Ve a comprar cigarrillos y desaparece. Karl Krispin. Hypermedia. Disponible en Amazon
Decimos en el título que esta novela de Karl Krispin es un laberinto, aunque quizá deberíamos decir que son los laberintos, porque se trata de más de un enjambre de pasillos, narraciones, voces que se cruzan en busca de una salida que no siempre llega. Y cuando llega, se trata de un final abierto. La trama principal es una historia de amor, o más bien de desamor. La de Esteban Caledonia Garcés y María Silvia. Esteban planea una fuga, consciente de que en la vida a veces uno convoca lo inoportuno: “puedes circunvalar el camino y volvértelo a topar más adelante”. En Krispin las referencias a Borges, del que se considera un alumno, son constantes. La vida no es lo que uno planea, sino un enigma envuelto en un misterio. Uno siente la tentación de “reproducirnos en otra vida, alejados de quienes hemos tratado siempre, haciéndole una supuesta trampa a lo que alguna vez edificamos”. Como fondo permanente de la novela: el desencanto y el fracaso de toda una generación.
Punto de fuga
Karl Krispin pone a su personaje en el punto de fuga. Pero el escritor tiene dosis de sentido del humor e ironía como para jugar durante toda la novela con sus personajes. Y Krispin se le adelante su esposa, María Silvia, “la fotógrafa más sensual de la ciudad”. Su plan de huida consiste en ir a por tabaco, escapar. Cuando busca razones solo encuentra el mal ambiente: “es probable que fuese porque vivo en este país de basura. Y estoy seguro de que todo comenzó por el solo hecho de hacer aquí”
La novela de Karl Krispin suma tres narradores y una cuarta en forma de narradora epistolar. Anotamos el narrador omnisciente y las voces de Esteban y María Silvia, que en el capítulo segundo despliega las múltiples razones por las que se aleja, y las profundas certezas que le han empujado a la fuga: “lamento decírtelo: no pisaré Caracas mientras viva y emplearé el tiempo que tenga por delante en desconocer esa equivocación descomunal que fue nuestro país: un sitio impensado, no porque no se pudiera imaginar, sino porque nadie nunca se fijó el cometido de pensarlo”.
Laberinto borgiano
Maria Silvia arroja su pasaporte al Sena. Venezuela es, dice, un país dominado por tiranos incultos, salvajes y ágrafos. Al mismo tiempo, la fugada arremete contra Esteban, contra su “candidez abusiva”, su apego pequeño, sus lealtades cotidianas a lo superfluo. María Silvia opta por el “mundialismo”, y se apunta pronto a la quimera de un país nuevo, fundado por una ONG en una tierra de nadie.
Esteban es un hombre de libros, y se agarra al mundo literario para dejar a un lado la tentación de la fuga. Vive en Dashiel Hammet, en Chesterton, en Borges, en Victor Hugo, en Faulkner, en Thomas Mann o en la conversión en personajes literarios, con motes y apodos, de los que le rodean. La novela está plagada de referencias literarias, tanto que es un auténtico viaje por la literatura y otras artes, con algunos debates y reflexiones muy interesantes sobre el «arte» de la cocina, el amor, o el aburrimiento.
En su mundo, en el de Esteban, aparece una misteriosa mujer que le plantea enigmas. Y Esteban, adicto a los juegos de palabras y a los enredos, no tarda en caer seducido ante Ágatha. La música forma también parte del juego en esta novela, cargada también de referencias a la gastronomía y la literatura, o a los perros, que sirven de pretexto a algunas de las páginas más divertidas e inteligentes de esta divertida e inteligente narración. El relato termina en alto y en abierto, con la promesa de que la salida del laberinto de Esteban le dio más de lo que prometía. Dos formas de fuga, dos vías de salvación, mientras alrededor todo es ruina. Ve a comprar cigarrilos…. de Karl Krispin es una de las grandes pruebas de que los gorilas salvajes no han podido arrasar con la inteligencia, el buen humor, y la cultura.
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