Entre azules – Ana Hernández Sarriá – La esfera de los libros – 19.90€ – 396 páginas
Ana Hernández Sarriá nos descubre en su tercera novela Entre azules sus vivencias durante el confinamiento en las islas Maldivas. Esa estancia le hizo crear esta novela donde nos refleja cómo fue vivir este periodo del coronavirus en una isla asolada donde apenas había casos de tal virus pero se veían sentenciados por lo asolados que estaban allí y por estar tan alejados de sus familiares en este momento de melancolía. Una historia personal novelada con un bonito homenaje a sus familiares
Sinopsis inicial
Federica desde pequeña ya se vio sorprendida por la incomprensión hacia su persona. En el colegio dibujaba casas rodeadas de ventanas desde la que en todos los puntos se veía el mar, todos le decían que aquello no podía ser. Más tarde dibujaba casas con ventanas triangulares, rectangulares, redondas en lo alto de una montaña y seguían diciéndole que aquello no sería posible y ella asintió pero supo que al menos su sueño de ver el mar desde todos los puntos sería posible en algún momento de la vida.
Fede nunca se rigió por los cánones comunes de la vida, nunca adoptó una vida monótona y es que ella quería conocer el mundo, aprender nuevas culturas, religiones, costumbres; con esta iniciativa vivió durante varios años en Nueva York y ahora a sus treinta años quería ir a las Maldivas para escribir allí su tercera novela. El argumento aún no lo tenía pero poco importaba y es que seguro que allí le surgirían mil ideas a través de la aventuras que allí viviría pero todo se trastocó un poco con la llegada del virus, ese virus que asoló el mundo y que aunque allí no era una auténtica realidad sí que hizo que se afloraran sus sentimientos y es que estos ahora estaban a flor de piel.
Puntos de vista
Pero Fede antes de llegar a esa isla del Índico, tuvo un regalo sorprendente; un viejo diario de su abuela que pensó que le ayudaría para evocar alguna idea creativa para su nueva novela, y quizás de alguna forma así fue o al menos le ayudó para conocer más a su abuela, una mujer que creció en la Guerra Civil y cuya felicidad plena era la alegría de sus nietas con quienes compartió vivencias imborrables, ahora recordadas por Fede a través de las páginas de su diario.
En esa aventura que aun estaba por iniciar, Fede estrechó su vínculo con su hermana quien a sus casi cuarenta años se sometería a una intervención para ser madre. Este duro proceso lo viviría sola, con el único consuelo de revelárselo a su hermana a través de sus constantes chats.
Este tiempo de aislamiento en una isla con apenas unos pocos españoles en la que se conocían las noticias más extremas por parte del mundo, pero donde allí apenas había casos vivieron también un encerramiento pero algo más amplio. Y es que ellos no podían salir pero de la isla, por lo que tenían un terreno de un kilómetro de largo con playas vírgenes, un cielo azul y grandes masas de agua cristalinas para sumergirse en una aventura íntima y personal que se le quedará por siempre guardada.
Valoración personal
El tiempo es lo único que no vuelve es la segunda novela de la autora, aunque para mí fue la primera para conocer su pluma cálida y dulce para así lograr una novela que me cautivó y se convirtió en una de mis mejores lecturas de 2019, por ello no dudé un instante en leer Entre azules en cuanto me enteré que salió a la venta, pero esta novela no me ha cautivado tanto como la anterior.
La frescura de sus ideas y su pluma ágil siguen estando presente, pero he echado en falta más trama. Creo que Entre azules es un diario donde nos muestra de manera novelada la vida de la escritora aunque con tintes más narrativos y quizás si se hubiera expuesto de esa manera me hubiera enganchado más.
Está muy bien expuesta la vorágine de sentimientos que sufre la protagonista durante su estancia en esa isla paradisiaca, lo que echa en falta a sus seres queridos durante el encerramiento... Me recuerda a esos momentos de incertidumbre sin saber de los familiares que sufrimos todos durante los comienzos de la pandemia y creo que la protagonista valora más el sentido de la palabra familia y unión desde ese periodo de reclusión pero quizás el no incidir más en elementos de la isla, o el constante recuerdo de ese momento amargo de encierro es lo que me hace más reacia el gusto por la novela.
Creo que Fede es la propia Ana, y eso sí me ha gustado pero quería más. Necesitaba saber si aun tiene contactos con los que allí conoció y como ha servido ese tiempo en su faceta más personal, me hubiera gustado un epílogo de un tiempo después y no solo de cuando aterrizó. Como firme homenaje a su abuela y a su hermana es toda una proeza y un canto de amor hacia ellas, pero como novela de ficción se queda algo “coja”, aunque debo destacar su bella ambientación y esos capítulos cortos que hacen amena su lectura.
En definitiva, una novela que nos expone como fueron las vivencias de otros durante el confinamientos a principios del 2020 en una isla casi perdida del Pacífico, que nos evoca a un periodo ahora inimaginable que nos hizo saber qué y quiénes son importantes en nuestra vida y es que desde ese momento sabemos destacar los pequeños momentos que vivimos.
Otro libro que nos hace ver la estrecha relación entre la abuela y nieta es Julia está bien de Bárbara Montes
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