Definir este año como difícil sería un eufemismo. Supongo que todos estaremos de acuerdo en que ha sido bastante más que solo difícil. Imprevisible, ajeno, mortal, monzónico. Puede que esto se vaya acercando un poco más a la realidad. Pero éste no va a ser otro artículo más llorando los sufrimientos de 2020, recreándose en las maldades que ha plantado allá por donde ha pasado. Esto va a ser una carta, una carta de amor a esas lecturas que han hecho que el año tuviese un poco más de brillo, de alegría, de intriga y emoción.
Como es de esperar, la pandemia también ha tenido su efecto sobre los libros que hemos leído o dejado de leer. En mi caso, y me consuela mucho saber que no he sido la única, el confinamiento, la cuarentena, la incertidumbre y todo lo demás, han provocado que la cantidad de libros leídos en 2020 haya sido menor a otros años. La concentración me resultaba muy costosa. Conocidos míos, lectores voraces a los que no se les escapaba ningún libro, también pasaron por la misma fase de desgana y apatía hacia sus lecturas, pero todos recurrimos a lo mismo. A Releer.
He releído muchos libros. Dicen algunos que es por la seguridad que da el saber de lo que trata la historia que se tiene entre las manos. Yo lo llamaría comfort. Tranquilidad. Sentirse arropado por una obra que ya nos emocionó en su momento y que sabemos que lo volverá a hacer. Porque este año no estaba como para arriesgarnos y que una lectura nos pudiese decepcionar. Igualmente, y porque la vida no es nada sin un pelín de aventura, algunas nuevas historias se han colado entre mis días y han empezado a formar parte de mi narrativa particular.
Bienvenidos a mis lecturas. Algunas son nuevas adquisiciones, otras, viejas conocidas que cogían polvo en la estantería, pero todas importantes por igual, porque le han brindado a 2020 un brillo especial. Sin ningún orden en particular.
1. Sucederá la Flor, de Jesús Montiel
Érase una vez un niño enseñando a su padre a nacer.
En su día ya escribí sobre Montiel y su destreza para convertir prosa en pura poesía. Esta obra, publicada en 2018, cuenta la hazaña de un padre por entender, amar y acompañar el camino de su pequeño hijo a través de la enfermedad. Es un libro que encadena verdad tras verdad, como una guirnalda de luces, que nos va iluminando el camino para llegar a nuestro verdadero destino. Al leer Sucederá la flor, será difícil mantener la compostura y no dejar paso a las lágrimas, pero merecerá la pena.
2. Mi amiga estupenda, de Elena Ferrante
Llego un poco tarde a la fiesta, pero fue a principios de 2020, casi diez años después de su publicación en Italia, cuando me decidí a adentrarme en el mundo de Lila y Lenú. Una amistad complicada, como todas las amistades adolescentes, pero que perdura en el tiempo y en la realidad social de un pueblo napolitano a mediados del siglo pasado. No solo la amistad entre dos chicas de un barrio humilde sino la desigualdad que se vivía hasta hace no mucho presentan el telón de fondo de una obra, en la que la dicotomía entre el matrimonio y una vida dedicada a los estudios es una verdad indiscutible.
3. Letters to a young Artist, de Julia Cameron
Muy al estilo de Rilke y sus Cartas a un jóven poeta, este libro se adentra en la sensibilidad de los artistas y muestra que si no creamos, si no somos artistas, si no vivimos nuestra creatividad al máximo, es porque no queremos. Porque ponemos excusas facilonas a lo que tiene rápida solución. O porque tenemos miedo. De cualquier manera, este libro tiene auténticas joyas guardadas en su interior, pequeñas pepitas de sabiduría, aplicables a cualquier ámbito de la vida. La primera, salir a pasear, porque es ahí cuando surgen las mejores ideas.
4. Nada Importa, de Jesús Terrés
Muchos lo consolidaron como el libro del verano, pero es mucho más que eso. Es un libro que habla de la vida, de la pérdida, de los placeres pequeños pero importantes. Es un libro que habla del aprender a vivir a base de ir viviendo. Un libro que te hace sentir. Sentir vivo. Sentir ganas. En definitiva, es un libro que merece la pena leer. Estas columnas y textos escritos por Terrés en los últimos diez años, nos permiten acompañarlo y ser partícipes de su evolución e introspección a lo que de verdad merece la pena.
5. El verano sin hombres, de Siri Hustvedt
Lo primero que me llamó la atención fue el título, sugerente e interesante. Pero al abrirlo y leerlo me encontré con una historia de abandono, de pérdida, de perseverancia y de perdón. La necesidad de estar a solas para encontrarse a uno mismo. Una historia sobre las segundas oportunidades, a otros y a nosotros mismos. Una historia sobre una escritora que vuelve a su pueblo natal a impartir un curso de escritura a adolescentes y se encuentra con lecciones andantes allá donde mira.
