Moneyland. Oliver Bullough. Principal de los libros.
Moneyland lleva un comentario de John le Carré: «si quieres saber por qué los sinvergüenzas de todo el mundo y sus respetables consejeros financieros caminan con la cabeza bien alta mientras el resto de los mortales pagan impuestos, este es el libro ideal para ti». Y es cierto. Si usted, lector, forma parte de la clase media, tan maltratada por los populistas de todos los colores, este es su libro.
En la portada, Moneyland promete explicarnos por qué los tramposos y los ladrones controlan el mundo. La advertencia es exagerada. Hay tramposos que están fuera de los circuitos del dinero, y tienen mucho poder, y no están en este libro de Oliver Bullough. El autor viene muy marcado por su experiencia como corresponsal de Reuters en Rusia, y lo cierto es que muchos de los ejemplos del libro están cosechados entre Rusia y Ucrania. La tesis fundamental del libro es que existe una patria, Moneyland, que está más allá de las leyes de los países que forman la comunidad internacional. Los amos del dinero, los dueños de las grandes fortunas, han conseguido crear un espacio de impunidad, en el que las leyes no les afectan.
En el principio, los eurobonos
La cosa empezó a funcionar en los años 70, cuando un tal Ian Fraser, que había sido héroe de guerra para luego ser periodista y finalmente dedicarse a la banca, inventó los eurobonos. Los eurobonos fueron la herramienta que permitió poner em circulación los cientos de miles de millones acumulados en las cuentas de la banca suiza. Los bonos convirtieron esa gran masa monetaria en créditos cuyos intereses estaban exentos de impuestos. El sistema monetario de Bretton Woods saltó por los aires en cuanto esa riqueza oculta empezó a circular por el mundo. Los principales compradores de bonos eran individuos, generalmente del Este de Europa, pero también de América, que querían convertir parte de su fortuna en un activo móvil, por si tenían que salir corriendo, para meter los bonos en un maletín. Los bonos eran líquidos, y transferibles con una extrema facilidad.
Occidente, paraíso fiscal
Ese es el momneto fundacional en el que se crea Moneyland, un territorio virtual en el que, si uno es lo bastante rico, sin importar de dónde venga el dinero, las leyes no se aplican. Moneyland es el mecanismo que ha permtido squear países, ya sea Rusia, Ucrania, Angola, Guinea Ecuatorial, o Nigeria. El único requisito es estár al frente de esos países. Lo demás lo pone la banca de países como San Cristobal y Nieves, las islas del Canal de la Mancha, los banqueros de la City de Londres, o los reguladores de los Estados Unidos, porque quizá la parte más escandalosa de este texto es el análisis que hace del comportamiento de la banca occidental. Nada de esto sería posible sin la complicidad entusiasta de los gobiernos de Londres, o de Whasington.
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El asesinato de Litvinenko
El libro tiene un formato de investigación periodística, y por tanto está armado con casos que van desde el dictador ucraniano Yanukovitch a la fortuna de los Obiang, padre e hijo, pasando por los magnates rusos de la corte de Putin, o el multimillonario saudí Juffali que intentó evitar el pago de una compensación por divorcio gracias a la compra de un pasaporte diplomático. El caso ocupó páginas y portadas de la prensa sensacionalista. la demandante era la modelo Christina Estrada, que finalmente logró una indemnización de 75 millones de libras.
Otro de los capítulos interesantes del libro tiene que ver con el asesinato del agente ruso Litvinenko. Para Bullough, Litvinenko fue asesinado con una dosis letal del polonio para evitar que diera información sobre los negocios de lavadp de dinero sucio ruso, que se estaba utilizando para comprar propiedades en España.
En la conclusión del libro, el autor no es muy optimista, más bien al contrario. lamenta que un estallido democrático de indignación, como el que se ha vivido en Occidente, nos haya llevado a una situación de refuerzo de Moneyland. Los gobiernos de Trump en USA o el Brexit, han supuesto un parón en la lucha contra esos modos de evasión de impuestos, y un refuerzo de los territorios de impunidad. Así que otra de las promesas que no cumple el libro es la ofrecer un decálogo de normas para arrebatar el poder a los tramposos y villanos que habitan ese territorio virtual llamado Moneyland. De ahí quizá la rabia que inspiró la última novela de John le Carré, donde hay una crítica afilada e incisiva contra este estado de las cosas.
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