Rey Blanco. Juan Gómez-Jurado. EDICIONES B
Juan Gómez-Jurado ha encontrado la fórmula para el éxito. No escribe literatura con mayúsculas, pero ¿quién la necesita cuando sus tramas son trepidantes, sus personajes coherentes y la complicidad con el lector convierten a sus novelas en un inmenso placer culpable?. Con Rey Blanco se cierra la trilogía que comenzó con Reina Roja y continuó con Loba Negra. Rey Blanco completa la historia a lo grande y regala al lector la enorme satisfacción de no dejar ningún cabo suelto. A la manera de Chejov, como él mismo autor dice varias veces a lo largo de la trama.
Continuación de Reina Roja
Rey Blanco es en realidad la continuación de Reina Roja. Loba Negra fue solo un desvío de la trama. Un desvío prescindible pero enriquecedor. Le sirvió al autor para esculpir a los protagonistas de la trilogía. Para mostrar al lector con más profundidad la naturaleza de su relación, el por qué ahora son familia.
Mientras Reina Roja y Rey Blanco, son trama policía y pura acción, Loba Negra es diferente. Aquí el caso que investigan los protagonistas es lo de menos. Lo que atrae de la novela son sus personajes: de un lado la inefable Lola y del otro Antonia y Jon y su peculiar relación. Las referencias a la cultura popular y a la música; los chispeantes diálogos entre los dos protagonistas, y la retranca con la que están escritos hacen de Loba Negra un libro muy distinto de los otros dos.
Piezas que encajan
Cimentada la trama en la primera novela, y los personajes en la segunda, Rey Blanco está dedicada a la resolución del caso y a su desenlace. ¡Y qué desenlace!. Comienza en el mismo momento en que acaba Loba Negra y se desarrolla en no más de 48 agónicas horas, con un sorprendente y espectacular final que deja sin aliento.
Un final que en manos de un autor menos meticuloso podría resultar falso o exagerado. Pero Gómez-Jurado tiene la precaución de ir dejando pistas en el camino para que el lector pueda, si no anticipar, sí dar su consentimiento a lo que pasa. Como en una película, donde la cámara enfoca lo importante, nos va indicando “ojo, que esto será importante”, “atento, que aquello tendrá consecuencias”. Y al final, todo encaja, sin fisuras.
Humor
Se agradece además, el fino humor del autor. Es capaz de graduar la mentira en una escala de «cero a Presidente del Gobierno«; de decir que «Dan Brown lleva 20 años publicando la misma novela« y mi favorita: «que bastante malo es morirse, como para encima hacerlo viendo cine español«. Así, sin complejos, como fuera el propio Jon Gutiérrez. Gómez-Jurado pega la novela a la actualidad cuando habla té rooibos o del último juguete sexual para ellas, por poner solo dos ejemplos.
Una vez más el retrato y los diálogos de los protagonistas es impecable. Los dos se comportan de forma coherente, sin arenilla en sus engranajes. Antonia inteligente y extraña. Jon todo humanidad, en el más amplio sentido de la palabra. Cada respuesta, cada comentario son los que esperamos de ellos, no hay nada que distorsione, nada que sobre. Y eso que Jon Gutiérrez habla más como un guipuzcoano que como un bilbaíno… En todo lo demás, es más de Bilbao que la ría.
¿Han terminado las aventuras de Scott y Gutiérrez? No lo parece. En los agradecimientos el autor lo deja al criterio de los lectores. Sospecho que regresaran a petición popular. Que no se diga que desde fanfan.es no hemos convencido a otros diez lectores siguiendo la Ley Connelly.
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