“En esa historia nuestros cuerpos, pensamientos y recuerdos están entretejidos de tal forma que es difícil discernir dónde termina una persona y empieza otra.”
6. Uncanney Valley, de Anna Wiener
La relación con la tecnología es un arma de doble filo, difícil de controlar. Por una parte tiene beneficios obvios, pero por otro, puede ser como un agujero negro que succiona todo lo que se le pone por delante. Un ejemplo es nuestra atención. En este libro, Wiener narra su experiencia trabajando en distintas Startups de Silicon Valley, y cómo la deshumanización en algunos ámbitos era inevitable. Una lectura interesante. Algunos la consideran fatalista, otros completamente acertada. Supongo que lo mejor siempre es ir a la fuente y formarse la propia opinión.
7. Elogio de la quietud, de Pedro Cuartango
Considero que casi todo de lo que debemos saber de esta vida se encuentra en las páginas de este libro. Imprescindible. Excepcional. Una auténtica joya. Cuartango hace gala de su gran conocimiento filosófico y humano para, mediante unos pocos párrafos y una situación cotidiana, plantear, y muchas veces responder, cuestiones vitales para el género humano. Un auténtico placer. Columnas y textos llenos de vieja sabiduría, de profundo conocimiento, de pleno humanismo.
8. Although of course you end up becoming yourself, de David Lipsky
Imaginémonos un roadtrip a través de Estados Unidos para hacer una gira literaria. Imaginémonos que el escritor al que acompañamos es el genio David Foster Wallace. Imaginémonos que todas las conversaciones que se mantuvieron en ese viaje están grabadas y puestas por escrito. Pues bien, eso es este libro. Puro genio. Es gracioso, es profundo, es un auténtico placer. Poder ser partícipes de conversaciones como las que están registradas en este libro, aunque no se haya podido estar presente, es un regalo. Un muy buen regalo (y la película que resultó de este libro también es un regalo!).
9. Biografía del silencio, de Pablo D’Ors
Un libro cortito pero potente, sobre el poder y la necesidad de la meditación. Seguramente, más de uno pondrá los ojos en blanco y pensará en que esto es otro libro perroflauta y hippie. Pero si hoy en día llamamos eso a conocerse a uno mismo, a quedarse sentado con los problemas que uno tiene y no levantarse hasta que se han librado todas las batallas internas, bienvenido sea. Una joya en formato mini, pero muy necesario en la actual carrera por ver quién está más estresado.
10. Discurso del Gran Inquisidor, de Fiódor Dostoievski
Este libro recoge un fragmento de la obra Los hermanos Karamazov, novela que entra mucho en los temas de la ética, Dios, la moralidad y el libre albedrío. El capítulo que recoge este libro es el discurso del Gran Inquisidor en Sevilla, fragmento que cuestiona y pone en duda las creencias cristianas, sirviendo de metáfora poética para los dos hermanos Karamazov, uno creyente y el otro ateo. Es una obra muy lúcida, a la vez que preocupante, ya que acierta mucho en afirmar que la libertad puede ser fácilmente intercambiable por la comodidad.
«En este memorable capítulo de Los hermanos Karamázov, que puede leerse como una obra filosófica completa en sí misma, Iván y Aliosha dialogan sobre la fe en Dios y la figura de Cristo, la libertad y la esclavitud del hombre, la compasión y la muerte».
– Editorial Arpa
11. Aquí estuvo Kilroy y Palabras de perdiz, de Miguel Ángel Herranz
El fallecimiento de Miguel Ángel Herranz fue un gran pesar en un año, en el que voces como la suya, poéticas y armoniosas, hacían más falta que nunca. Su poesía era ingenio, sencillez, belleza. Puro arte. En una carta que le dediqué tras su fallecimiento, hablé sobre mi relación con su obra y como fue él quien me introdujo hace ya varios años al mundo de la poesía.
Joyas, como este poema, se pueden encontrar en sus libros. Un auténtico placer para los sentidos y el alma. Lecturas que nos elevan y nos hacen volar.
Reelecturas
Estos libros me han acompañado en los días que no me podía concentrar. Ha habido más, pero destacaría las siguientes relecturas:
- Harry Potter y la Orden del Fénix; y el misterio del Príncipe; y el niño maldito, de J.K. Rowling.
- El despertar de la señorita Prim, de Natalia Sanmartín Fenollera
- 84 Charing Cross Road, de Helene Hanff
- Rules of Civility, de Amor Towles
- Tiny Beautiful Things, de Cheryl Strayed
Gracias 2020, en algunos sentidos te has portado bien.
Brindo por un año más disfrutando de una de las mejores cosas que tiene la vida, los libros, el arte y la buena compañía. Que nunca lo demos por sentado.