‘Todo esto existe’: el héroe que habita en el hombre fracasado

Una primera 'gran novela' de Íñigo Redondo

Todo esto existe. Iñigo Redondo. Random House

Aléxei es un hombre de mediana edad que dirige un instituto en la Unión Soviética de finales de los 80. Su vida es monótona y gris como era la vida de los soviéticos en aquella época. Incluso más: su esposa le acaba de dejar y pelea con su recuerdo recurriendo a diario al alcohol. Aléxei se regodea en su soledad y esquiva las atenciones de sus compañeras de trabajo. Atenciones bienintencionadas, o no tanto….

Un día su sistemáticamente miserable vida se ve sacudida y toma una decisión descabellada. Descabellada o no, es la única salida posible para el dilema que se le plantea, en un estado en descomposición como era la URSS en aquellos días. Si el secreto de Alexei se descubre, la cárcel de por vida y el escarnio público están asegurados.  A partir de ese momento vivir su vida gris y finge que nada ha cambiado, cuando nada es igual: ni los días que se suceden uno tras otro, ni las fechas extraordinarias, ni la relación con sus vecinos ni con sus alumnos.

foto de Alexei Tytarenko
Fotografía de Alexei Tytarenko

Iñigo Redondo agarra al lector desde la primera página. No es difícil imaginar a los editores de Random House entusiasmados ante el dinamismo del arranque de la novela donde entrelaza los acontecimientos de la historia rusa que discurren paralelos a las vidas de los ancestros de los dos protagonistas. No es fácil llegar a las grandes editoriales. Y el autor confiesa que para esta su primera novela, utilizó un reclamo: una sinopsis de la novela en la que en la última línea, una joven estudiante pide a su profesor que la secuestre. Los de Random House debieron de pensar que si el autor era capaz de sostener ese desafío estaban ante una gran novela. Y no se equivocaron.

Una huida hacia delante

Después el ritmo ya es más pausado, en ocasiones moroso. El autor relata con gran delicadeza la relación entre los dos protagonistas, sus diálogos, su conexión, su dependencia mutua, su soledad, sus sueños. La casa de Alexei es un minúsculo oasis en la mugre y la miseria de un país al borde del abismo. Y cuando queda menos para que el desenlace sea si no feliz, al menos soportable, el autor nos golpea con fuerza, sin compasión. La historia que nos ha estado contando transcurre en Chernóbil, y es  la primavera de 1986.

Aquí es donde comienza la agónica huida hacia delante de los protagonistas para intentar salvar la vida y sin desvelar su secreto. En el camino tropiezan una vez más con los obstáculos tozudos de la burocracia, que serán un elemento clave en el desenlace.

Redondo ha escrito una magnífica novela. Todo esto existe es triste y desgarradora. Habla de la soledad personal y la soledad del individuo ante el estado. Y además tiene el inmenso mérito, a mi juicio, de que no se le note que no es ruso. Tan solo alguna referencia a España chirría levemente (¿sabían de verdad los rusos en 1985, quien era Omayra Sánchez, la niña del Nevado del Ruiz?) en una novela que promete grandes alegrías para la narrativa en español.

Iñigo Redondo
Iñigo Redondo

Sobre el autor

Iñigo Redondo es arquitecto y escritor. Nacido en Bilbao en 1975 quedó finalista en el Certamen de Jóvenes Creadores de Madrid en la modalidad de poesía. Es autor de Vías de contagio, una antología de relatos, la obra teatral Nosotros, vosotros, ellos y varias novelas. En una reciente entrevista explica así el personaje central de Todo esto existe: «el héroe anónimo que hay detrás de cada ventana también es débil y miedoso y le aterroriza la soledad. A veces te descubres tomando decisiones espeluznantes porque no tienes alternativa o porque la alternativa es peor. La heroicidad no está reñida con la mezquindad”. Redondo viajó en 2011 a Kiev. Y se encontró con un paisaje que coincidía con la imagen que tenía de las ciudades del este: grandes avenidas en las que los individuos se disuelven, bloques uniformes, y un paisaje abierto, abismal.

Mar del Val
Mar del Val
Lectora desde la tierna infancia, aprecio el arte en los relatos y también la honestidad. Cautivar al lector con trampas es una tarea compleja, por eso una se siente un detective en el ejercicio de desentrañar los trucos retóricos, los falsos espejos, los fondos de ilusionista de novelistas y cuentistas. Creo que el público con el tiempo se ha hecho crédulo y poco crítico. No estamos en la vida para ser amables, aunque a nadie le amarga un dulce.

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