Antes del estreno en Cannes de Érase una vez en Hollywood, Quentin Tarantino pidió al público que no revelara lo que sucedía al final de la película. Es ese tipo de peticiones inútiles. Basta que te digan que no lo cuentes, para que no pierdas tiempo en ir a contarlo. Era una petición absurda. Al fin y al cabo Tarantino había anunciado meses antes que la película se centraría en el asesino Charles Manson y su «familia», y en particular, del asesinato de la actriz Sharon Tate, interpretada por Margot Robbie.
Es una historia conocida, trillada, sobada. La historia de la familia Manson y los asesinatos de Tate se ha contado y vuelto a contar en documentales, memorias, novelas, docudramas y versiones de ficción, así que, ¿nos puede decir Tarantino que es lo que se podía fastidiar con el cuento del final?
Érase una vez en Hollywood reescribe la historia. Érase una vez en Hollywood no es una historia real. Y mientras los personajes ficticios Rick Dalton (Leonardo DiCaprio) y Cliff Booth (Brad Pitt) se topan con muchas personas que realmente existieron en el camino, el famoso Bruce Lee (Mike Moh), por ejemplo, o Catherine Share (Lena Dunham), apodada «Gypsy», la cabecilla de las chicas de Manson, la historia sigue siendo su propia historia inventada. Pero en su mayor parte, el relato que se desarrolla a su alrededor discurre paralelo a la historia real, hasta el final de la película: la noche del 8 de agosto de 1969, cuando cuatro seguidores de Charles Manson fueron a una casa en Cielo Drive con la intención de cometer un asesinato. En Érase una vez en Hollywood, los hechos son diferentes. Cuatro miembros de la familia Manson: Tex, Sadie, Flowerchild y Katie terminan en Cielo Drive, donde Rick y Cliff están junto a Tate y Polanski.
Poco después de que Cliff salga a pasear al perro, los cuatro jóvenes se detienen y aparcan su coche. Pero Rick, que está hasta el gorro de estos malditos hippies, sale corriendo de la casa, lanzándoles improperios y conminándoles a que se vayan. Y lo hacen. Por un rato, al menos. Pero más tarde traman un nuevo plan. El cuarteto se había dirigido a la casa contigua a la de Rick, por orden de Mazon. (La casa que Tate y Polanski tenían alquilada había sido antes la casa de Terry Melcher, un productor de discos a quien Manson culpaba de no haber sido capaz de grabar un disco).
Su objetivo siempre fue asesinar a algunos «cerdos políticos»: ricos , gente acomodada, principalmente. En Érase una vez en Hollywood los asesinos se dan cuenta de que el tipo que les está gritando es Rick Dalton, ex estrella de la Ley de la Gran Generación de la Televisión Occidental, que todos habían visto en la televisión. Sadie dice que, dado que la televisión les había enseñado a todos a matar, es lógico que vuelvan y maten al tipo de la televisión. Así que el grupo decide regresar a la casa de Rick. Mientras tanto, Cliff vuelve a casa. Ya es tarde y tanto él como Rick están borrachos y colocados. Ambos están tratando de relajarse. Mientras Tex, Sadie y Katie se dirigen hacia la casa, Flowerchild regresa al coche, pierde los nervios, no quiere matar a nadie y se va. El resto sigue su plan. Sadie se dirige a la parte trasera de la casa, donde Rick está flotando en la piscina, y Tex y Katie entran por la puerta principal, donde Cliff está colgado.
El efecto «cómico» de la violencia
Lo que sigue es una lucha épica. La película se convierte en un estallido de violencia, en buena parte organizada para conseguir un efecto cómico. En la escena participan Rick, Cliff, el perro y la esposa de Rick, una actriz italiana (Lorenza Izzo), que ha estado durmiendo en el dormitorio. Al final, vencen y matan al trío de acólitos de Manson. Emplean un lanzallamas y hay ríos de sangre. El escándalo alerta a Sharon Tate (Margot Robbie) y Jay Sebring (Emile Hirsch) que salen de su casa al encuentro de su vecino, Rick, para averiguar qué está sucediendo. Rick está eufórico; se ha estado muriendo por conocer a Tate, una estrella de cine casada con el director más popular de Hollywood, desde que se mudó.
Lo que realmente sucedió no fue tan alegre. Entonces, ¿qué sucedió realmente en la infame noche del 8 de agosto de 1969? Érase una vez se adhiere a los hechos en algunos aspectos. Tex Watson, Susan Atkins (apodada «Sadie»), Linda Kasabian (a quien la película llama «Flowerchild»), y Patricia Krenwinkel (a quien el grupo llamó «Katie») salieron esa noche en busca de sangre por orden de Mason. Llegaron a Cielo Drive en busca de la casa de Terry Melcher. Así que en lugar de terminar en la casa de Rick Dalton (que es, después de todo, un personaje ficticio), fueron a la casa de Melcher, donde vivían Roman Polanski y Sharon Tate. Polanski, uno de los jóvenes directores más populares de Hollywood, (su película de terror La semilla del Diablo había sido una sensación el año anterior), estaba ausente en ese momento. Pero Tate, una actriz que había triunfado con El valle de las muñecas en 1967 y que estaba embarazada de ocho meses, estaba en la casa, al igual que su amigo (y ex novio) Jay Sebring, un conocido peluquero, y otra pareja: el aspirante a guionista Wojciech Frykowski y Abigail Folger, heredera de la fortuna del café Folger. Watson cortó las líneas telefónicas de la casa poco después de la medianoche. El grupo aparcó el coche al pie de la colina y entró en la finca a pie. Mientras caminaban, vieron un coche conducido por un estudiante de 18 años llamado Steven Parent, que había estado visitando al jardinero. Watson se acercó al vehículo , y mientras Parent rogaba por su vida, Watson le cortó la mano y luego le disparó cuatro tiros en el pecho y lo mató.
Una ventana abierta
Después el grupo buscó una manera de entrar a la casa. Watson envió a Kasabian a hacer guardia, encontró una ventana, trepó hasta ella y dejó que Atkins y Krenwinkel entraran en la casa por la puerta principal. Una vez dentro, comenzó la masacre. Las cuatro víctimas fueron asesinadas después de una lucha cruel. Tate rogó por la vida de su hijo. Krenwinkel apuñaló a Folger 28 veces. Watson le dio a Frykowski 51 puñaladas. Atkins clavó el cuchillo en el cuerpo de Tate 16 veces. Al salir, escribieron «cerdo» en la puerta de la casa, en la sangre de Tate. Cuando terminan, se alejan de la casa de Polanski en un ambiente feliz y jovial.
Entonces, ¿por qué, Érase una vez en Hollywood termina así? Tarantino cuenta una historia sobre toda una era, toda una cultura. Coloca su historia en el momento en que las estrellas de la vieja escuela como Rick estaban perdiendo su lugar en las películas cuando Hollywood, en la época dorada, en el «érase una vez», antes de que llegaran las películas más duras, más ásperas, con las que creció Tarantino, sin las que nunca habría llegado a ser lo que es. Vean el crimen como una obra macabra y fundacional de la mentalidad Tarantino.