‘Siete inviernos en Teherán’, en el corredor de la muerte iraní

La brutalidad del poder de la todopoderosa República Islámica está desnuda en este documental terrible, estremecedor, en el que la joven Reyhaneh Jabbari es triturada por un sistema en el que la mujer es siempre culpable. Siete inviernos en Teherán está dirigida por Steffi Niederzoll se puede ver en Filmin. Es uno de los más recomendables documentales de la plataforma. la historia, contada a través de las cartas de Reyhaneh a su familia, conversaciones telefónicas grabadas y filmaciones clandestinas, deja una huella indeleble en el espectador., una conmoción difícil de olvidar.

Siete inviernos en Teherán narra la trágica historia de una víctima de violación. Reyhaneh, una joven diseñadora es abordada en un café por un hombre que ha escuchado su conversación telefónica. Hablaba del diseño de un stand para una feria internacional. El hombre, un famoso médico estético, le ofrece diseñar su nueva clínica. Le invita al local. Cuando Reyhaneh llega, comprueba que es su casa. El hombre intenta violarla. Ella se defiende. Coge un cuchillo y se lo clava. El médico muero. Más tarde, después de su detención, se entera de que se trata de una persona con altas conexiones en el servicio secreto. A partir de su detención sufre torturas. Los agentes de la policía acosan a su familia, se inventan pruebas, e intentan por todos los medios demostrar que se trata de un atentado político.

La familia Jabbari

En 2007, Reyhaneh Jabbari, de 19 años, estudiaba informática. Eran los tiempos felices. Grabaciones familiares muestran a la familia en su vida cotidiana, en sus celebraciones. Las hijas abrazan a su padre, y la voz en off de una de ellas recuerda que su padre las educó para ser personas autónomas, libres, con iguales derechos que los hombres. La madre las orienta en la filosofía occidental. Los Jabbari no son disidentes ni militantes de oposición, pero está claro que llevan una vida familiar alejada del rigor islámico que predican los ayatolás. Esa felicidad estalla cuando aparece Morteza Sarbandi, supuestamente un cirujano plástico.

La herida de cuchillo de Sarbandi era mortal. Murió poco después. Esa noche, agentes de la policía se presentaron en casa de los Jabbari para detener a la hija mayor. La tuvieron aislada durante dos meses: sin abogado, entre torturas para conseguir una declaración que luego fue utilizada en el juicio. El peso del relato lo leva Shole, la madre, que detalla el calvario para conseguir ver a su hija. Los agentes insisten en que se trata de un crimen político. Llegan incluso a detener a la hermana pequeña para acusarla de complicidad con Reyhaneh.

«Deberían haberte violado»

Cuando lelga el juicio, el primer juez se muestra comprensivo. Pronto será sustituido por un clérigo rigorista que le llega a decir a la acusada que hubiera sido mejor que la víctima la hubiera violado para evitar su situación. En la sala, al fondo, están los torturadores, para asegurarse con gestos de amenaza de que en el juicio no dirá nada de los golpes y las palizas. La familia de la víctima quiere venganza, niegan que su padre y marido fuera un violador. Para certificarlo, se acogen a la ley de IRán, que permite el adulterio bajo la apariencia de un matrimonio temporal, por un día, por unas horas. Es también una forma de camuflar la prostitución.

Reyhaneh fue condenada a muerte por el asesinato de Sarbandi. Según la ley iraní la familia de la víctima tiene, en caso de pena de muerte, la potestad de establecer el castigo, incluso el poder de indultar a la acusada. Shole intenta que le perdonen, pero el hijo, Jalal, exige que Reyhaneh escriba una carta en la que confiese que todo fue mentira, que no sufrió un intento de violación. La joven se niega. Prefiere morir.

Durante los siete años, los siete inviernos que Reyhaneh pasó en la cárcel, su madre, Shole, inició una campaña para descubrir la verdad. Sarbandi no era médico. Su verdadero oficio era el de instructor de una milicia integrada en los Guardias de la Revolución. Reyhaneh fue víctima de una estrategia de difamación en la prensa iráni, que publicó por ejemplo, que el padre era un borracho que maltrataba a sus hijas.

La familia Jabbari consiguió filmar a Reyhaneh en sus visitas a la prisión. Fueron las primeras imágnees que vieron los promotores de la película en Turquía, donde la familia se había refugiado. En Irán, la madre y la hermana de Reyhaneh se habían convertido en dos activistas por los derechos humanos, y terminaron por escapar a Estambul ante la amenaza de agentes de la policía iraní. En el gobierno de Teherán estaban más que cansados de tener que dar explicaciones cada vez que un ministro viajaba a otro país, sobre el caso de Reyhaneh. El padre, Fereydoon Jabbari, sique en Teherán. El gobierno le ha denegado el pasaporte siempre que lo ha pedido.

Siete inviernos en Teherán tardó cinco años en completarse. Niederzoll había querido ir a rodar a Irán, pero sus amigos iraníes se lo impidieron. La película no podría haberse realizado sin el extenso archivo que Shole sacó del país. Tampoco habría sido posible sin el equipo de producción iraní, y otras personas anónimas, que filmaron en secreto en Irán para el documental.

Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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