Un buen partido. Netflix. Seis capítulos.
Vikram Seth publicó A suitable boy, traducido como Un buen partido por Anagrama, en 1993. Fue en aquel momento la novela inglesa más extensa publicada hasta la fecha en un solo volumen: 1.352 páginas en la versión española. Se trataba de una saga familiar en la India de los años 50. La búsqueda de esposo para la joven protagonista era la excusa para relatar la Historia de la India: la lucha por la independencia, los sangrientos enfrentamientos entre musulmanes e hindúes, la traumática partición, las abismales diferencias de clases o el legado británico. Todos estos temas, que hacían del libro de Seth una obra monumental, han quedado anulados en la serie.
Adaptación comercial
Quizá la pretensión de los productores no era hacer una adaptación completa de la obra: seis capítulos no dan para más. Y se han quedado con la parte más comercial: la búsqueda de marido para la joven universitaria Latha Mehra. Los conflictos políticos y religiosos que sacudían India en los años 50 han quedado apenas esbozados. La situación de la mujer completamente obviada: la amiga de la protagonista, por ejemplo, vivía tras su boda, la agonía del purdah, que obliga a las mujeres a recluirse en el núcleo familiar y las separa para siempre de la sociedad.
La serie se centra en la búsqueda de marido para Lata y por extensión, en los amoríos del resto de su familia, cuñados, cuñados de cuñados, primos de primos…En esta peripecia nos muestra solo una parte de la sociedad india: la vida de la clase alta. Lata va a la universidad y su hermana está casada con el hijo de un ministro. No vemos pobres ni siquiera como atrezzo, ni calles atestadas, en uno de los países más superpoblados del planeta. Es una India casi blanca, en su vida y sus costumbres. Un hermoso folleto turístico en el que sus protagonistas celebran la Navidad en un club de campo y en el que jóvenes de ambos sexos declaman a Shakespeare.
Serie luminosa y amable
En su descargo diremos que los personajes se hacen querer: desde la protagonista a su ansiosa madre todos son encantadores. Todos los pretendientes se ganan las simpatías del público. Incluso disculpamos el adulterio de la frívola cuñada, casada con el pretencioso primogénito. Hay también sitio para actos de valor y resoluciones nobles. La fotografía es impresionante, el colorido casi imposible en su intensidad y la serie, agradable de ver. No en vano tras la cámara está Mira Nair (La boda del monzón). Es una serie adecuada para estos tiempos en los que no podemos salir de casa y queremos evasión. Pero es una pena que una obra extraordinaria y monumental quede reducida a poco más que una comedia romántica en seis capítulos.
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