Una respuesta a Mabel Lozano

Un alma cándida (aún quedan algunas) me envía una entrevista de un diario de noticias a Mabel Lozano. Mabel está de gira de presentación de su último documental en el que la voz de una madre adoptiva relata el infierno sufrido por una joven captada a través de redes sociales y sometida a todo tipo de abusos sexuales y sevicias. En la entrevista le preguntan a Mabel por el libro de Carmen Meneses, Viviendo en el burdel, y por el que yo publiqué en Gaveta, Palabra puta, con los testimonios de unas ciento treinta mujeres, transexuales y hombres, dedicados todos a la prostitución. Y Mabel responde con otra pregunta retórica: «¿de verdad a estos señores le gustaría que su hija fuese prostituta?«. La pregunta encierra una falacia. Pretende derivar el argumento del abolicionismo a una cuestión personal en el ámbito de las relaciones de un padre con sus hijos. Como ella no se atreve a anticipar una respuesta, quiero que este artículo sirva como réplica a la cuestión que la otrora lozana Mabel formula. La sola pregunta demuestra que no ha leído ni el libro de Meneses ni el mío.

En primer lugar le diré, apreciada Mabel, que son múltiples los oficios o dedicaciones que no me gustarían para mi hija. Los rechazo en grado diferente. Pero no se me ocurre iniciar una campaña de prohibición de esas profesiones, para evitar que caiga en esas tareas. Por ejemplo, no quisiera para ella que posara en alguna de esas revistas en las que se enseña carne viva, mercadeada para subir las ventas, y puesta en el mismo escaparate con artículos más o menos acertados sobre escándalos y corrupciones. Como sé que Mabel ha probado ese negocio en la revista Interviú entenderá mis precauciones. No sé lo que piensa Lozano de aquella aventura, rentable sin duda, que animó el toberllino hormonal de jóvenes y maduros. Soy ajeno a aquellas portadas y a ese tipo de publicaciones, pero jamás tendría el gesto, nunca sacaría la mano peluda, para prohibir que quien quiera, por las razones que fueren, se exhiba más o menos desnuda en revistas, cabarets o películas. Imagino (la imaginación es la loca de la casa, decía Teresa de Ávila), que la deriva que Lozano ha seguido en su vida le habrá llevado a arrepentirse de aquellas exhibiciones, porque ya sabemos que se empieza por lo poco y se termina en otros lances más gruesos.

Mabel inició hace ya un tiempo una campaña contra la trata de mujeres para fines de comercio sexual. Este es un punto en el que estamos de acuerdo. Toda esclavitud, la sexual o la laboral, deben ser perseguidas de acuerdo con el Código Penal. Pero no sé muy bien por qué Lozano, no solo ella, pretenden extender los casos que presenta en sus documentales a todo comercio sexual, como si la esclavitud y la prostitución fueran lo mismo. Y no lo son. Como no es lo mismo el trabajo que la trata con fines de explotación laboral. Si lo fueran, deberíamos prohibir la recolección de la fresa, donde se encuentran a menudo esclavos traídos de Marruecos; o la recolección de pepinos y otras hortalizas, para las que se emplean en temporadas algunos argelinos que se llevan apenas unos euros por jornadas de catorce horas. De la misma forma, no tiene lógica que el caso de una esclava, que debería llevar a la condena de sus captores a prisión de por vida, derive en la persecución de toda mujer, hombre o transexual que pretenda llegar a acuerdos con posibles clientes para intercambiar servicios personales, los que sean, por dinero.

Añado otra sorpresa. Mabel habla de las mujeres dedicadas a la prostitución, de todas, como víctimas a las que hay que rescatar. Pero no ha dedicado un solo documental a ninguna de ellas, a pesar de que muchas están disponibles para contar su historia. A mi no me ha costado mucho encontrarlas, y grabar entrevistas con su testimonio. Exponen la realidad de su vida sin complejos, y no mienten en lo sustancial, se lo aseguro. El estigma que asocia la palabra falsa con la prostitución (mientes como una puta) es otro más de los muchos que pesan sobre unas mujeres a las que nadie quiere escuchar. ¿Por qué no les das la oportunidad, Mabel? Son personas, tan dignas de ser escuchadas como cualquier otra. Hace unos días, en la Universidad de Comillas, Carmen Meneses (ignoro si Carmen tiene hijas) organizó unas jornadas en las que se trató la prostitución desde todos los ángulos: legal, policial, sanitario, desde el punto de vista de la inmigración, o de las organizaciones de ayuda a las mujeres, transexuales y hombres que la ejercen. Fue una jornada repleta de conocimiento, que contó con la asistencia de numerosos estudiantes de grados diversos. El aula estaba abarrotada.

Comparecieron algunas organizaciones que se dedican a cuidar a las mujeres en situaciones de prostitución. Organizaciones que no viven de la subvención pública, que, ya sabemos, se da siempre a cambio de una postura ideológica. He traído a este artículo este video de una sesión en el Congreso de los diputados. Comparece la directora de APRAMP. Y la diputada Gil de Biedma le pide que explique sus cuentas. Sobre APRAMP versan algunos artículos periodísticos en el que señalan el patrimonio acumulado por las gestoras de la asociación. Gil de Biedma pide explicaciones sobre gastos, deudas, patrimonios, y el empleo de dinero público. Escudarse en el rescate de mujeres no basta. A algunos partidos políticos les encanta dar premios y regalar subvenciones para que les quiten los problemas de encima. Pero lo hacen sin conocer la realidad, sin querer verla, sin interés alguno por la verdad. Y tenemos derecho a saberla, de la misma forma que tenemos derecho a saber en qué emplea APRAMP los millones de euros que recibe de dinero público. Porque es posible que las buenas causas, tan rentables, nos oculten otros intereses.

Por terminar esta respuesta a Lozano, quiero añadir que no me puedo erigir en censor, ni debo determinar qué actividades son legales o no en función de lo que prefiera para los miembros de mi familia. Sería injusto hacerlo, e ineficaz. No acepto esa actitud paternalista de las militantes del «feminismo del privilegio», que desde una posición acomodada pretenden decir al resto de las mujeres lo que deben o no deben hacer. Lozano disfruta de una buena situación, a la que quizá llegó son sus posados. Deje a las demás que hagan con su vida lo que estimen oportuno, mientras lo hagan con un grado de agencia aceptable, eligiendo qué actividades les merecen la pena y qué otras no. Lo que a mi me preocupa, en el caso de mis hijos, es que el poder político no se meta en sus vidas y les procure, se dediquen a lo que se quieran dedicar, un marco de libertad y protección, una red de derechos a la altura de un país democrático, y no un estado punitivo dirigido por la policía de la moral. De lo demás me ocuparé yo con gusto, mientras Dios me de salud.

Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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