Pintura

‘Tocar el mundo’, para entender la pintura. Una lección de N. Bilbeny

Tocar el mundo. Una introducción informal a la pintura. Norbert Bilbeny. Editorial Elba. Hablar con claridad de la pintura, buscar su sentido, y hacerlo...

Miquel Barceló y las acuarelas y cerámicas del mar de Kenia

Kiwayu. Galería Elvira González. Calle Álvarez Quintero, 1. Madrid. Otro nómada, Paul Bowles, sirve de prólogo en el catálogo a las acuarelas y cerámicas de...

Caravaggio, ese pintor moderno, explicado por Roberto Longhi

Caravaggio. Roberto Longhi. Edición de Artur Ramón. Traducción de José Ramón Monreal. Editorial Elba. Caravaggio como un pintor moderno. Esa es en síntesis la...

La geometría poética de Piero della Francesca, según Roberto Longhi

Piero della Francesca. Roberto Longhi. Traducción de José Ramón Monreal. Prólogo de Artur Ramon. Elba editorial Piero della Francesca es el gozne sobre el que...

Giorgio Morandi, visto de cerca por su mejor amigo, crítico y coleccionista

Una vida tan recogida como la de Giorgio Morandi, una dedicación tan monacal a la pintura, tan concentrada, tan entregada, en cuerpo y alma, tan silenciosa, requiere un despliegue racional, una explicación desde fuera que solo un gran amigo, cercano, observador, está en condiciones de desarrollar. Ese papel, en el caso de Giorgio Morandi, lo ejerce Luigi Magnani, desde la amistad, desde la admiración, y desde el gusto por el arte. Mi Morandi es un libro tan interesante, con tanta sabiduría sobre la pintura, y sobre la postura del artista ante la vida, que el lector no deja de tomar notas, subrayar y destacar frases, párrafos, ideas

Luciano Díaz-Castilla expone los dibujos de «Toda una vida»

Viernes 22 de octubre. Ávila. Entre mascarillas, que apenas permitían reconocernos, Luciano Díaz-Castilla inauguró una exposición que lleva el título de "Toda una vida", como si el bolero que ha bailado con el arte siguiera sonando hasta la eternidad. No es que se haya cerrado la música, sino que Luciano, mirando desde la estación de los 81 años, repasa su vida a través de los dibujos, la evolución de su arte, los motivos que ha elegido para esa transfiguración que es convertir lo real en forma y color, en luz pasada por el tamiz de la conciencia. Como escribe Sánchez Rodríguez en el cartón que te entregan en la entrada, la exposición es "el relato de un tiempo ya embridado, el testimonio de una trayectoria impecable que con el transcurso de 81 años es testamento vital de una creatividad leal al espíritu que gobierna la mano, de una autenticidad indubitada que trasciende para desde el hoy, posibilitar que germine una improvisada eternidad.... entonces estamos ante el prodigio"

Morandi, la vida íntima de los objetos

Morandi. Resonancia infinita, en la Fundación Mapfre, es una gran oportunidad de hacer un recorrido por toda la obra de uno de los pintores más singulares del siglo XX. Giorgio Morandi (Bolonia, 1890-1964) es inclasificable. Morandi es solo Morandi, aunque en sus primeros pasos demuestre la influencia de la pintura metafísica, del cubismo o de la corriente que nace con fuerza en Cézanne. Apenas viajó fuera de Italia, y pasó toda su vida en su taller, que era su casa, en la Via Fondazza de Bolonia. Su proyecto, al que dedicó toda su vida, se alimenta de objetos cotidianos, de los paisajes que ve desde su casa, de las cosas que tiene a mano. Con ellos construye, como afirma Ardengo Soffici «un conjunto armonioso de colores, formas y volúmenes que obedecen exclusivamente a las leyes de la unidad, como la belleza de los acordes». La muestra dialoga además con algunos pintores y escultores en los que la huella de Morandi es profunda, como Aquerreta o Bertozzi.

Amanda Ba, la pintora del rojo y de lo grotesco

Amanda Ba pinta personajes enérgicos, más grandes que la vida, que habitan en un mundo hipotético, concebidos completamente en su mente. Las pinturas de Amanda Ba son un asalto a los sentidos. Siempre visceral y profundamente personal, la artista chino-estadounidense nacida en Ohio y residente en Londres se basa en la teoría crítica del académico Mel Chen y de la profesora Donna Haraway para evocar escenas más grandes que la vida, que parecen cobrar vida en el lienzo.