Mientras caminamos hacia la autocracia en España, nos hemos encontrado en el pasillo a los argentinos, que van en dirección a la libertad. La gran noticia de este lunes es la victoria aplastante de Millei en Argentina. La mala será la lista del gobierno de España que conoceremos este lunes, y que estará formada por personas de fuerte carga ideológica y mandíbula de hierro para construir el muro que ha prometido Sánchez como programa de gobierno y soportar las embestidas de la población, que no quiere muros ni risas de hiena en la tribuna del Congreso. Pero ya saben que Sánchez está dispuesto a darnos lo que no queremos, ya sea una amnistía para la secesión o una cadena de impuestos para amordazar a todo el que se mueva. La lista del nuevo gobierno será una muestra de que vamos hacia un gobierno autárquico, en el que los ministros son tan solo una prolongación de Sánchez, una terminal de sus obsesiones.
Millei ha ganado de forma contundente. Le han votado los jóvenes, que no quieren vivir en un país cuya única esperanza es el subsidio y el robo permanente de las élites. Le ha votado la Argentina interior. El país le ha encargado su programa de reformas y le ha comprado su apuesta inequívoca por la libertad. Va a tener, al menos en los dos primeros años, toda la oposición organizada por el peronismo en sindicatos y asociaciones que han vivido hasta ahora de la teta estatal con una gran comodidad, con mucho poder, y sin necesidad de trabajar una sola hora. Massa llevó el país a la ruina y a una inflación delirante.
Y esta pasada noche tenía la caradura de hacer responsable a Millei de todo lo que suceda ahora en el país, como si el peronismo, después de décadas de gobierno, no tuviera nada que ver en la herencia entregada al primer presidente libertario que tiene América. Ha sido una mala noche y será un mal día para Lula, que desde Brasil ha financiado la campaña del peronismo. También para Maduro, para el régimen cubano, y si entramos en detalles hasta para el Papa de Roma, que le ha puesto una vela a Perón para que Massa triunfara. No en vano comparó a Millei con el pérfido Hitler, a ver si así los argentinos cumplían la providencia que se dictaba desde el Vaticano. Mal día para Bergoglio que siempre recibió con afecto y benevolencia a la viuda Cristina vestida de santa y penitente.
Pero volvamos a nuestra casa, tan amenazada por la autocracia. Asistimos el sábado a una de esas manifestaciones que hacen historia, primero por la cantidad de ciudadanos reunidos en torno a la idea de defender una España de personas libres e iguales. Y segundo, por el paso atrás de los partidos, que se quedaron en un segundo plano mientras los oradores, figuras señeras de lo que en otro tiempo fuera la izquierda, desgranaban razones para oponerse a los pactos que han lleva a Sánchez de nuevo a la presidencia del gobierno. No hay partidos cuando se trata de defender los fundamentales de una España constitucional, solo hay una nación que se opone a los planes de la autarquía.
Porque el desembarco en la Moncloa de una coalición en la que está Sánchez con los secesionistas, los comunistas, los delegados de la ETA y Coalición Canaria no se va a concretar solo en una amnistía y la condonación de la deuda de la Generalidad catalana. El plan es un programa a largo plazo que conlleva un cambio de régimen. El primer estadio es la organización y firma de un acuerdo de legislatura. El segundo es la apertura de un proceso constituyente, un cambio de reglas, ejecutado por la fuerza de los hechos, a base de cambiar leyes y de forzar situaciones que tan solo hace unos meses se nos hacían imposibles de imaginar, y que hoy están ahí delante de nosotros con una claridad meridiana.
La primera de esas situaciones será la firma de la ley de amnistía por el Rey, y por tanto la enmienda a la totalidad del discurso de octubre en el que se enfrentó al golpe en Cataluña. La ley de amnistía está hecha para los socios de gobierno, y contra la Corona, a la que ahora pueden decir sin miedo al Código Penal que fue utilizada por Felipe VI para una acción política contra fuerzas democráticas. Es lo que el PSOE ha aceptado que se diga de los jueces. El PSOE ha asumido el cuento secesionista, y ese relato ya forma parte de sus siglas, de su esencia y de su programa de gobierno. De ahí a arrinconar a la Corona y hacer imposible su función moderadora, solo hay un pequeño paso. A Sánchez siempre le estorbó el Rey, el emérito y su sucesor, simplemente por una cuestión de que el gallo Pedro es demasiado gallo para tener que rendir cuentas a nadie y moderar sus impulsos de dominio del corral.
