Rodrigo Carrizo Couto o el arte de la intimidad fotográfica

El ojo debe escuchar antes de ver, dijo Cartier-Bresson, y esa regla fotográfica del gran maestro del «instante decisivo» es una ley de oro de la fotografía de retrato, quizá el género más complejo, por lo que tiene de arte de la persuasión antes de llegar al momento de captar la imagen. Aquí sí, citando de nuevo al francés, el ojo, la lente y el corazón deben estar alineados en el mismo eje. Estas ideas magistrales me vienen al recuerdo cuando contemplo los retratos de Rodrigo Carrizo Couto, en los que lo fundamental es captar el alma de los retratados, ese espíritu que flota en la imagen sin necesidad de ser visto, pero que nos abre al ser en su complejidad más íntima.

Los de Rodrigo Carrizo son retratos en blanco y negro. Su última exposición, en Basilea, recoge algunos de sus trabajos para prensa, también algunas fotografías inéditas como la que preside este artículo, para un ensayo fotográfico sobre David Greilsammer. Detrás de cada una de estas imágenes se adivina un trabajo de comunicación para llegar a la intimidad de los sujetos y lograr que la persona olvide el artefacto cámara, esa ortopedia del artista que crea un mecanismo de defensa inmediato que todo fotógrafo con experiencia conoce: es el más difícil de los obstáculos que impiden un gran retrato. Impiden la espontaneidad, ese momento en el que el alma del retratado desmonta sus defensas, se esponja, y comienza a aparecer tal cual es. Para lograrlo, es necesaria una extrema complicidad, una aguda confianza, y una fina empatía. El resultado, en el caso de Rodrigo Carrizo, son retratos íntimos, desinhibidos, desenfadados, elegantes, que recuerdan en su estilo a los grandes maestros del retrato de contexto, como Arnold Newman.

Rodrigo Carrizo
Flamencos. Rodrigo Carrizo Couto. 2017

Contexto. Humano o físico. Como en esta imagen en la que vemos a Paco de Lucia junto a Diego El Cigala y Farruquito. Tres generaciones de flamencos. Miradas de admiración y afecto. Otros sujetos de la fotografía de Rodrigo Carrizo aparecen en bibliotecas, entre partituras, o al lado de la ventana de su oficina, entre la atmósfera exterior y la interior. Conforman una fotografía narrativa, en la que lo que no se ve juega un papel en lo que vemos. Se percibe en todas sus imágenes que la fotografía es un elemento más, quizá la conclusión, de un trabajo de periodista que se apoya en otras artes: la de la conversación, la de la escucha, y en definitiva en la comunicación para llegar al corazón de la persona, lo que está más allá del personaje.

Rodrigo Carrizo Couto
Michael Tilson. Rodrigo Carrizo Couto. 2007

El de Rodrigo Carrizo Couto es un estilo clásico en la medida que el acercamiento a cada personaje necesita una estrategia diferente, basada en el tiempo, en el conocimiento. Evita la pose, tan frecuente en personajes acostumbrados a la exposición pública y mediática. Tiene por tanto que desmontar esos vicios de la imagen construida para, una vez sorteados, encontrar el alma que late en la persona. Cada retrato es un ejercicio de introspección en el mundo propio del sujeto. Como afirma el catálogo de su última exposición: «desde sus inicios en la fotografía con imágenes granuladas o borrosas, hasta sus más recientes monocromos, Carrizo Couto ha creado un compendio de obras poderosas, dramáticas y con un alto enfoque teatral, logrando transmitir su visión artística a través de un uso singular del contraste, la textura y composición». Quizá su estilo, su arte y su estrategia, se revelan en esta imagen de la gran Maya Plisetskaya. Rodrigo Couto recuerda ese día: «solo estábamos ella, su marido Rodion Schedrin y la inmensa cellista Sol Gabetta. Nadie más. Nunca trabajo en «pool» de fotógrafos, o si hay otras cámaras cerca».

Rodrigo Carrizo Couto
Maya Plisetskaya. Rodrigo Carrizo Couto. 2010

El autor y su biografía

Rodrigo Carrizo Couto (n. 1969) vive en Suiza donde trabaja como fotógrafo y videógrafo. Comenzó su carrera como periodista y fotógrafo en la Unión Soviética en 1989 a la edad de 19 años, donde continuó sus estudios en Ciencias Políticas, gracias a una ayuda de la UNESCO. En el año 2003 empezó a trabajar en El País y colaboró regularmente en varias publicaciones y revistas de Suiza, España, Francia, Estados Unidos y Argentina, donde se dio a conocer por sus retratos fotográficos. Carrizo Couto estudió fotografía en Buenos Aires, Moscú, París y Lausana, enfocándose en fotografía artística en blanco y negro. Su trabajo puede entenderse como una fotografía documental y social que enfatiza la textura, la línea y las rimas visuales de los sujetos. Ha realizado entrevistas exclusivas con personalidades como Sir Anthony Hopkins, Quincy Jones, Kofi Annan, Harvey Keitel, Yasmina Reza, Tariq Ramadan, Jean Ziegler, H.R.Giger, Gabriel Orozco, Yuja Wang o la condesa Setsuko Balthus, entre cientos de otras personalidades en los campos de la política internacional, las artes y la cultura, la economía, la sociedad, los negocios y la tecnología. Es el primer periodista que presenció un suicidio asistido en Suiza. Esta experiencia fue publicada como artículo de portada en la edición dominical de “El País”. En 2007 su trabajo apareció en el libro Envie d’Envol, una colección de poemas y fotografías en colaboración con el autor Lucienne Girardier-Serex, publicado por In Octavo Editions, París. Sus fotografías han aparecido en medios como El País (ES), SRG SSR Swissinfo (CH), Literal Magazine (US), L’Hebdo Magazine (CH), Globus Reisen (CH), Le Matin Dimanche (CH), Clarín (AR), La Nación (AR), Revista Scherzo (ES). Carrizo Couto ha expuesto sus retratos en Basilea y Buenos Aires y actualmente trabaja en su último proyecto el video retrato Ex Patria, sobre la pianista, compositora y activista política venezolana Gabriela Montero.

Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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