Madrid puerta de la Navidad tenía en el programa del 3 de enero un concierto del Lechner Piano trío, tres hermanos ante el piano en la Basílica Pontificia de San Miguel, una de las iglesias más bellas de Madrid, en el barrio de los Austrias, un puro teatro barroco presidido por el Arcángel. Ya saben ustedes, lectores, que los ángeles y arcángeles son siempre portadores de mensajes del más allá, no solo en la Biblia sino también en la pintura, incluso de la modernidad del siglo XX, vean si no los cuadros de Paul Klee. Así que asistimos, de la mano siempre cordial y atenta de Rodrigo Carrizo Couto, al mensaje musical del trío. La iglesia estaba abarrotada.
El programa hilvanaba una serie de piezas en torno a la Navidad, desde la inicial Coral de la Cantanta 147 de Bach hasta el cierre: una versión de El Tamborilero, arreglo para dos pianos y percusión, un tambor que Federico Lechner asumió con un entusiasmo de sonrisa infantil. No era para menos. Las hermanas Lechner interpretaron la Danza de los Mirtitones y Federico y Karin la del Hada de Azúcar de la Suite El Cascanueces, de P.I. Tchaikovsky. Y siguieron por dos danzas eslavas de Dvorák.
Karin Lechner abordó Automne de C. Chaminade, compositora de la que anunció un concierto especial para el 8 de marzo. Hubo piezas argentinas, el emocionante Adiós Nonino de Piazzolla y el villancico La peregrinación, de Ramírez, un clásico de la Navidad entre los argentinos. Jaleados por los aplausos, los Lechner volvieron al piano para interpretar una sonata de Rachmaninov, una de las pocas piezas escritas para seis manos. Federico advirtió: «la dificultad de la pieza no estriba en tocarla, sino en sentarse tres personas ante el piano».
Los Lechner interpretaron también algunas piezas propias: Hermanando, de Federico Lechner, obra para dos pianos, el clásico Silent Part Night con arreglos de Constanza Lechner y un Blues for Winton, compuesto por Federico, y de hondo significado en la vida de este trío. El padre de los hermanos fue Jirí Frank Lechner, nacido en Praga en 1932, y uno de los 669 niños salvados por el banquero británico Sir Nicholas Winton, historia que inspiró la película protagonizada por Anthony Hopkins. Jirí, como el resto de los niños, fue trasladado a Londres, en una operación financiada por el propio Winton, que salvó las dificultades de la oposición del gobierno británico a aquella iniciativa. Más tarde, Jirí Frank se instaló en Buenos Aires, donde ejerció como maestro repetidor en el Teatro Colón. Sus tres hijos nacieron en la capital argentina.
Las piezas, por tanto, iban revelando el mensaje tejido con esas puntadas: tres pianistas de origen judío, tocan hermanados piezas musicales en una iglesia católica ante un cuadro imponente del Arcángel San Miguel pocos días después de la Navidad. Hay en el mundo 6.000 personas que viven gracias al coraje de aquel hombre modesto llamado Nicholas Winton. Tres de ellos son los hermanos Lechner. La noche proclamaba con la música de los Lechner la idea de que quien salva una vida salva en ella a toda la humanidad.
En el plano estrictamente musical, el concierto fue una muestra de la versatilidad de Federico Lechner en el pìano: improvisa con una soltura jovial, hace excursiones por el tango o por el jazz, o se convierte en tamborilero de uno de los villancicos más sencillos y emotivos de la música navideña. Federico vive en Madrid es uno de los acompañantes más reclamados en el panorama musical español. Ha trabajado con figuras como Enrique Morente o Jerry González. Constanza también es madrileña de adopción. Se dedica a la enseñanza, que combina con su trabajo en el Teatro Real, discos de música clásica para niños o proyectos más personales alrededor de la obra de compositores como Egberto Gismonti. La tercera pianista de la familia es Karin Lechner. Residente en Bruselas, es una reconocida intérprete clásica, con una extensa discografía y carrera internacional.