¿Y qué me dicen de quienes tenían puestas las esperanzas en el eunuco de Toledo? Page salió hace un par de días a lagrimear y a lamentarse de que existe en España un clima de tensión y de odio muy peligroso. Ha pasado de decir que no le gustaba lo de la amnistía a pregonar que no satisface el tono que ha tomado la calle. Como vieja soviética, ha servido para engañar a unos pocos que pensaron que tendría cinco minutos de decencia para sacudirse el cinismo que hoy es el único programa y el único estilo de su partido.
Ni siquiera asume la responsabilidad de haber llevado a España a una situación insostenible, no admite que el odio ha sido la senda fundamental que ha practicado su partido en coalición con los comunistas: la discordia, la separación, la búsqueda permanente del enfrentamiento hasta lo del otro día, el anuncio de que el gobierno lo que quiere es un muro para separar en dos la España una. El PSOE atraca a la nación española, violenta la constitución, nos levanta la cartera para entregar el dinero a la secesión y a Page le molesta el clima de tensión que se respira durante el atraco. Es colosal. El eunuco ahora se ha revelado como un cínico, uno que es capaz de competir en cinismo con el gran cínico que hoy nos dirá qué cínicos le acompañan en el gobierno.
Y para esto, oyentes, todo vale. Como son incapaces de parar las protestas, como han perdido la calle, y la gente ha perdido el miedo, se está librando una batalla por recuperar ese clima de temor que ha sido tan útil al socialismo en los últimos años. En el miedo gobiernan sin control alguno. Y por eso las unidades de intervención que envían a diario a Ferraz tienen órdenes de levantar, aquí también, un muro de gases lacrimógenos, violencia y algunas imágenes, bien útiles, de gentes con la cabeza abierta y la sangre en la boca.
Policías entusiastas, ávidos de medrar en el escalafón, se han lanzado a ocupar las manifestaciones vestidos de paisano, con sus porras extensibles, para apalizar a todo el que se mueva y provocar el caos. El caos es la orden que viene de Moncloa y del hasta hoy ministro del interior, Grande Marlaska. Sánchez necesita un bonito caos, un desorden colosal, para imponer su ley con más eficacia, para terminar con las protestas en la calle. La nación se ha rebelado contra la amnistía, pero ese programa va a seguir adelante pase lo que pase. La única forma de detener las protestas es hacer que la sublevación callejera aparezca en la televisión como la obra y expresión de un grupo de ultras.
Hay que decirlo con claridad: la extrema derecha en España no existe, y si usted, oyente, tiene la percepción de que si existe, piense por un momento que quizá ese grupo de ultras es un grupo de agentes de la policía disfrazados, que si las cosas salen bien dentro de unos meses habrán ascendido a comisarios, y si salen mal pagarán el pato de los destrozos que provoquen. Las apariencias, en esta hora, engañan a muchos. Por eso el jefe de prensa del PSOE ha recurrido a la inteligencia artificial para poner a unos radicales ultras a punto de saltar la valla que protege Ferraz. Incapaz de encontrar una imagen similar en su corta inteligencia natural, ha tenido que recurrir a un programa digital para que le fabrique lo que imagina en sus sueños húmedos: una cuadrilla de bárbaros que después de comerle la víscera más tierna a Page se dirigen a Ferraz a hacer lo mismo, como si fueran una tropa descontrolada de Hamás. Hamás, esos que utilizaban el hospital de Al Shifa para retener a los rehenes secuestrados en Israel.
En el gobierno que se anunciará hoy solo habrá un ministerio realmente eficaz. Será el de propaganda. No será un ministerio como tal, sino una oficina de mando, un cuartel general al lado de cada uno de los ministros clones de Sánchez.
Esto ha sido buenos días España, en Estudio Radio, la Radio global en Español.