Erotismo, vanidad, codicia y poder. Las pasiones en la vida contemporánea. Axel Capriles. Turner Noema
Mitos, cine, literatura y actualidad. Axel Capriles mira las pasiones con la fuerza analítica de un psicólogo de la escuela de Jung pero se hace preguntas que cuestionan el sentido de la declinación actual de la pasión, esa fuerza eterna de lo humano. Las pasiones pasaron de ser impulsos expulsados de la psicología ( desde el siglo XIX) a ser vistas como programas superiores para la adaptación al medio, «sistemas de relaciones y cadenas de información surgidos de los agregados estadísticos de la presión selectiva, la reproducción y la persistencia de genes que incrementaron la posibilidad y la procesos y diseños relevantes para la adaptación al medio». Pero ¿qué pasa con las pasiones que nos destruyen? El hombre es el carácter, decían los griegos. La pasión, las pasiones pasan a ser, según Capriles, las formas del «desarrollo personal y colectivo». Y con esa premisa, Capriles se asoma al ser contemporáneo de pasiones que nos expresan, con las que traducimos el sentido de nuestras vidas.
Pasiones y evolución
El libro de Capriles es un conjunto de ensayos que tienen como denominador común, como casa común, las pasiones. Uno puede estar más inclinado a conocer las formas actuales de la pasión erótica o los excesos de la codicia, pero como lector hará bien en comenzar por La experiencia de la pasión, y luego seguir por donde quiera, por la Biografía del selfi o por Poder e inferioridad psicopática. En todos, Capriles le va a sorprender por la agudeza de las hipótesis que plantea, pero todos deben ser leídos a la luz del primero, donde se indaga en el porqué de unas pasiones que se han mantenido en el equipamiento humano, a pesar de que nos pueden conducir a la ruina, la desgracia y la desesperación.
La tesis que Capriles defiende en el libro es que «las emociones son rituales del alma, maneras en que se expresan las múltiples personalidades parciales del propio sujeto (…) Las emociones son formas ceremoniales de comunicación con nuestro mundo interior, puntos de encuentro en la compleja dialéctica entre el inconsciente y la conciencia subjetiva». En fin, que para Capriles, las pasiones «son el sistema más coherente para expresar nuestra condición existencial». La pasión es una «ética y una estética del sufrimiento».
Erotismo y exotismo
En Una nota sobre exotismo y erotismo, explora las conexiones entre lo erótico y el viaje, con el detonante de la imaginación, que dispara la fantasía. Y se pregunta por la evolución de lo erótico en una sociedad hipersexualizada: «el uso del sexo como rpoducto político, la expansión y vasta penetración de la pornografía digital en todas las edades y lugares, la sexualidad polimorfa y la volatilidad de la identidad sexual transmoderna implican necesariamente cambios en la concepción contemporánea del erotismo».
Sigue una investigación sobre el sentido del selfi que tiene una explicación nihilista: «sin dioses ni demonios que guíen nuestra existencia, sin grandes interpretaciones teológicas, sin ismos, pero también, sin un mundo de significados internos que descubrir, el ser humano se ha quedado solo con su yo, extasiado ante las representaciones de si mismo como único valor sostenible». El selfi es una expresión de la búsqueda de la identidad propia, un sistema exploratorio de una identidad difusa.
El poder como psicopatía
Uno de los capítulos más interesantes del libro está al final, cuando Capriles, venezolano con residencia lejos del chavismo, analiza las pasiones que se ponen en juego en lo político. La gran perplejidad que analiza en este ensayo es la de por qué muchas veces, individuos y grupos, inferiores en condición moral e intelectual llegan a estar por encima de los demás y controlan y determinan sus vidas. ¿Por qué hay tantos políticos y gobernantes inescrupulosos, corruptos y cínicos, aun en sociedades con sistemas de elección democrática?
Capriles, que vio el ascenso del golpista Chávez en Venezuela, que vive en la España de Podemos, afirma que en un contexto de crisis, de decepción con respecto a las instituciones, «aparece en la luz pública una personalidad arrolladora, poseída de la verdad, absolutamente segura de si misma, el hombre normal queda embelesado, emocionalmente desarmado, seducido por ese ser que le permite experimentar vicariamente la grandeza, que lo induce a rellenar y pegar las fracturas y fisuras de su mente con certezas. Es un símbolo que lo contiene y lo compensa». Existe un vínculo estrecho entre poder y estupidez: «al idealizar personas que representan nuestros defectos y estolidez nos sentimos curados. Al hacerlas superpoderosas y dueñas de la verdad nos sentimos seguros». En un mundo de dudas e inseguridades, la falta de límites y dudas del titán respalda nuestras ilusiones. En fin, que los autócratas y dictadores existen porque los ciudadanos les damos cabida, «por su conexión con una inferioridad que nos hace particularmente dependientes e ingenuos». Lo escribe un hombre lleno de asombro ante lo que ve, y lo leemos ciudadanos llenos de asombro ante el mismo espectáculo. El libro de Capriles nos ayuda a comprender esa gran perplejidad.
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