Marlon Brando tenía un bulldog. Cómo crear un personaje. Juan José Arjona. Rialp Libros de cine
Aunque Marlon Brando tenía un bulldog está concebido como una guía para que los actores creen un personaje, es un libro sumamente interesante para cualquier amante del cine. La manera de Juan José Arjona de interpretar guiones de clásicos como El padrino o Casablanca resulta muy enriquecedora y arroja una nueva luz sobre estas películas. Y para los actores, en especial los actores españoles, muchos de los cuales apoyan su carrera en un físico más o menos agraciado, resulta imprescindible.
El personaje
Decía el gran Elia Kazán que el óscar no lo ganaba el actor, sino el personaje. Tomemos por ejemplo la edición número 35 de los premios cinematográficos por excelencia. En aquella ocasión, eran candidatos a la estatuilla: Burt Lancaster, por El hombre de Alcatraz; Marcello Mastroiani, por Divorcio a la Italiana; Jack Lemon, por Días de vino y rosas; Peter O´Toole, por Lawrence de Arabia y Gregory Peck por Matar a un ruiseñor. Me atrevo a decir que todos y cada uno de los que no ganaron aquella noche, eran mejores que el galardonado, Gregory Peck.
Peck tenía una planta imponente, era apuesto y encantador pero su capacidad interpretativa era claramente inferior a sus oponentes. ¿Qué le hizo llevarse la estatuilla? Que Atticus Finch es un personaje que roba los corazones, un regalo de papel y que Peck supo imprimirle la humanidad que requería. De esto trata este libro, de hacer que el personaje adjudicado salte de la pantalla y que quien lo interpreta consiga que el público se enamore de él. No tiene por qué ser el protagonista: Arjona aconseja trabajar, trabajar y trabajar hasta que el actor sea el personaje, interiorice los diálogos o los silencios y destaque entre el resto del elenco.
Meterse en la piel y en los huesos
¿Cómo se consigue esto, que vemos con cierta frecuencia en el cine británico y en el americano y tan pocas veces en el español? Estudiando el personaje, leyendo sobre él, sea su biografía o sus libros, o sus entrevistas si es que existen. Empapándose del ambiente y la cultura en la que creció, las ciudades en las que vivió, metiéndose en su piel. Haciendo una exhaustiva labor de campo que haga al intérprete impregnarse del personaje.
Habrá que aprender a tocar el piano, o carpintería o funambulismo, o comerse un corazón crudo, aunque uno sea vegetariano, y hacerlo con entusiasmo. Cuenta Arjona que Daniel Day-Lewis consiguió manejar su pie izquierdo como si fuera una mano para la película que le dio el Oscar. O como Meryl Streep aprendió alemán y polaco para su papel en La decisión de Sophie. Todo este trabajo titánico es el que hay detrás de las grandes, de las extraordinarias interpretaciones que convierten en inolvidables a algunos actores.
El Padrino
Aconseja el autor buscar las contradicciones del personaje que le toque interpretar. Como repite a lo largo del libro, la atención del espectador es limitada, y si las palabras acompañan a la imagen perderemos su atención: se sumirá en sus preocupaciones o consultará su móvil. El actor tiene que buscar los matices de su personaje, como hizo Marlon Brando en El Padrino: “parece malo, pero es cariñoso”. Vito Corleone es un capo de la Mafia.
Antes de la interpretación de Brando cualquiera esperaría de él, a un gañán violento e iracundo. Pero el Padrino de Brando es un amante padre de familia, cariñoso con sus nietos, preocupado por el bienestar de quienes le rodean. Y también un asesino desalmado. Y esa dualidad, la que conquista al espectador, es la que el autor invita a buscar al acometer un papel, por pequeño que sea. Porque esta será la manera de destacar, personaje a personaje y de ir cimentando una sólida carrera.
La profesión, en España
El autor toca también temas como las relaciones entre actores, actor-director y actor-guionista y da algunos consejos para imponer el criterio del intérprete sin desoír las recomendaciones del director. Y hace una crítica feroz de un sector de la profesión en España que vemos muy a menudo en la pantalla: el que se limita a soltar los diálogos, según los ha aprendido, en la posición marcada. El resultado es el bochornoso espectáculo que vemos demasiado a menudo en el cine y las series españolas, que, además, muchas veces pagamos todos. Esperemos que esta magnífica guía de Arjona tenga sus frutos y consiga dar un nuevo aire al panorama actoral de nuestro país.
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