‘Apocalipsis’, WunderKammer revela de nuevo al apóstol Juan

Apocalipsis. La revelación de Juan. Traducción de Fruela Fernández. Ilustraciones de Ignacio Cobo. WunderKammer.

Como una pieza poética, Fruela Fernández actualiza en esta bella edición de WunderKammer un texto que ha tenido una vida azarosa a lo largo de los siglos. Desde que Juan de Patmos escribiera sus visiones en el siglo primero, el Apocalipsis ha sido tratado como un libro religioso y visionario, cargado de espanto, y de un espíritu oclusivo. Tanto que muchos de los más fervorosos creyentes lo dejaban a un lado, lo desaconsejaban por cerrar el tiempo de esperanza con una visión crítica, la de la hora del juicio. Apasionados de los libros que han explorado las regiones de lo oculto, los editores de WunderKammer lo han añadido a una colección impresindible para los sibaritas de las obras extrañas. El Apocalipsis lo es de una forma primordial.

apocalipsis

Apocalipsis. Una de esas palabras fuertes, graves, de sentido profundo, que han caído en la banalidad de los tiempos contemporáneos. En su caída, ha ido perdiendo el sentido. Porque en su dirección original, apocalipsis significa revelación de lo oculto, así que el añadido de «revelaciones de Juan» es tan solo una reiteración necesaria para indicar que no estamos ante un libro más sobre el final de la historia por la crisis climática. La revelación de Juan se refiere a Cristo, a la segunda venida, al Cordero divino que rompe los siete sellos para anunciar su regreso victorioso.

Lo cierto es que en un mundo que vive en la amenaza del colapso la edición del Apocalipsis de Juan parece pertinente. La crisis climática se encandena con epidemias, crisis financieras, guerras en Ucrania y en Oriente Medio, y el hambre como un caballo siempre presente, ahora más amenazante que nunca cuando se atisba ya una nueva crisis, esta alimentaria.

Concebida la historia como un progreso, la amenaza de un final es eterna, consustancial a la vida. Los silgos la han percibido de formas diversas. Piensen en el milenarismo que aterrorizó a Occidente en los albores del primer milenio. O en las sectas cristianas de monjes fanáticos que quisieron acelerar el fin de la historia y la conversión de los judíos en la Edad Media, a base de provocar muerte y destrucción. La idea de un cierre de la experiencia humana en la Tierra tiene esas dos vertientes: quienes se preparan para el último instante, y la hora del juicio, y quienes quieren acelerar la crisis para acercar el tiempo de la perfección.

Para todos, el texto de Juan ha sido una constante inspiración. Pero se trata de un texto incómodo, un texto que «tuvo que sorprender y sobrecoger a quienes lo leyeron u oyeron entonces, con su agitación de verbos pasados, presentes y futuros, de hechos sin orden y de hilos que se pierden y se retoman. Es un texto que disuena en el conjunto del crstianismo primitivo, incluso entre aquellos con los que comparte inquietudes», dice Fruela Fernández en el prólogo. Es un texto que cierra, que termina, que clausura, y por tanto provoca reticencias en una fe que, con Pablo de Tarso, había fundado un pueblo cuya plan era expandirse hasta convertirse en universal.

Fruela afirma que para la traducción ha elegido un camino lírico, uno que respeta la extrañeza: «he procurado prestar oído a los límitres de lo literal, a partir de donde la lengua se vuelve inmanejable y amanza con ocultarse bahjo la rigiedez de una estrucrtura muerta. La extrañeza ha de ser leligre y pronunciable, como lo fue enconces, con la naturalidad de lo que puede ser dicho ante otros». Las ilustraciones de Ignacio Cobo subrayan el carácter simbólico y esotérico del texto con un formato de cartas del Tarot. Ese texto de Juan que termina con el Juicio y la separación entre el alfa y el omega, el principio y el fin: «felices los que lavan sus túnicas, porque suya esrá la potestad sobre el árbol d ela vida y por las puertas entrarán en la ciudad. Y afuera los perros, los hechiceros, los puteros, los que matan, los que adoran ídolos y todo el que ama y forma la mentira».

apocalipsis
Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

Read more

Otras historias en FANFAN