Océanos sin ley. Viajes a través de la última frontera salvaje. Ian Urbina. Fotos de Fabio Nascimento. Traducción de Enrique Maldonado. Capitán Swing
Dice Ian Urbina que el océano es un territorio no explorado, uno de los pocos lugares en los que suceden hechos relevantes al margen del ojo público. Un mundo sin ley. Y la ausencia de ley significa delitos, esclavitud, tráfico de seres humanos, crímenes, piratería. Toda una industria, pesquera, naviera, petrolera, de la que depende las economías del mundo, es retratada en este libro con toda crudeza. Urbina pasó cinco años investigando estos océanos sin ley, acompañado por el fotógrafo Fabio Nascimento. Fueron testigos de lo que ocurre en los mares, al margen de la mirada de los medios. Traficantes, esclavos, supervivientes, héroes, vidas trágicas, villanos, sinvergüenzas, en un mundo de corrupción donde todo se compra y todo se vende. Los reportajes que contiene este libro son todos y cada uno ejemplos de gran periodismo, porque revelan con todo detalle una zona de sombra donde no existe más ley que la fuerza.
Un Leviatán contemporáneo
Un Leviatán habita en el mar y se retrata en este Océanos sin ley, un territorio sin gobierno, un mundo anárquico, un territorio no explorado por el periodismo. Son quince reportajes realizados en cinco años de investigación. Comienza con el Thunder, un pesquero tailandés en el que trabajan esclavos. Son engañados. Les embarcan con la promesa de que les ofrecerán un trabajo de construcción en alguno de los países del mar del sur de la China. Terminan atrapados como pescadores, esclavizados durante dos o tres años. Un barco infestado de ratas y cucarachas, un ambiente enfermo y pestilente. Lugares done los asesinatos forman parte de la rutina.
Hay también en Océanos sin ley historias que tienen dentro un corazón romántico, como la que se relata en Un reino herrumbroso, el tercero de los reportajes. Cuenta la creación de Sealand. En la Nochebuena de 1966 un comandante retirado del Ejército Británico, Paddy Roy Bates, navegó con una fueraborda hasta una plataforma abandonada en el mar. Subió a su estructura herrumbrosa, la bautizó como Sealand, y la puso a nombre de su mujer. Lo primero que hizo fue montar una radio pirata. Luego empezó a expedir pasaportes. El lío fue creciendo. En 1997 la Guardia civil española se llevó una sorpresa cuando detuvo en Madrid a Francisco Trujillo por vender combustible diluido. El detenido exhibió un pasaporte diplomático de Sealand y exigió inmunidad legal. No le sirvió de nada. Trujillo, que se hacía pasar por cónsul de la «nación herrumbrosa», tenía toda una industria de matrículas, pasaportes y hasta uniformes militares con el sello de esa micronación.
Piratas y prisioneros
El mar, siempre asociado a la libertad, es para muchos de los que aparecen en Océanos sin ley una cárcel sin barrotes, una inmensa prisión. También un mundo lleno de peligros, que no han cambiado. El mundo en tierra se ha hecho más seguro. En el mar no. NO es que no haya ley, es que no hay nada que la haga cumplir. Hay esclavos que se venden, que pasan de mano en mano hasta que paguen una deuda. Hay crímenes, asesinatos, que a pesar de estar registrados en un video, e identificado el criminal, nadie lo persigue. Es el caso de un video en el que se muestra el tiroteo a un náufrago, en el mar, a plena luz del día. El video llegó a manos de la Interpol, Urbina investigó el caso, identificó a los que disparan, pero nadie hizo nada.
Crímenes, pesca ilegal, vertidos químicos contaminantes, o piratas en el golfo de Aden, uno de los mares más peligrosos del mundo. Piratas que trafican con armas o con drogas, y que utilizan tripulaciones esclavas. Ilegalidades que suceden al amparo de los gobiernos de la zona, con su conocimiento, con su complicidad. Océanos sin ley es un libro que cambiará la visión de los mares de los lectores, un modelo de investigación periodística y un libro muy bien escrito por un periodista que es además un escritor culto, que maneja bien las referencias literarias sobre el mar, desde los clásicos griegos hasta los contemporáneos.
El autor
Ian Urbina es un periodista dedicado a la investigación. Esto supone una forma de trabajo de largo recorrido. No se trata de un periodismo «de filtraciones» sino de hechos, buscados con trabajo arduo, con riesgo para la vida. Sus historias aparecen frecuentemente en periódicos como The New York Times o The Atlantic. Las historias de Urbina se suelen centrar en las condiciones de trabajo o en las cuestiones sobre el medio ambiente.
Ha escrito sobre prisioneros utilizados para experimentar fármacos, sobre inmigrantes detenidos que trabajan sin sueldo, sobre la industria del petróleo, el gas y el fracking. Océanos sin ley fue una serie de piezas de investigación. Netflix compró los derechos del libro para convertirlo en una película. Les dejamos con esta entrevista realizada por Moisés Naím a Ian Urbina sobre Océanos sin ley.
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