Jeff Wall es un artista canadiense reconocido como uno de los fotógrafos más influyentes de las últimas décadas. Su obra, caracterizada por la meticulosa construcción de escenas escenificadas y el uso de gran formato, desafía las convenciones de la fotografía documental y explora la relación entre la imagen y la realidad. Wall nació en Vancouver, Canadá, en 1946. Estudió historia del arte en la Universidad de Columbia Británica y luego se mudó a Londres para trabajar como asistente de cine. En la década de 1970, comenzó a experimentar con la fotografía, utilizando una cámara de gran formato para capturar imágenes de gran detalle. Wall sigue en Canadá, donde trabaja, en paz, “en una vasta propiedad frente al Océano Pacífico”. También es “The Riddler”, este artista del enigma, el hombre invisible que cruza una de sus fotos de gran formato.
“Jeff Wall”, hasta el 21 de abril en la Fondation Beyeler de Riehen, cerca de Basilea, Suiza. Comisarios: Martin Schwander y Charlotte Sarrazin.
La Fundación Beyeler, cerca de Basilea, ha organizado una retrospectiva sobre este fotógrafo que ha creado obras que provocan una permanente intriga. Wall es un mensajero de nuestro mundo y un explorador de la verdad y la realidad en la fotografía contemporánea. En una reciente conferencia en la Beyeler, Wall afirmaba que «siempre hay un elemento de reportaje en (su) obra” y reclama “la misma libertad que un pintor, un músico o un compositor”. Sus imágenes remiten a veces a la pintura, El pensador (1986), “monumento imaginario que remite al desengaño y la traición”, homenaje a Durero con su trabajador atrapado en sus pensamientos, La expulsión (1988/2004) y su clase familiar “media” que resiste acreedores, y Les Jardins (2017), su tríptico donde dos hombres caminan como fantasmas en un laberinto de boj. Algo así como el hilo de Ariadna “el tema bíblico de Adán y Eva expulsados del Paraíso”. Las fotografías de Wall se caracterizan por su gran escala, su meticulosa composición y la representación de escenas realistas que a menudo parecen sacadas de una película. Sus obras suelen abordar temas como la violencia, la alienación y la naturaleza de la representación.
Wall estudió en la Universidad de Columbia Británica, la dejó en 1970 para realizar una estancia de investigación de tres años en el Instituto Courtauld de Londres. “La vida de un artista, de dónde viene, de qué país, de qué cultura, no interesa. Lo único que importa es lo que hace, sea bueno o no. Así veo yo a los artistas”, añade para evitar el recurso a las anécdotas. Wall bebe de la pintura clásica y de su simbolismo (La tumba inundada, 1998-2000, y sus estrellas de mar en lugar del ataúd, imagen del más allá), cuando no las reminiscencias (A Sudden Gust of Wind, según Hokusai, 1993), y sus caminantes como pequeños personajes arrastrados con sus escrituras por la borrasca. Su pequeña niña inmóvil ante la contemplación de fichas de nácar (Mother of Pearl, 2016) es una referencia de doble sentido a ese tiempo suspendido que vemos en Vermeer (La dama del collar de perlas, 1662-1664). “No busco referencias, ni explícita ni sistemáticamente. Pero desde que tenía 12 años miro obras de arte con seriedad y continuidad”.
La composición remite a la pintura histórica, como en Dead Troops Talk (una visión después de una emboscada a una patrulla del Ejército Rojo, cerca de Moqor, Afganistán, invierno de 1986), una enorme caja de luz de 1992 con sus heridos y moribundos. «Sería interesante saber qué diría alguien que fue aniquilado por una razón compleja y oscura. Siempre hablamos del silencio de la fotografía. Sólo el cine hace hablar a la imagen. En la fotografía el presente no es necesario, como tampoco en el cine o en una novela”, reconoce este autor que expresa su poesía en los títulos lacónicos, interminables o enigmáticos de sus imágenes, a veces a años luz de ésta.
Así El narrador, 1986 (en la foto superior) con sus personajes diseminados en un terraplén embarrado, cerca de un puente, que, según él, “encarna bien la exposición” sin que sepamos dónde está el narrador y qué historia. Jeff Wall narra “las ciudades de Canadá, aún no terminadas, aún no extremadamente densas, todavía cercanas a la naturaleza», en las que creció cuando era niño. Es su “historia fragmentada de una cultura global”. Jeff Wall no revela sus secretos de mago.
Cree en el misterio de las cosas. “No voy a seguir a Robert Frank por las carreteras estadounidenses de 1955. Nadie puede superar a Robert Frank, Cartier-Bresson o Walker Evans. La pintura ha dominado el mundo durante 1.000 años. La energía de la foto, su capacidad para captar detalles, ofrecen casi demasiada libertad”, afirma el hombre que construye “escenarios involuntarios” y deja que el espectador juzgue.
Obras destacadas:
- «Picture for Women» (1979)
- «The Destroyed Room» (1986)
- «Dead Troops Talk» (1992)
- «A Sudden Gust of Wind (after Hokusai)» (1993)
- «En route to the Prom» (1999)