos y construcción como Animal Crossing o Stardew Valley; en los que siempre estamos atados a una hipoteca o a una nueva herramienta que pagar. Al no tener un sistema económico que explotar lo que recibimos en compensación por nuestros servicios son corazones amarillos o «amistad» que nos servirán para tocar la campana de constructor que nos permite aumentar el nivel del poblado y conseguir nuevos vecinos o para desbloquear zonas nuevas del mapa.
Al no haber moneda en Dragon Quest Builders 2 y por tanto no existir un sistema económico ni tiendas, nada te invita a sobreexplotar el medio que te rodea. Exceptuando la comida que sirve tanto para alimentarnos nosotros como el pueblo, el resto de los bloques y recursos que no necesitemos lo único que hacen es estar almacenados sin una utilidad aparente, a no ser que queramos usarlos para construir.
De esto nos damos cuenta al avanzar en el juego y empezamos a ser conscientes de que todos los bloques son útiles porque todo se termina usando de una forma o de otra. Como curiosidad, podemos hacer baños y los NPCs de nuestro poblado los utilizaran para hacer sus necesidades. Así, estos restos podemos usarlos como fertilizante. Como digo, en Dragon Quest Builders 2 todo sirve para algo pero tener mucho de cualquier bloque es simplemente inútil.
Cuando ya hemos aprendido todo lo necesario nos toca ponerlo en práctica de una forma más imaginativa. La isla a la que llegamos al principio alberga a un milenario espíritu de la construcción que nos entrega la isla nada más llegar para que la transformemos en lo que nosotros queramos. Podemos volver a esta isla siempre que queramos y así no tener que reiniciar nuestro progreso cada vez que cambiemos de zona. Una especie de lienzo en blanco donde construir tanto las estructuras que hemos aprendido, que son útiles para el desarrollo de la base como los edificios que se nos vayan ocurriendo, hay libertad total, ya que ese pedazo de tierra es solo nuestro y no responde a ninguna necesidad respecto a la trama. Si queremos incluso podemos ni colocar un solo bloque, todo queda a nuestra decisión.
El tablón el equivalente a una red social dentro del propio Dragon Quest y sirve para compartir nuestras capturas del modo foto. Si no somos muy duchos en la construcción o no estamos especialmente inspirados sirve para revisar el tablón y coger alguna idea para la isla. En mi caso, ha sido especialmente útil para ver cómo se podía llegar a explotar por completo la construcción.
Conclusión
Dragon Quest Builders 2 es de lo mejor que he jugado este año, rozando casi la perfección, mandando mensajes que podemos interpretar de manera positiva. El combate es mejorable, todo lo contrario a la construcción que resulta muy intuitiva y destaca lo bien que se controla todo en Nintendo Switch. Además, la satisfacción de terminar una construcción y poder decir con orgullo que lo hemos construido nosotros no tiene precio.
Este titulo no supone un desafío pero es un paseo agradable, algo que viene genial para desestresarse de un largo día de trabajo. Un juego que no estará en ninguna lista para los GOTY pero que desde luego es de los juegos más redondos del 2019.
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