Youn Sun Nah ofrece un concierto sobrenatural en el Teatro Central de Sevilla

«Me muero por conocer al público sevillano». Eso decía Youn Sun Nah en una entrevista previa a su actuación el 1 de noviembre. «Amo el flamenco», continuaba, «es una de mis fuentes de inspiración durante las improvisaciones». Si nos guiamos por la reacción de ese público, unánimemente en pie al terminar la actuación, fuimos los allí presentes quienes acabamos rendidos ante la actuación de cantante surcoreana.

Y es lo que pasó en el Teatro Central de Sevilla no se ve (ni se oye) todos los días. Ni de vez en cuando, ni en ocasiones, ni prácticamente nunca. En primer lugar, porque no se prodiga en España. Y en segundo, porque su propuesta es, sencillamente, sobrenatural.

Una voz sobrenatural, una artista inmensa

Lo que hace Youn Sun Nah no es jazz, ni chanson, ni boleros, ni siquiera música. Es otra cosa. Es lo más parecido a la perfección. Es una voz prodigiosa, capaz de pasar de un registro soprano a rugidos de cantante de rock, de ser un instrumento más que acompaña a los músicos a convertirse en gaviotas -sí, gaviotas- revoloteando por el escenario. Una voz que canta en inglés, en francés, en español y en ese idioma universal que son los sonidos sin significado pero que llegan al público por su sinceridad y su absoluta emoción.

Por su garganta pasaron temas tan variados como Hallellujah de Leonard Coen, Sans Toi de Michel Legrand, el Asturias de Isaac Albéniz, el universal Bésame Mucho y, así, una pequeña pero impresionante lista de temas que hacía suyos y versionaba de manera prodigiosa. Porque, además de su voz, Youn Sun Nah es muchas más cosas.

Imaginación desbordante y músicos impresionantes

Imaginación, talento, innovación, capacidad de improvisación, inteligencia para dar la vuelta a los temas y hacerlos absolutamente distintos a los originales y, aún así, totalmente reconocibles. Eso, y saber rodearse de músicos igual de prodigiosos que ella. En este caso, solo dos: Tomek Miernowski, capaz de pasar de guitarras a piano y teclados como quien llama al ascensor o bebe un vaso de agua, y Rémi Vignolo, descomunal ante la batería, percusiones y contrabajo. Que alguien me explique cómo una sola persona es capaz de llevar a la perfección instrumentos tan distintos.

Quien no pudo estar en Sevilla el pasado 1 de noviembre, todavía tiene dos oportunidades: el 20 en el Festival de Jazz de Madrid y, el 21 en el Cartagena Jazz Festival. Por favor, no se la pierdan. Aunque no la conozcan. Aunque no les guste el jazz. Lo que hace Youn Sun Nah es algo sobrenatural.

Artículo escrito por Ignacio Moreno.

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