El misterio de Quién es Erin Carter se organiza en siete capítulos que puedes ver en Netflix. En el primero vemos a una mujer que huye con una niña: toman una barca en un pequeño puerto de lo que parece el Reino Unido. La barca les lleva a un arrastrero y poco después aparecen en Barcelona. Aquí la mujer y la niña, que salieron con apenas una pequeña maleta y un peluche, ya tienen una vida muy bien organizada: Erin es profesora en un colegio inglés donde van los hijos de los ricos, y está casada con un médico de un hospital público catalán. Viven en un bonito chalé, en una ladera de las que bajan hacia Barcelona. Zona de ricos.
Evin Ahmad (Erin en la serie) es la protagonista de este thriller, a ratos culebrón, muy eficaz, con una trama un tanto amanerada y artificiosa, pero que mantiene la atención del espectador con una buena química narrativa. No sabemos nada del pasado que ha dejado atrás Erin. Los que viven con ella, tampoco. NI su marido, un Jordi muy amañando que plancha, friega, arregla todo lo que se estropea en la casa y tiene más paciencia que San José, ni su vecino, Emilio, un policía con muchos problemas que irá confesando para solicitar ayuda de Erin.
Erin puede con todo. Erin es la más rápida, la que mejor conduce, la que mejor dispara, la que gana todas las peleas, porque en materia de artes marciales, es una especie de Superman. Aquí el tema es femenino, y las leches de verdad las dan ellas. No solo Erin, sino todas las mujeres que aparecen en la serie. Bueno, casi todas, porque Penélope, la vecina rica se limita a tener encuentros sexuales con su entrenador de tenis y a aguantar a su marido, uno de esos que pagan todo para estar todo el día fuera de casa.
El caso es que Erin y su hija Harper entran un día en su supermercado en la peor hora, porque coinciden con un asalto a mano armada. Esto pasa en el primer capítulo, así que no desvelamos nada. Erin se lía a golpes con un atracador, una pistola se dispara, el atracador cae herido y ella, curiosa, le levanta la careta que protege su identidad. Y aquí aparece el pasado de Erin. Pero no sabemos qué significa.
La interpretación de Ahmad está bien, te crees el personaje. Las persecuciones son buenas y tienen algún momento excitante, sobre todo porque están basadas en la pericia conductora de Erin, que todo lo hace bien menos contar la verdad. Ella sirve sobre todo para los golpes, los asesinatos, los tiros, y las caídas en el vacío. La trama es rebuscada y forzada. Pero los planos de Barcelona compensan esa artificiosidad de una serie que se deja ver con interés en una tarde de sábado o de domingo. Lo mejor, que son ellas las que pegan. Sacuden mejor que los hombres. Ellos aquí solo reciben y aguantan y reparan los platos rotos.