El estigma. Emmy Hennings. El paseo
En su segunda obra, un libro confesional, Emmy Hennings describe con crudeza y sinceridad como se vio abocada a la prostitución a pesar de sus escrúpulos físicos, morales y religiosos. Un libro del que Herman Hesse dijo que tenía más fuerza aun que Cárcel.
Una historia en tres tiempos
Hennings ofrece en El estigma un relato crudo de sus años de juventud. Sin dinero, en una ciudad en la que no conoce a nadie, y tras pasar varias noches a la intemperie, no le queda otro remedio que vender su cuerpo. En esta primera parte del relato describe como, tras su inicial repugnancia y después buscar sin éxito un trabajo honrado, se ‘adapta’ a la profesión. En la segunda parte del libro, cuenta su relación con otras compañeras de oficio, a las que describe con una minuciosidad no exenta de ternura. La tercera parte de la novela está dedicada a sus inicios en el cabaret, que años más tarde culminaría en el Cabaret Voltaire, que fundó con su marido, el escritor Hugo Ball.
La confesión de Hennings desvela su honda repugnancia por lo que se ve obligada hacer. Lo explica con fina ironía: ‘Me convenzo de que la comida es un vicio, algo absolutamente superfluo ; pero no estoy del todo convencida’. Y con un no menos fino humor: ‘Si no llega un cambio radical tendré que ir descalza, con cara jovial, como si estuviese de moda’.
Verse manoseada en unas relaciones mercenarias, cuando no engañada o robada por sus clientes no deja en buen lugar a los hombres: ‘Extraño que algunos hombres me digan que me consumiré. Siempre lo dicen después. Podrían decirlo alguna vez antes. Si son de la opinión de que estoy perdida ¿por qué contribuyen a ello?’
Entre tanta miseria y remordimiento también hay escenas hilarantes. Tras la muerte de una compañera, Hennings decide vender ‘su futuro cadáver’ a la morgue en un diálogo, que provoca la carcajada, con el portero de la siniestra institución.
Profundamente católica
Hennings escribe El estigma en 1920, el año en el que se convirtió al catolicismo, cuando contaba ya 35 años. Y el libro es una continua reflexión sobre Dios, su búsqueda, su aprobación, su presencia, su abandono…‘¿Me deja Dios tan sola porque no puedo pensar en Él de modo suficientemente intenso? A menudo lo pienso. Pero aún cuando yo no lo vea y no sepa lo suficiente de Él, Él si sabe de mi. ¿Es que no ve cómo lo cortejo?’ Y se exime de culpa por vender su cuerpo.: ‘La parte superior, cabeza, corazón y pecho pertenecen a Dios, la parte inferior que se la quede el diablo.’
El libro tiene una excelente traducción de Fernando González Viñas, autor, junto al ilustrador José Lázaro de una novela gráfica sobre la vida de Emmy Hennings, El Ángel DADA. González Viñas demuestra un profundo conocimiento de la cultura alemana y de la obra y vida de Hennings. Una lástima que la edición se vea empañada por alguna errata, por otra parte cada vez más comunes en el mundo editorial español.