Marcia de Vermont. Cuento de invierno. Peter Stamm. Traducción de José Anibal Campos. Editorial Acantilado
Para Peter Stamm la literatura, antes que entretenimiento, es una vía de conocimiento. En Noche es el día, también publicada en España por Acantilado, una presentadora de televisión sufre un accidente de regreso a casa. Su vida desaparece en un instante, se derrumba por completo. Tiene que empezar de cero. Pero no todo muere en ella. Desaparecen las máscaras, las apariencias, lo construido en cartón piedra. Para explicar aquella novela Peter Stamm diría que «mi narrativa intenta llevar a las personas hacia sí mismas. Mis libros no siempre acaban bien, pero al final ocurre que los personajes saben más sobre sí mismos de lo que sabían al principio. Todos ellos, al final, se aproximan a su esencia. En ese sentido podría decirse que mis libros tienen un final feliz». Eso es Marcia de Vermont. Un cuento en el que el protagonista se llama Peter.
Peter es el narrador de Marcia de Vermont. Stamm centra el relato en un artista que pasa dos meses en una residencia de Vermont, en el norte de los Estados Unidos, cerca de la frontera con Canadá. Ese viaje, rodeado siempre de un paisaje nevado, desencadena los recuerdos de Peter. Su mente le lleva treinta años atrás, cuando conoció a Marcia en Nueva York. Su encuentro fue casual. Una joven le pide en la calle unos dólares. Le propone organizar una fiesta. Treinta años después apenas se acuerda de su cara, pero tiene la seguridad de que «la reconocería si me la encontrara por la calle alguna vez».
Peter Stamm juega con la posibilidad de que aquel encuentro con Marcia se hubiera convertido en algo más que un amor fugaz. Peter, el narrador del cuento, apenas tiene recuerdos de aquellos días en Nueva York. Pero por extraño que parezca, los recuerdos «habían cobrado vida propia con los años, se habían ido juntando para crear una historia que encajaba muy bien con la biografía de un artista: inicios en Nueva York, años de penuria, amistades con otros artistas que luego siguieron su propio rumbo o murieron jóvenes».
Las vidas que no vivimos
Peter Stamm reconoce en el video que acompaña este texto que sus relatos suelen comenzar con una pregunta. ¿Qué pasaría si un día no voy a recoger los niños a la puerta del colegio? En este, uno de los pocos relatos de Stamm en el que el protagonista no es una mujer, la cuestión gira en torno a las vidas que hemos elegido no vivir. El centro del cuento es esa vida que se quedó en un germen. No ha sido una vida pero en algún lugar de nuestro cerebro sigue latiendo, como si fuera el escozor de un miembro fantasma.
Hay dos maestros que están en la tradición que elige Stamm y que pululan por este relato, escondidos en los pliegues. Uno es Raymond Carver, el otro es Chéjov. En este cuento de invierno, Peter y Marcia son dos seres reales, que habitan un dentro y un afuera sin llegar a atravesar la puerta para reencontrarse. Y el narrador deja señales, como marcas en el bosque, para encontrar aquella vida que se quedó en una posibilidad, mientras la otra vida, la que parece más real, continúa. Un relato magistral.
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