Tu sueño imperios han sido. Álvaro Enrigue. Anagrama. Narrativas hispánicas
Tu sueño imperios han sido es un extraño artefacto literario, una novela basada en el estricto relato de la historia de los cronistas de Indias, sobre todo Bernal Díaz del Castillo, y en una ficción que no esconde la tramoya de sus criaturas. La novela, que toma el título de un verso de Calderón de la Barca (La vida es sueño) fabula el encuentro entre Moctezuma y Cortés en 1519, y convierte Tenochtitlan en personaje de un relato en claroscuros sobre un encuentro que cambió la historia, las mentalidades, la visión del mundo, y las relaciones del hombre con la ficción y la religión. No se trata de una novela histórica, aunque se base en sus principios, y por mucho que el rigor de los detalles acompañe una narración en la que lo solemne tiene el contrapunto del humor, y lo trascendente lleva a ratos la música de lo banal.
El autor de Tu sueño imperios han sido enseña desde el inicio sus reglas del juego literario. Una carta a su editora en realidad a todos los lectores, anticipa los personajes de un relato que gira en torno a una obsesión. El narrador confiesa que son muchos años, y muchos libros, los que rastreado para encontrar una explicaciòn rica y profunda de la naturaleza del encuentro entre Cortés y Moctezuma en Tenochtitlan. Desde el inicio también, advierte que se trata de una novela sobre las lenguas, en la que el nahua, el castellano y el maya, o el latín y el griego que acompañan en libros diversos a los conquistadores, tendrán una relevancia especial. Otra cosa más: los detalles de la novela son rigurosos, todo lo demás es inventado. La novela comienza con una comida entra la princesa mexicana y los españoles, y termina con hechos que nunca sucedieron.
La novela sucede en un día. El día de la llegada de los españoles a Tenochtitlán: 8 de noviembre de 1519. El triángulo de los idiomas pone en juego a Malintzin, la princesa nahua, traductora del maya al nahua en la expedición, y a Gerónimo de Aguilar, sacerdote andaluz, náufrago y esclavo de un sacerdote maya en Acumal, que se unirá a la expedición de Cortés como traductor del maya al castellano. Uno de los grandes momentos de esta novela es el pasaje en el que Gerónimo de Aguilar se desnuda para lavarse y cambiarse de vestidos, y el narrador detalla los tatuajes de su cuerpo, pene incluido, pintado con la apariencia de mariposa, que, como dice el cura, «cuando crece se convierte en águila».
Moctezuma ha sabido del desembarbo de Cortés en Veracruz. Le atrae hacia Tenochtitlan con regalos lujosos. Hasta que los españoles, apenas 500, llegan a la ciudad imperial acompañados de ejércitos de tlascaltecas y de otras tribus. Los castellanos pasan los puentes de una ciudad que les recuerda, a los pocos que la han visto, a Venecia. Cortés lee a Tito Livio en latín (Ad urbe condita) , la lengua clásica aprendida en Salamanca. Pero el peso del relato de la visión de los castellanos descansa en Jazmín Caldera, socio capitalista de la expedición, personaje de la invención pura de Enrigue.
Tu sueño imperios han sido está compuesto de escenas que se desarrollan en el enorme laberinto que fue Tenochtitlán, un juego de círculos en torno a un centro ocupado por los templos y pirámides compuestas en su interior por un intrincado puzzle de estancias y albercas en el que los españoles se orientan a duras penas, y que le sirve a Moctezuma para esconder el preciado botín de los 27 caballos que trajeron los conquistadores. En ese mundo en penumbra, Moctezuma es un emperador en decadencia, tocado por la mala fortuna de sus últimas derrotas, deprimido, entregado a las alucinaciones de hongos que le abren el contacto con un mundo extrasensorial. En su encuentro, Cortés relata la historia de Jesús, la virginidad de María, similar a los mitos aztecas del nacimiento de Huitzilopochtli. Moctezuma ofrece a Cortés una biznaga de lenguas que le dará un sueño alucinógeno, un Pentecostés en el que se hallarán hablando griego.
Historia y mito, crónicas y ficción, se mezclan en esta novela deslumbrante, que recuerda que todo relato, por muy riguroso que se pretenda, no deja de ser una interpretación. en el caso de Enrigue, cargada de humor y de licencias: tan pronto utiliza expresiones escatológicas y escenas de sodomía (Cortés con Malintzi) como pone música (T. Rex) a algunos de los momentos críticos de la novela.