Una guía para entrar en el «continente Proust»

Proust: guía de la Recherche. Alberto Beretta Anguisola. Traducción de José Ramón Monreal. Editorial Elba

Proust es un autor, como los grandes autores, inagotable. Es probable que el lector que no haya entrado en ese «continente Proust» se sienta abrumado ante el tamaño de la empresa de abordar la lectura de En busca del tiempo perdido. Que sepa que, si se anima, necesitará tres meses para culminar la lectura de una de las grandes obras literarias de todos los tiempos. Muchos no han pasado del tercer tomo. Le ocurre, según confesión propia, a Javier Marías, un proustiano que no la ha leído completa. Algunos críticos lo han rozado, como si la cumbre de novela decimonónica les pesara sobre los hombros con una carga que contradice la urgencia y la prisa de la novela actual, o el ritmo de la crítica, que debe entregar cada semana un pan de artículos que descubran al lector las novedades que merecen su inversión en libros. Para el que haya leído a Proust, pero también para el que nunca lo haya leído, esta «guía de la Recherche« escrita por uno de los grandes sabios en Proust, es un libro fundamental. Para entrar en el mundo del escritor francés, o para volver a habitarlo. Conviene por tanto empezar por Beretta, o volver a él, más teniendo en cuenta que el 18 de noviembre de este año se conmemora el centenario de la muerte de Marcel Proust.

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Se han cruzado en la mesa dos obras sobre Proust. Una es este tomo de Beretta Anguissola, la otra Proust et la societé, de Jean-Yves Tadié, editado por Gallimard. Tadié, el otro gran especialista en Proust, se afana en establecer el mapa de las relaciones del escritor con su tiempo. No hace falta demostrar que no escribía sobre el pasado, sobre la memoria. En la Recherche están los grandes debates del último cuarto del siglo XIX: el asunto Dreyfus, el genocidio armenio, los nuevos inventos, como el avión, el teléfono, la guerra, o la muerte de las catedrales.

Tadié recuerda la tensión musical de las frases de Proust: «Uno de los problemas de la lectura de Proust es que vuelve imposibles de leer muchos otros libros (…). En nuestra época, en Francia, hay la manía de las frases cortas, como si se hubiese leído mal la novela de Hemingway. Hemos abusado de esto. En Proust sucede algo parecido a la música de Wagner: en cuanto has oído unos compases de El oro del Rin alcanzas la plenitud, una riqueza que aplasta a muchas otras obras musicales. Cuando entro en una librería y miro las recientes publicaciones novelescas, nada me retiene». 

A diferencia de Tadié, deslumbrado por la prosa de Proust a una edad temprana, Beretta Anguisola confiesa en el prólogo que su primera aproximación a Proust supuso un calvario. Fue cuando empezó a familiarizarse con los nombres y topónimos de la novela cuando la incomodidad se convirtió en un inmenso placer. Por eso decidió condensar su conocimiento de la Recherche en «un salvavidas, una guía o, como diríamos en la actualidad, un navegador, que les ayude a encontrar los caminos que hay que recorrer».

La trama

Después de repasara con brevedad la historia de la novela y sus ediciones, Beretta se detiene en la trama. Y su primer apunte es para soltarle un bofetón al sistema mediático-escolar-universitario. Culpable de los clichés y tópicos que oscurecen la obra de Proust. El primero es el de la madalena, la memoria involuntaria, el amor como enfermedad, los celos. A partir de El mundo de Guermantes, la novela es otra cosa, y entra en terrenos de la sátira y la comedia. De ahí la necesidad de establecer primero la trama, a modo de mapa general.

Una vez navegada la trama y sus corrientes, Beretta se sitúa en un modo crítico de altura. Y comienza por definir al «hombre proustiano». Y la primera característica de este ser es que se trata de un hombre enfermo. Enfermo de amor, de complejo materno positivo, o de ausencia. la segunda es su relación con la muerte: «los fenómenos de memoria forman parte de los fenòmenos de resurrección. No es el personaje inmerso en el presente que, recordando, se traslada por así decir al pasado; al contrario, es el pasado el que de improviso irrumpe en el presente. No es un movimiento retrógrado sino un avance relámpago. No sería del todo exagerado decir que el modelo arquetípico de la memoria involuntaria proustiana es la resurrección de Lázaro».

Le sigue un análisis de la concepción, compleja, y a ratos contradictoria, de la homosexualidad, la intermitencia de los afectos, la violencia o la estupidez. Proust es un continuador del gran descubrimiento de Flaubert: el carácter poético de la estupidez humana. Beretta añade un objetivo de estudio: un libro o un artículo que analice la estupidez en Proust. Por cierto, muchas de las tonterías en la novela se ponen en boca de personajes femeninos. ¿Misoginia en Proust?

Criptotexto y recuerdos involuntarios

Añade además el parentesco entre La Recherche y Las mil y una noches, por el tratamiento de la sexualidad como una realidad paralela, maravillosa, y porque muchos de los nudos de la trama, en especial los episodios de memoria involuntaria se desencadenan por casualidades y sorpresas. Beretta inserta además La Recherche en la crisis de la novela.

La solución de Proust consiste en crear un macrocosmos «en el que ensartar un poco de todo (las dinámicas entre los grupos y las clases sociales, la psicología de amor y de los celos, los aspectos cómicos y dramáticos de la homosexualidad, una discusión sobre la esencia del arte y la función del literato, el sentido o sinsentido de la historia, la crítica a la ciencia o su defensa, una reflexión sobre el tiempo y la memoria, etcétera) con un protagonista que sufre un proceso de formación en el curso del cual se va liberando gradualmente de los iniciales postulados realistas para llegar al final descubrimiento de que la verdad está más allá y puede manifestarse solo en algunos intantes privilegiados, captados a través de una serie de recuerdos involuntarios»

No menos fascinante es la inmersión de Beretta en algunos casos de criptotexto, claves dentro del texto de La Recherche, y alusiones icónicas, como la que conecta la madalena y el baptisterio de Venecia que desencadena el recuerdo de la abuela con la ceremonia sacramental cristiana del bautismo. El libro termina con un repaso de la lectura que han hecho de Proust otros críticos y escritores. Sorprende la clarividencia de Samuel Beckett, también la lectura política de Revel. Demuestran que Proust es inagotable, que En busca del tiempo perdido tiene mensajes para cada uno de nosotros.

Alfredo Urdaci
Alfredo Urdaci
Nacido en Pamplona en 1959. Estudié Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Premio fin de Carrera 1983. Estudié Filosofía en la Complutense. He trabajado en Diario 16, Radio Nacional de España y TVE. He publicado algunos libros y me gusta escribir sobre los libros que he leído, la música que he escuchado, las cosas que veo, y los restaurantes que he descubierto. Sin más pretensión que compartir la vida buena.

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