La región francófona de Bélgica está bien conectada a través de una buena red ferroviaria y de senderos o carriles señalizados, que permiten conocer algunos de sus principales atractivos turísticos sin necesidad de coger un coche. De norte a sur, de este a oeste y sin coche. De esta forma se puede conocer también Valonia, la región al sur de Bélgica: sin prisa, sin motor, de forma sostenible y siendo partícipe de una aventura única. En la zona valona hay varios itinerarios sostenibles que permiten moverse entre ciudad y ciudad sin vehículo motorizado propio y cruzando alguno de los enclaves valones más destacados.
De Namur a Dinant
De la capital valona hacia uno de los pueblos más bonitos de la región, Dinant, se puede ir en tren, bicicleta o a pie (o combinándolos) para hacer turismo y descubrir Valonia de una manera más sosegada. Para los menos exploradores, el trayecto en tren de media hora que une ambas ciudades es la mejor opción, pero si se quiere conocer Valonia en todo su esplendor, las opciones idóneas son por caminos peatonales o carriles bici señalizados.
De hecho, pedaleando se puede llegar a la conocida como ‘Hija del Mosa’ de forma rápida, en cuestión de tan solo una hora y media. Saliendo desde Namur, tan sólo hay que reseguir el río Mosa hasta llegar a Dinant, un agradable camino etiquetado con la señal ‘Meuse à Velo’. A pie, el trayecto se alarga hasta los 49 kilómetros, divididos en cinco etapas variopintas en cuestión de longitud, pero con un punto en común: son etapas fáciles para toda la familia que pueden dividirse en un día y medio y permiten combinarse con algunas visitas a lo largo del camino, como los bucólicos Jardines d’Annevoie o las dresinas de Molignée, las cuales permitirán descansar sin interrumpir el trayecto.
De Mons a Tournai
La escasa media hora de tren que separa estas ciudades se convierte en una aventura más longeva si el viajero se lanza a hacerla en su bici o sobre sus propios pasos. El trayecto a pie es de 59 kilómetros y se recomienda dividirlo en tres días, ya que es de dificultad moderada y tiene múltiples posibles paradas en el trayecto, ya que la región de Le Borinage, que es la que cruza esta ruta, está repleta de majestuosos castillos y lugares naturales preservados. En bicicleta, son un total de 78 kilómetros de nivel fácil que pueden dividirse en dos días.
Algunas de las cosas a descubrir más icónicas del trayecto son el Castillo de Beloeil, la Colegiata Saint-Waudru o, para los viajeros que buscan tesoros paisajísticos, pueden cruzarse con la villa de Bernissart. Asimismo, en el punto de inicio, en Mons, y también el de final, Tournai, se pueden visitar sus respectivos campanarios, ambos considerados Patrimonio de la Unesco.
De Marloie a Lieja
El río Ourthe es el hilo conductor de esta ruta que también puede hacerse en poco más de una hora de tren. Sin embargo, también puede hacerse a pie o en bici y aprovechar para descubrir Durbuy, punto medio entre ambos municipios y que es la ciudad más pequeña del mundo; con una atmósfera romántica innegable. Sus calles empedradas, el peñasco sobre el que se asienta el castillo o su entorno verde, promete una escapada al corazón de las Ardenas belgas.
Después de un viaje a través de varias pequeñas villas naturales de la región valona, Lieja es la parada final. Conocida también como la ‘Ciudad Ardiente’, por la frenética vida que transcurre en sus calles; es también una ciudad de contrastes en plena transformación y que combina su patrimonio más antiguo como el Palacio de los Príncipes Obispos y el Real Teatro de Valonia con majestuosas obras ultra modernas como la estación de tren de Guillemins, obra del arquitecto español Santiago Calatrava. Con sus joyas arquitectónicas (448 edificios protegidos) y culturales (20 museos), la ciudad de los cien campanarios – también se conoce con ese apodo- es uno de los encantos de la Bélgica más desconocida.