«Movimiento único», de Diego Gándara: el escritor en busca de sentido

El movimiento único es el movimiento continuo, el que no se detiene. Como escribe Aristóteles en su Física: «lo que está en movimiento eternamente y no se detiene es único». Hay un momento en la vida del narrador de esta novela, el periodista cultural Santiago Novoa, en que el impulso de su vida la convierte en un movimiento inicial sin paradas. Novoa es el apellido que Gándara se ha puesto en el relato para que no pensemos que se trata de las memorias exactas y precisas de los años cruciales de su vida. Y sin embargo, ese es el material fundamental con el que se arma la novela: la peripecia de un joven periodista cultural que deja Argentina, y viaja a Barcelona en busca de una carrera literaria. El movimiento único anima hasta los pequeños detalles de un relato lleno de personajes que leen en los trenes.

En un viaje a Galicia, en busca de las raíces familiares, el narrador percibe una inercia nueva: «Tenía la sensación de que algo en mi vida me había puesto en movimiento, en un movimiento que no llegaba a percibir del todo en ese momento pero del cual, yo, estaba seguro, formaba parte. Un movimiento único, constante, que parecía venir desde muy lejos, dispuesto a no detenerse nunca más». Dieciocho años después de su marcha de Argentina, Gándara escribe su primera novela para encontrar un sentido a aquel cambio de ritmo y a los años que vinieron después.

Una investigación

La novela se inicia en octubre de 1999, tres meses después de que Los detectives salvajes de Roberto Bolaño ganara el premio Rómulo Gallegos. «Mi vida se puso en movimiento» escribe Novoa/Gándara en el párrafo inicial. Bolaño está en el movimiento de apertura y en el de cierre de la novela, como los dos paréntesis de un relato que es en buena parte un acto de homenaje y admiración hacia la literatura del chileno. La misma subtrama del relato, la historia de la investigación sobre los amores de la escritora Marina Balcarce y un almirante de la Junta Militar (Massera) es un relato emparentado con los personajes de Bolaño: tiene misterio, un aire decadente y algo de amenaza siniestra. Y Gándara/Novoa retrata a Bolaño como un ser de una humanidad tierna, amable y paternal. Incapaz de quejarse, oculta su enfermedad mientras se preocupa por la suerte de Novoa.

Ficción y realidad se suceden en esta búsqueda de un sentido vital. La novela se desarrolla en el contexto de la crisis argentina de primeros de siglo, el corralito que destrozó la economía de la clase media y que provocó una fuga masiva por esa puerta de salida argentina que es el aeropuerto de Eceiza. Muchos se fueron a España. Como dice Rodrigo Fresán en un pasaje de la novela: «España se está llenando de argentinos»

Los cameos de Bolaño

Por el relato desfilan, en cameos sucesivos, además de Bolaño, Enrique Vila Matas, Piglia o Rodrigo Fresán. Novoa les deja espacio en su novela, les da un papel en su peripecia, la vida precaria de un periodista cultural que tiene que suplicar entrevistas, corregir textos para un atlas y escribir enciclopedias para pagar la calefacción y los bocadillos de jamón. Los escritores se cruzan en presentaciones, en ruedas de prensa, y habitan en el teléfono, sobre todo Bolaño, que llama a horas intempestivas para preguntar a Novoa cómo va la investigación sobre Marina Balcarce.

Es la primera novela de Gándara. Está escrita en un lenguaje limpio, sencillo, en un español sin dobleces, que diría Vila Matas. Algunas de sus páginas están cargadas de una profunda emoción: la pérdida del padre, la muerte de Bolaño. Quizá tenga algún defecto de estructura, y una zona más pobre en el relato del viaje a Galicia, pero en conjunto es una novela redonda, notable, un gran relato sobre el desarraigo y las pérdidas, sin épicas exageradas ni victimismos líricos, y con una mirada llena de humor, en la que destacan los episodios en los que Novoa/Gándara demuestra una simpática torpeza para orientarse en las calles.

La novela de Gándara encierra además otros relatos que tienen su interés para la pequeña historia del duro oficio de los editores. Su publicación en España supone el regreso a la edición de Diana Zafortera, fundadora de Ediciones Alfabia, sello con el que publica Gándara esta su primera novela. Alfabia murió y ahora resucita con fuerza con este relato. Bienvenidos.

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