‘Monetizado’, una novela sobre la maldición del youtuber

Monetizado. Agustín Serrano. 473 páginas. Edición independiente.

En Monetizado, Carlos es youtuber. Forma parte de se pequeño grupo de élite en el que están celebridades como El Rubius, que viven de sus videos en la red. Juegan, graban, suben, cobran: monetizan su actividad. Carlos no tenía muy claro qué hacer con su vida. Esa desorientación provocaba continuas tensiones en su casa. Tiene un padre tradicional que no entiende la red y su economía, y una madre taxista que sabe que el secreto de tratar con su hijo es tener mucha paciencia y darle mucho afecto. Las dudas del chico las resuelve su tío, el hermano de su madre. El tío descubrió un día el porno. Graba episodios de sexo con mujeres que aspiran a la fama. Vive bien. Cero estrés. Por el tío, Carlos se convirtió en Karltube. Pero ahora lo quiere dejar. Se ha enamorado de una rusa y quiere anonimato, otra vida.

monetizado

Monetizado comienza con una entrevista en la que Carlos/Karltube conversa con Risto Mejide. El Risto de la novela es bastante mejor conversador que el de la realidad. Y Carlos confiesa en la tele que se va, que lo deja, que hasta aquí ha llegado su viaje por la fama. La reacción en la red oscila entre la desconfianza en el mensaje (es un truco publicitario) y la ira.

El populus de internet insulta a Karltube. Su tío le aconseja que lo medite. No va a encontrar otra forma de vida en la que le paguen tanto por hacer tan poco. Tiene un talento natural para el video de internet, y ningún talento para ninguna otra cosa. Carlos apenas ha estudiado. En su situación actual no le hace falta. Es más, forma parte de esa generación que piensa que el conocimiento es un incómodo estorbo y una dudosa medalla.

La segunda trama de Monetizado tiene como protagonista a Tino. Médico y veterinario, trabaja en una clínica veterinaria, donde cuida mascotas, opera tumores en perros, hace guardias los fines de semana, y acaricia una pasión secreta por una compañera de trabajo, que le sirve tan solo para estimular sus placeres solitarios. Es «algo primario. Algo infantiloide en su modo de hablar. Quizá le faltase cierto toque animal. Carisma». Tino es el primer en llegar, el último en marcharse. Es limpio y ordenado. Y asexuado. En la clínica los colegas le toman el pelo. Le preguntan si alguna vez «ha follado». Tino elude las preguntas. Cuando llega a casa, lo primero que hace es buscar en la red, por si Karltube ha subido un nuevo video.

Tino recibe la noticia del abandono de Carlos como un mazazo. Es un seguidor especial. No es atracción erótica lo que siente por Karltube. Una vez lo tuvo cerca. Se acercó a que le firmara un libro. No sintió nada. Tino está cautivado por la voz de Karltube. Es la voz lo que le serena, es su timbre donde encuentra la paz de la ataraxia. Y esa paz se la van a quitar. Monetizado se juega en esa privación: ¿qué pasa en una sociedad infantiloide, de personas generalmente inmaduras, cuando les quitas su objeto del deseo, sea este el que sea?

Tino va a descubrir en qué se puede convertir. Y Carlos va a experimentar la maldición en la que vive, sin saberlo. Su percepción es que su vida se desarrollo con libertad, que ha sido tocado por la bendición del talento innato, que hace lo que quiere, cuando quiere y como quiere. Lo que le prometió su tío. Pero la realidad es otra. Está a punto de caer en el infierno y arrastrar a él a todos los que le rodean. Esta es la filosofía que subyace en una novela que tiene unos personajes muy bien construidos, y en la que se echa de menos una trama un poco más elaborada.

El desarrollo del relato es lineal y el lector tiene poca intriga. El autor le arrastra al desenlace con el reclamo de saber hasta dónde llegará Tino en su locura, hasta qué profundidades se hundirá Carlos en su infierno. Pero entre uno y otro, hay unos personajes que deambulan sin brújula, que apenas tienen sitio para desarrollar una mínima investigación que forme una pesquisa en la que se implique al lector. La historia de Monetizado está en la tradición de las novelas de Stephen King, y por tanto, tiene algunos de sus aciertos, pero también algunos de sus defectos.

Este lector piensa que Agustín Serrano tenía dos posibles caminos ante una historia como esta: el de la tragedia y el de la comedia. Hay momentos en los que se echa de menos una derivada hacia el humor y la parodia. Elementos en el relato hay suficientes como para emprender ese camino. Serrano ha elegido la fórmula trágica. En esta debería haber sido incluso más cruel, para que el contraste entre el Tino veterinario y el Tino torturador fuera mucho más intenso, para que algún rasgo de su ser patológico se transparentara en su apariencia de pulcro curagatos que no ha roto un plato en su vida. Novela muy interesante, que en el fondo y en la forma es un ejercicio notable de revelación del mundo en el que se mueven los afanes, las ambiciones y los deseos de casi todos nosotros.

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Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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