Llega ‘Ex libris’, un documental sobre la Biblioteca Pública de Nueva York, producido y rodado por el gran maestro del documental contemporáneo, Frederick Wiseman. Como hizo antes con la Ópera de París, o con la Universidad de Berkley, Wiseman retrata la vida de la New York Public Library con su estilo peculiar: una cámara que se cuela en todos los rincones de la institución y retrata su vida a partir de detalles y momentos en apariencia irrelevantes.
Ex libris se desarrolla con el ritmo propio de las obras de Wiseman: lentitud, morosidad, conversaciones en grupo. Las tomas son largas y captan el detalle de las conversaciones. El montaje encadena planos de larga duración. Wiseman se toma su tiempo. Esto es algo muy propio de su estilo. No hay prisa, ni montajes rápidos, ni imágenes de planos encadenados. No hay voz en off. Las únicas voces que se escuchan son las de los empleados, los usuarios, los gestores. Todo confluye en una gran pregunta: ¿para qué sirve una biblioteca pública?, ¿cuál es en realidad su función?
La vida interior de la Public Library
New York Public Library es una institución central en la vida neoyorquina. Tiene un presupuesto anual de 300 millones de dólares y guarda en sus depósitos más de 53 millones de objetos o productos culturales, desde libros a DVD, fotos, periódicos y todos los soportes en los que se ha difundido la palabra. Ex libris sigue a la serie de inmersiones de Wiseman en grandes instituciones culturales. Empezó con La Danse, un viaje apasionante a las entrañas de la Ópera de París (2009). Siguió con At Berkley, retrato de la prestigiosa universidad californiana, uno d elos centros universitarios con más premios Nobel en su nómina. En 2014, Wiseman presentó National Gallery, donde retrata la vida interior del gran museo británico.
En los documentales de Wiseman el espectador debe estar atento a las conversaciones. No hay entrevistas. La cámaras se cuela en reuniones formales e informales. No hay rótulos. De las palabras de una mujer deducimos que es una experta en gestión cultural. De lo que sucede ante los ojos del espectador, las bibliotecas no son depósitos de libros. Forman parte de la política social. Utilizan la cultura para ayudar a las personas sin recursos
De Patti Smith a los unicornios
La biblioteca alberga charlas y conferencias de Elvis Costello o de Patti Smith, pero lo importante son los programas para enseñar el uso de la red, o los talleres para ciegos, o el uso de sus salas para que el ejército o la policía hagan campañas de captación de jóvenes para ingresar en sus filas. Una biblioteca de una gran ciudad es un organismo vivo que crea y fomenta a la comunidad, y que le ayuda estar integrada, a que nadie se quede fuera, descolgado de la cultura, sea cual sea. Los empleados, en sus conversaciones, tratan con el mismo mimo, cuidado y rigor a quien pregunta por Schopenhauer y a quien busca el rastro real de los unicornios.
Wiseman entra en las reuniones de los gestores, para que se vea que el modelo funciona, y que el dinero público se utiliza con ese criterio de pragmatismo eficiente tan americano. En los gestores no hay ideología, hay resultados divididos por presupuesto. La cámara de Wiseman entra en las delegaciones de los barrios. Es el archivo de la ciudad. Los vecinos entran a buscar el rastro de sus ancestros de hace dos siglos, o los anuncios que utilizaba la publicidad antes de la gran guerra mundial. Una biblioteca es mucho más que prestar libros, es un mecanismo complejo para acercar la cultura y la educación a los ciudadanos.
La colaboración entre lo público y lo privado
Una de las conclusiones más relevantes del documental es que la colaboración entre lo público y lo privado potencia las capacidades de ambos sectores. Cuando lo privado se compromete con el bien público, el sector público puede hacer más, llegar a más personas, desarrollar programas más eficaces. Esto es algo que en España es una asignatura pendiente.
En una entrevista reciente, Wiseman dice que «la biblioteca, como el hospital, la educación, los bomberos, la policía o el propio sistema de salud son, en su radicalidad, servicios públicos con una función pública. Olvidar eso nos condena. Es ahora, cuando la sociedad tiene que funcionar como una sociedad, cuando nos acordamos de todo lo que hemos hecho mal por el interés, el egoísmo o la despreocupación de algunos»